Como es de sobra conocido a estas alturas, la organización del circuito de Sakhir ha dedicado recientemente el nombre de su curva número 1 al heptacampeón del mundo Michael Schumacher, lo que supone un hondo homenaje a su figura deportiva ahora que el piloto de Kerpen está siendo despertado lentamente del coma inducido al que se le sometió tras el desafortunado accidente de esquí, que sufrió en los Alpes franceses a finales del pasado mes de diciembre.
El gesto, bello sin atisbo de duda, refleja la huella que ha dejado en la Fórmula 1 el piloto más galardonado de todos los tiempos, pero también esconde una segunda lectura que bien merece una pequeña reflexión, ya que el alemán ha pasado a la historia como el primer conductor que aunó las exigencias técnicas derivadas de la actividad con una preparación física que tenía más que ver más la desarrollada por los atletas de atletismo de fondo para el desempeño de su labor, que con las que tradicionalmente asumían los hombres que conducían monoplazas de F1 hasta mediados de los noventa del siglo pasado.
En este sentido, la curva número 1 del trazado de Sakhir, que desde este fin de semana pasado lleva el nombre de Michael Shumacher, reconoce, además de la figura del hombre que ha ganado siete títulos mundiales y logró la primera victoria en el año de estreno del circuito barení (2004), la enorme fortaleza física que requiere para ser trazada adecuadamente.
Es un giro a derechas, cerrado, que se acomete después de haber resuelto el rapidísimo tercer sector de Sakhir y la recta de tribunas (inicio del sector 1), con lo que se llega a él a una velocidad vertiginosa que requiere de una profunda deceleración que pone a prueba la resistencia física y mental del piloto.
La 1 de Bahrein no está entre las 5 más técnicas del Mundial, espacio reservado a la enlazada 1 y 2 de Shanghai, la parabólica de Monza o la número 8 de Estambul, o Copse en Siverstone, o incluso la secuencia Elf – Renault en Montmeló, pero la desde ya «Michael Schumacher» de Sakhir, es una curva lenta que cierra abruptamente la zona más rápida del circuito para servir de entremés a un diseño más promediado que se abre y va ganando velocidad a través del sector 2 y culmina en el veloz sector terminal (con su prolongación en el inicio del S1).
Michael Schumacher venció en 2004, año de inauguración del trazado del emirato árabe, y lo hizo por sus contrastadas dotes técnicas pero también, gracias a una fortaleza física similar a la de los corredores que disputan la maratón. Hoy la curva número 1 del circuito de Sakhir lleva su nombre, en lo que a priori parece un homenaje a su figura y su impronta, circunstancia que esconde, empero, que Michael Schumacher antes que nadie, implicó en la faceta del conductor la maximación de la condición física. Y es que hoy, gracias a él, las curvas, ese lugar donde se ganan las carreras, son mucho más asequibles.
Sea como fuere, la 1 de Sakhir ha dejado de tener un apelativo anodino, típico por otro lado de los engendros de Hermann Tilke, su proyector, para llamarse como el piloto que sumó a la ecuación para ser campeón una variable que hasta su aparición había sido desestimada: la resistencia humana, la condición física.
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