Conforme van transcurriendo las carreras y se alcanzaba el grado óptimo de fiabilidad y prestaciones en los vehículos, han ido creciendo las quejas sobre el comportamiento de los compuestos que integran la gama Pirelli para este año, hasta estallar definitiva y ruidosamente en Mónaco.
Sin duda y a tenor de los datos obtenidos en las cinco carreras anteriores a la del Principado, se puede decir que la fábrica italiana ha podido pecar de conservadora con sus gomas en esta temporada que estrena reglamento. El peso de los vehículos es mayor en la actualidad que en sesiones pasadas y las unidades de potencia, si bien ofrecen una cantidad similar de caballos que los desterrados V8, lo hacen bajo parámetros bien diferentes ya que el par motor es más elevado y se entrega a un número de revoluciones menor.
En previsión de sufrir problemas como los habidos en la temporada 2013, que recordemos, estuvieron a punto de acabar con su imagen de marca tras los sucesos de Silverstone —nada menos que cinco neumáticos traseros izquierdos reventaron en el fin de semana que acogía el Gran Premio de Gran Bretaña—, Pirelli sorteaba el otoño anterior y el comienzo de esta sesión, rodeándose de todo tipo de precauciones y encontrando por primera vez el apoyo explícito de los equipos desde que desembarcó en 2011 como proveedor único de neumáticos para F1.
Así las cosas y aunque a priori el cuadro puede parecer meridianamente nítido, hay que decir que lo sucedido en El Principado no ha sido culpa exclusivamente de Pirelli.
Las velocidades que se alcanzan en Mónaco son las más bajas de la temporada, de hecho, su circuito es el más lento del Mundial, de forma que alcanzar el grado óptimo de temperatura en los neumáticos resulta un poco más lento que en otros circuitos porque para colmo, el trazado dispone de un grip bastante escaso. Además, la carga de gasolina también es menor que en otros lugares porque a pesar de las 78 vueltas que tienen que dar los coches a la cuerda total de Monte-Carlo, la distancia completa que se recorre durante el Gran Premio es la más corta del calendario, concretamente de 260,5 kilómetros cuando lo normal es alcanzar o acercarse a los 310.
Si como hemos visto la velocidad en Mónaco no ayuda y el peso de los monoplazas en orden de carrera tampoco lo ha hecho, la temperatura del asfalto debería ser lo que permitiera mejorar el adecuado y rápido calentamiento de las gomas, pero el caso es que en este sentido tampoco la suerte ha favorecido a Pirelli: el fin de semana ha sido relativamente fresco en El Principado y han abundado la nubes, y por tanto, el piso de la pista no ha estado en condiciones óptimas. Para rematar el feo escenario, el granizo y la lluvia que cayeron sobre el circuito al inicio de la tarde del pasado jueves, arruinaron las aspiraciones de los equipos a la hora de entender los compuestos…
En este sentido, lo único que cabe decir es que de cara al Gran Premio de Mónaco, la milanesa ha hecho todo lo que estaba en su mano hacer: elegir los neumáticos más blandos de su gama (superblandos como option y blandos como prime).
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