Ayer empezamos a probar para vosotros el nuevo SEAT León FR, con carrocería SportCoupé y el motor 1.8 TSI de gasolina, asociado a una caja de cambios manual. Si estuviera en la tesitura de comprarme un coche en estos momentos, tendría un candidato muy serio en este León. No es una afirmación hecha a la ligera, y os explicaré con calma por qué. Además, ni siquiera será necesario pensar en una versión diésel, porque los consumos del 1.8 TSI parecen de otra galaxia.
¿Quieres saber más?
Un gasolina con el que te olvidarás del diésel
Estoy seguro de que habréis escuchado la frase miles de veces, tan socorrida en el marketing de algunas marcas de coches. Por una vez, se cumple. El motor 1.8 TSI del SEAT León FR es de nueva factura, combinando inyección directa con sobrealimentación por turbocompresor. Aún siendo de dimensiones similares a anteriores 1.8 TSI, pertenece a una familia diferente de motorizaciones de última generación. En resumen, es más potente y sobretodo más eficiente.
El SEAT León de tercera generación se construye sobre la plataforma modular MQB del Grupo Volkswagen. En las versiones SC, mide 4,24 metros de largo, 1,81 metros de ancho y 1,43 metros de alto. En resumen, es un vehículo de dimensiones bastantes contenidas, lejos de los casi 4,50 metros que miden otros compañeros de segmento. El peso en este gasolina con caja de cambios manual es bastante contenido, dejando la balanza en unos correctos 1.290 kilogramos.
Su batalla es de 2.600 mm, una cifra que es ligeramente inferior a la de un León de cinco puertas. Maravillas de la plataforma MQB, batalla fácilmente modificable, entre otras cotas. En lo tocante al propulsor, el 1.8 TSI de 180 CV es la opción más potente en la gama FR de gasolina, cuando en la anterior generación se llegó a disponer de un 2.0 TSI de hasta 210 CV. El actual propulsor desarrolla unos sanos 180 CV de potencia entre las 4.000 y las 6.200 rpm.
Su par máximo es de 250 Nm entre las 1.500 y las 3.900 rpm. Acelera de 0 a 100 km/h en 7,5 segundos, con una velocidad punta de 226 km/h. Las cifras del 2.0 TDI FR de 184 CV son prácticamente idénticas, ligeramente más favorables para el diésel. El consumo medio declarado es de 5,9 l/100 km, con unas emisiones de dióxido de carbono de 137 g/km. La suspensión es independiente en ambos ejes, al igual que en todos los León de más de 150 CV.
¿El equilibrio perfecto?
Me siento en el asiento del conductor, que es realmente cómodo a pesar de sus marcados pétalos. Un viaje largo no pasa factura a pesar de su aspecto deportivo. En ciudad la visibilidad es correcta, ni mejor ni peor que la de otros compactos, como siempre, el grosor de los pilares C pasa factura. El SEAT León SC FR es relativamente discreto en la ciudad, con unas dimensiones con las que encontrar aparcamiento no es una tarea demasiado complicada.
La suspensión de estos FR es más firme que en las versiones estándar del SEAT León, pero no resulta incómoda a no ser que pasemos por zonas en muy mal estado. La suspensión del anterior León Cupra era realmente incómoda, este FR es mucho más civilizado. Si hay algo que no he logrado con este León ha sido arrancar en primera de manera fluida. Por algún motivo, acababa saliendo a trompicones. Tengo varias teorías sobre por qué esto me ha ocurrido con este coche.
En primer lugar, el León tiene un sistema que eleva ligeramente el ralentí en cuanto se empieza a soltar el embrague. La teoría es que ayuda a hacer las salidas. Cuando doy gas y suelto el embrague algo más el sistema se desconecta y el coche da algún trompicón, lejos del punto de calado. Pienso que quizá no me he hecho al embrague, pero no me ha pasado con ningún otro coche. Otra opción es que el sistema no estuviese muy bien calibrado en esta unidad.
Sea como fuere, el resto de marchas entran con suavidad y precisión. Desde muy abajo el motor tiene fuerza, por lo que ni siquiera necesitaremos pasar de las 2.000 rpm para movernos con comodidad por la ciudad. Este motor 1.8 TSI de 180 CV tiene Stop & Start, que funciona de manera muy discreta. El apagado del motor es imperceptible, el arranque es rápido, con una vibración mínima. No es el mejor del segmento, pero funciona sin queja alguna, en resumen.
Los León FR siempre han sido coches muy válidos en el día a día, sin llegar al compromiso con la comodidad y la usabilidad que supone un “GTI” completo. En autopista esto queda demostrado con un excelente aislamiento del ruido aerodinámico y de rodadura, además de estar muy plantado. Un aspecto que me ha dejado muy sorprendido de este León son sus consumos, realmente bajos para un gasolina de casi 200 CV. Consumos reales de campeonato, casi de diésel.
Desde Madrid a Herencia (Ciudad Real), quise hacer un experimento. A una velocidad de entre 100 y 105 km/h, rodando muy tranquilo, conseguí un consumo medio de sólo 4,7 l/100 km. Desde Herencia hasta Gijón (casi 650 km, incluyendo dos puertos de montaña y a 120 km/h de control de crucero) el consumo sólo ascendió hasta los 5,7 l/100 km. El depósito tiene una duración real de unos 850 km, una autonomía impresionante.
Pero donde un León FR debe comportarse bien es cuando llegan las curvas. Una de las novedades del León de tercera generación es un selector de modos de conducción, que actúa sobre la respuesta del motor, acelerador y dirección, fundamentalmente, sin afectar a la suspensión. Los modos Normal y Eco son los más usados para tratar de reducir consumos, pero es el modo Dynamic el que queremos explotar para pasar un buen rato. ¿Merecerá la pena?
Es cierto, el coche parece tensarse al oprimir dicho botón. El chasis está muy bien ajustado, con unos balanceos mínimos de la suspensión. Es un coche que realmente da mucha confianza, y que en el límite es predecible, con una entrada gradual de los sistemas de control electrónico. El motor responde estirándose hasta casi 7.000 rpm, con fuerza y contundencia, sin llegar a sentir una patada demoledora como la que conseguiría un compacto GTI.
¿Es esto malo? Sus prestaciones no son las de un GTI, pero son suficientes para el 95% de la población, que además podrán compaginarlas con una conducción económicas y un menor coste de mantenimiento. Es capaz de poner una sonrisa en nuestra cara en un tramo de curvas, donde podemos pasarlo muy bien sin correr el mismo peligro que con un coche de 100 CV adicionales, que en muchos casos se nos queda grande, y cuyo potencial completo no sale a relucir.
Si hay que poner un pero es la respuesta de la dirección, que nos transmite poco de lo que ocurre bajo las ruedas, un problema común en casi todos los vehículos con dirección asistida eléctrica. El resumen es que el León FR es un compacto “GT” que combina aptitudes del día a día sobresalientes con una dinámica capaz de convencer a un aficionado exigente. Menudo panfleto publicitario, ¿no? Os aseguro que es lo más lejano a lo que quiero transmitiros.
Lo que voy a decir es quizá incorrecto y subjetivo, pero si tuviera que comprarme un coche, posiblemente sería un León FR con motor 1.8 TSI. Tiene todas las cualidades para enamorar a quien lo conduzca, gasta poca gasolina y pone una sonrisa en tu cara cada vez que lo ves en el garaje. Y quizá eso sea lo más importante. El equilibrio de usabilidad y deportividad que SEAT ha conseguido en el León es digno de elogio. Un producto nacional de calidad europea.
Seguiremos pronto hablando de rivales y precios.
Muchas gracias a Laboral Ciudad de la Cultura por dejarnos usar la increíble plaza central del edificio, y a mi amigo Fer por la ayuda en la sesión fotográfica.
En Diariomotor: SEAT León FR SC 1.8 TSI, a prueba. Cuando el salto generacional merece la pena
