La primera vez que alguien me habló de un servicio similar al que hoy presta BlaBlaCar, una de las compañías más famosas en España de trayectos compartidos, fue hace más de tres años. El autostop es algo más que un medio de transporte para el que no tiene dinero para el autobús, es una forma de vida, incluso una fuente inagotable de experiencias para aquellos que lo practican, muy popular en muchos países de Europa y fruto de historias realmente impresionantes que han llegado a mis oídos en algunos de mis viajes fuera de España. De ahí que entonces considerase tan apropiado definir al fenómeno Carpool como el autostop de la era de la información.
Hoy en día, BlaBlaCar y otros servicios similares, se han convertido en una herramienta de uso cotidiano para muchos españoles, concertar trayectos compartidos para ahorrarse un buen dinero en gasolina, el coste del billete del tren o el autobús y tener compañía, porque no todo el mundo disfruta conduciendo solo.
Hasta tal punto ha llegado su popularización que las empresas de transporte profesional han iniciado una batalla contra ellos. ¿Tienen razón o sencillamente no han sabido adaptarse a las nuevas tecnologías?
La filosofía del carpooling es sostenibilidad y ahorro
Os diré por qué no tienen razón. Para empezar, BlaBlaCar tiene el objetivo utópico de contribuir a la reducción de la huella de CO2 que dejamos en nuestros trayectos habituales y de paso ahorrarnos unos euros. Imagina cuántas veces has viajado solo, o con un acompañante. ¿Por qué no compartir gastos con otros que en tu misma situación también hubieran tenido que viajar solos?
No me gusta hablar sin conocimiento de causa, aunque en este caso creo tenerlo. Jamás he probado BlaBlaCar, viajo bastante y no siempre para trabajar las pruebas que os ofrecemos periódicamente, pero prefiero la libertad de la improvisación – salir a la hora que más me convenga o evitar una autopista para disfrutar una carretera de curvas -, amén de la libertad y la individualidad, poner la música a tope o parar en un restaurante que me guste a comer unas tapas.
Compartiendo coche perderías esa libertad, esa individualidad que te da el coche privado. Pero las razones que te pueden invitar a usar un servicio para compartir coche tienen tanto peso como las que yo he esgrimido para no utilizarlo en todo este tiempo, imagina conocer a alguien interesante con quien charlar en un trayecto de varias horas o reducir los euros que te gastas a la mitad, a una tercera parte o… ganar incluso dinero. ¿He dicho ganar dinero? Sí, lo he dicho.
Es normal que, a lo largo de muchos trayectos compartidos, un conductor se encuentre con otros usuarios ya conocidos, que se compartan el número de teléfono entre ellos y que incluso vuelvan a quedar para realizar la misma ruta cada semana. Por cuestiones de trabajo, mucha gente recorre varios cientos de kilómetros para visitar a la familia o pasar el fin de semana en el pueblo.
Conozco a algunos usuarios que ya tienen un grupo fijo para realizar juntos la misma ruta todas las semanas. Imagino que tras pasar juntos tantas horas en un espacio tan reducido como el habitáculo de un coche, también habrán establecido una relación de colegueo y confianza que no se paga con dinero y que incluso si les costase lo mismo que viajar en tren o en autobús seguirían prefiriendo la opción de compartir coche con gente de su confianza.
Os diré por qué las empresas de transporte profesional tienen derecho a denunciar la situación. Aunque no creo que la práctica esté generalizada, es evidente que muchos han encontrado un negocio bastante lucrativo para obtener una remuneración extra todos los meses. También hubo algunos que, llegados a ese punto, encontraron un negocio bastante lucrativo.
Un buen amigo me contaba su experiencia con un usuario que comparte su coche para realizar un trayecto de ida y vuelta de más de 1.000 kilómetros todas las semanas, que había llegado a cambiar su coche por una gran furgoneta de pasajeros. Su compañía debía ser agradable, porque ya tenía una cartera de clientes (sí, clientes) lo suficientemente grande para llenarlo cada fin de semana.
Sus precios (sí, sus precios) seguían siendo más económicos que los del autobús, y ni que decir el tren o el avión, pero del hecho de compartir gastos y modernizar la idea del autostop, nos habíamos encontrado con que esto se había convertido en un negocio (sí, un negocio).
Se tienen que juntar diferentes variables para hacer que un servicio como BlaBlaCar se convierta para algunos en un negocio. De eso no tengo ninguna duda. Pero ya vemos la razón por la que las empresas de transporte de pasajeros deberían estar preocupadas. Hay gente que está realizando su trabajo en condiciones más atractivas para los usuarios y sobre todo en condiciones ilegales, puesto que en este punto ya ha dejado de ser un viaje pactado con gastos compartidos para convertirse en una prestación de servicios en toda regla, por supuesto no declarada al fisco y fuera de la legalidad existente para estos servicios, que no es poca.
Ahora bien, no sé tú, pero yo realmente tendría problemas para discernir entre aquel que honestamente comparte los gastos (que no solo es combustible, ten en cuenta los periodos de mantenimiento del coche, los neumáticos…) y el que ha encontrado un sobresueldo a final de mes. La línea roja la marcaría el punto en que los ingresos por trayecto superan a los gastos asociados. Pero, incluso en ese caso, ¿cómo lo demostrarías?
Al final, todos los servicios para compartir coche como BlaBlaCar, estarán obligados a realizar un cobro por adelantado y evidentemente adaptar su plataforma a una pasarela de pago que permita añadir un recargo (incrementará el precio de los trayectos, aunque no parece que de manera dramática como para ahuyentar a los usuarios) y declararlo honestamente ante la Agencia Tributaria.
Sinceramente, creo que al final esto fomentará que muchos sigan manteniendo su actividad compartiendo coche de espaldas a la aplicación que hizo que se conocieran y realizasen un trayecto juntos por primera vez.
Más información: El Correo
En Tecmovia: Carpool, así es el autostop de la era de la información