Malos tiempos para la ciencia. En los últimos años hemos asistido a un retroceso preocupante en la inversión en proyectos tan apasionantes como los programas espaciales de la NASA en la Luna y Marte. Pero no está todo perdido para los que nos entusiasmamos por la grandeza de la exploración espacial. Sobre nuestras cabezas orbita la Estación Espacial Internacional, una inmensa mole de más de 400 toneladas que ocuparía el terreno de juego de un campo de fútbol. Y sobre marte se mueve, con paso lento pero constante, Curiosity, el auténtico “utilitario” marciano, un vehículo en el que – por cierto – también hay contribución española.
Curiosity no deja de saciar nuestra curiosidad, válgase la redundancia. Por eso seguimos con atención su avance continuo por la superficie del planeta rojo. Recordemos que este laboratorio rodante será el responsable de determinar si existieron las condiciones idóneas para aseverar que hubo, o pudo haber, vida en Marte. Entre sus tareas, Curiosity también intentará conocer un poco más el escenario de futuras misiones y, quién sabe si algún día, establecer colonias humanas en nuestro planeta vecino.
Hace unos días la NASA anunciaba que Curiosity empezaría a rodar marcha atrás para proteger sus ruedas. Una curiosidad que nos ha invitado a profundizar en el funcionamiento de este avanzado artilugio y en su trabajo cotidiano sobre la superficie de Marte.
Tiene ruedas y se mueve, por lo tanto este automóvil es muy parecido, pero también muy diferente, a tu coche. Su longitud es ligeramente superior a la de un Smart, aunque este todoterreno marciano es más ancho y alto, por la posición de la cámara de 360º, y carece de una carrocería al uso y – evidentemente – un puesto de conducción, puesto que su funcionamiento se basa en las indicaciones que se envían desde el planeta Tierra.
Con seis ruedas es un poco más largo que un Smart
Para moverse con soltura y gracia por la superficie de Marte, Curiosity cuenta con seis ruedas en ejes completamente independientes y brazos de suspensiones articulados para sortear obstáculos de medio metro de altura.
El cuerpo de Curiosity se compone esencialmente de una célula de seguridad que protege todos sus componentes, los encargados de su movilidad y el laboratorio rodante que lleva a bordo. A la NASA le gusta definir a su criatura como un humanoide, con cerebro, brazos, piernas y ojos, que por cierto nos muestran ya imágenes a todo color de la superficie de Marte.
El vehículo marciano tiene un peso inferior a 900 kilogramos terrestres, que incluyen 75 kilogramos de sistemas escogidos por los científicos para sus investigaciones. Su peso es ligeramente inferior al de un Renault Twingo, aunque es significativamente más pesado que sus predecesores. Curiosity se sentirá mucho más ligero en Marte, puesto que la fuerza gravitatoria del planeta (inferior a la terrestre) hará que pese una tercera parte.
En Marte aún no hay gasolineras, ni puntos de recarga de eléctricos. En cualquier caso el problema de Curiosity no estará en la autonomía ni en el suministro energético. El Departamento de la Energía de los Estados Unidos desarrolló una fuente energética que le conferirá autonomía por más de catorce años, aunque el programa de momento solo vaya a durar dos años terrestres (un año de Marte).
Autonomía para 14 años de trabajo gracias a la energía nuclear
Curiosity utiliza la energía nuclear, la electricidad obtenida del calor que generan las emisiones de radioisótopos del plutonio-238.
Otro dato interesante. Curiosity tuvo que enfrentarse a un viaje espacial de 254 días en una cápsula creada a tal efecto antes de aterrizar en Marte para posarse suavemente (a menos de 3 km/h) sobre la superficie marciana. En Marte tampoco hay mecánicos y el mínimo error podría conllevar un estrepitoso fracaso para la misión. Por eso mismo Curiosity cuenta con infinidad de sensores y envía permanentemente sus constantes vitales a la Tierra.
Curiosity cuenta con seis ruedas, cada una con su correspondiente motor y las cuatro de sus extremos con capacidad de giro. Las ruedas miden 20” y apenas tienen perfil, pero nada tienen que ver con las que calza un deportivo moderno. Están construídas en aluminio y titanio, para los radios y para la superficie metálica que estará en contacto con el asfalto. Pensemos que las temperaturas extremas y la degradación imposibilitan el uso de caucho en Marte.
En cualquier caso Curiosity también tiene que enfrentarse al problema de la durabilidad de sus “neumáticos”. En los últimos días la NASA confirmó que cambiarían el sentido de la marcha de Curiosity para proteger las ruedas.
Las ruedas minimizan su erosión circulando marcha atrás
Por sorprendente que resulte las ruedas de Curiosity sufren menos degradación cuando circula marcha atrás, posiblemente por la distribución de pesos de los artilugios científicos que lleva a bordo y diferencias sutiles que minimicen ligeramente la probabilidad de averías. La NASA habría detectado algunos desperfectos en las ruedas por el constante contacto con rocas muy afiladas.
Más cifras. Curiosity tiene una velocidad punta de 4 centímetros por segundo y está preparado para recorrer más de 20 kilómetros en esta su primera misión. Aunque pueda parecer una velocidad y una distancia ridícula, no lo es. Los 5,21 kilómetros que ha recorrido desde su aterrizaje en agosto de 2012 han sido concienzudamente planificados.
La NASA escogió un lugar idóneo para su aterrizaje y cada movimiento está supervisado por un láser que detecta rocas potencialmente útiles (en las que pueda haber presencia de minerales nacidos por procesos químicos que involucrasen agua) y sensores que rastrean amenazas (rocas, dunas, montículos…). Antes de dar un paso Curiosity siempre intenta escoger la ruta más segura y útil. El láser de Curiosity es capaz de detectar concentraciones de agua del 0,1 por ciento en rocas enterradas a 2 metros de profundidad.
Curiosity está equipado con un “hombre del tiempo” en Marte y ese hombre del tiempo ha sido diseñado y fabricado por el Centro de Astrobiología de Madrid y el equipo liderado por Javier Gómez-Elvira.
Un “hombre del tiempo” robot Made in Spain
La estación meteorológica española Rover Environmental Monitoring Station (REMS) se encarga de medir la velocidad y la dirección del tiempo, la presión, la humedad relativa, la temperatura del aire y el suelo y las radiaciones ultravioleta en cada sesión de análisis, de cinco minutos de duración, que se realiza cada hora.
Por cierto. Los avances de Curiosity y las novedades del programa espacial en Marte pueden seguirse desde el canal de Twitter que la NASA ha habilitado a tal efecto en @MarsCuriosity.
Fuente: NASA
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