Rolls-Royce tiene una espina clavada desde que fue adquirida por BMW. Pese a que el propulsor V12 en sus dos configuraciones exclusivas para Rolls están considerados como auténticas delicias por suavidad y rendimiento, el hecho de que su fabricación siga estando realizada en suelo alemán no termina de cuajar en una firma cuya imagen y proyección siempre ha estado, está y estará por encima de muchos otros valores.
La nueva era de Rolls-Royce en manos de los V12 de BMW
Tiempo ha de aquellas épocas en que los propulsores V8 de Rolls-Royce lucían manufactura británica y llegaban al mercado con mínima información en torno a sus detalles llegando a calificar su potencia con la única etiqueta de “suficiente”. Tras la ruptura de Rolls-Royce y Bentley para comenzar una nueva etapa en manos de BMW y Volkswagen-Audi respectivamente, BMW decidió abandonar la arquitectura V8 en favor de un diseño V12 derivado del BMW Serie 7 y con parientes tan cercanos como el BMW 850i y el McLaren F1.
Los primeros compases de esta nueva etapa de Rolls-Royce en manos de BMW tuvieron como resultado un alto grado de satisfacción en tanto a la mecánica V12 de origen alemán. La evolución del propulsor ha sido realizada de forma paralela al Rolls-Royce Phantom – modelo encargado de estrenar el 6,75 V12 -, estrenando en el Rolls-Royce Ghost una nueva generación que, aún manteniendo el esquema V12, rebajaba su cilindrada hasta los 6,6 litros, añadía doble turbocompresor y aumentaba la potencia desde los 460 a los 570 CV.
Bentley, eterna rival de Rolls, ha reinventado toda su gama en idéntico periodo al que ha necesitado Rolls-Royce. La prueba más evidente del tremendo cambio de Bentley la tenemos esta semana en Altas Prestaciones con la prueba del Bentley Flying Spur. Pero Bentley ha conseguido cumplir uno de sus grandes objetivos trasladando a su sede de Crewe (Inglaterra) la totalidad de la producción de sus motores insignia, los 6.0 W12 Twin Turbo.
Rolls-Royce, a través del jefe de la planta de Goodwood Frank Ludwig, ha explicado que los planes de traslado de producción de los motores V12 a suelo inglés tendrán que esperar todavía más, y es que el grado de exigencia y conocimiento que exige la fabricación de las unidades V12 hace sumamente difícil asumir una nueva localización y mano de obra sin comprometer los elevados criterios de calidad.
Por ahora Rolls-Royce tendrá que seguir sufriendo en silecncio con la idea de un corazón alemán dando vida a un espíritu inglés.
Fuente: Autocar.co.uk
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