Nunca había sentido tanta indignación con una campaña de seguridad vial, y eso que en España se han lanzado acciones audiovisuales bastante cruentas, tanto como lo es la propia y cruda realidad. Tal vez fuera porque decenas de mis contactos lo compartieran en redes sociales junto a mensajes conmovedores. Tal vez porque reconozco que a mí también estuvo a punto de saltárseme una lágrima viéndolo. Y es que este anuncio, de verdad, apela a los sentimientos.
Para poneros sobre aviso, os advertimos de que el argumento es tan sencillo como el de unos chavales que asisten a una reunión sin saber que en realidad es un funeral en su honor. Allí sus familiares y amigos se lamentan de su pérdida, de lo absurda e incomprensible que resulta la muerte de un joven, como la de cualquier otra persona, por un accidente de tráfico. Y hete aquí el origen de mi indignación, tanta tristeza se debe a un único culpable: la velocidad.
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No voy a entrar en el dudoso gusto de una “broma” de estas características. No voy a hablar de Autobahn, ni de la seguridad de los coches de hoy en día, ni tampoco del estado del mantenimiento de las carreteras.
Se trata de una iniciativa de la administración belga, junto a diferentes organizaciones y empresas colaboradoras, para alcanzar el utópico objetivo de acabar con los fallecidos en accidentes de tráfico. Go for zero se llama la iniciativa y Il’est partit top vite, literalmente, “se fue demasiado rápido”, la acción concreta de la que os hablamos.
No hay duda de que su labor, la de conmover a los espectadores, la han conseguido. La repercusión en redes sociales lo atestigua. Pero, ¿y el mensaje de concienciación sobre seguridad vial? ¿Has aprendido una lección importante sobre conducción y seguridad? ¿Es la velocidad, el exceso, se entiende, tan terrible como la pintan en este anuncio?
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El siguiente anuncio, que se puede ver sobre estas líneas, no es menos cruel y conmovedor y refleja una situación tristemente cotidiana. Confluyen dos factores, dos imprudencias, y un accidente de extrema gravedad que en ese momento se torna inevitable. El vídeo no puede ser más claro para enseñarnos una valiosa lección sobre seguridad vial. Pero claro, un funeral no es el lugar más apropiado para hablar de estas cosas.
Este último, fue promovido este mismo año por la agencia de transporte neozelandesa. Y no solo se limita a mantener el discurso de que los excesos de velocidad pueden pagarse caros, sino de verdad ilustrarnos por qué esos excesos de velocidad pueden pagarse tan caros.
Cuando excedes los límites de velocidad, e incluso sin excederlos, nunca sabes si tras ese cambio de rasante habrá un coche que se ha saltado tu prioridad de paso; si otro conductor tomó la decisión de adelantar sin visibilidad; si una vaca, un ciervo o un rebaño habrá invadido la carretera; si los neumáticos de tu coche resulta que estaban más desgastados de lo que pensabas; si en la umbría de esa curva se mantiene el agua helada de la noche anterior, o restos de aceite del coche que se estrelló hace una semana.
Tal vez el accidente hubiera sido inevitable, o tal vez no, pero estarás conmigo en que la velocidad lo único que puede hacer es reducir tu capacidad de reacción y agravar las consecuencias del choque. Y esa, en mi modesta opinión, sí que es una lección importante sobre seguridad vial.