La primera vez que probé un smart – que además era fortwo cabrio – no podía dejar de pensar en que estaba conduciendo un biplaza, con motor posterior, tracción trasera y techo desmontable de tipo targa. Necesariamente, algo divertido debería salir de esa experiencia. La experiencia de conducir un smart fortwo por primera vez es gratificante, pero ni mucho menos comparable a la de conducir un deportivo con esas características, ni tampoco comparable a otra de las sorpresas que tenían preparadas la gente de smart para la primavera de 2013.
Con la base apropiada, ¿por qué no transformar al smart en un roadster de raza? Es lo que debieron pensar la gente de smart. Tras la experiencia del crossblade, no dudaron en crear un roadster de culto, un modelo del que llegaron a rodar más de 43.000 unidades por el mundo. El smart roadster se comercializaría en dos sabores, con luneta trasera fija y un pequeño voladizo o con una trasera de tipo fastback completamente acristalada, al más puro estilo shooting-break. También se comercializaría también con techo rígido y de lona, con la opción de desmontarlo manualmente y alojarlo en el maletero o, en el caso del segundo, con un sistema de plegado eléctrico.
El smart roadster, obviamente, preservó el motor trasero de sus hermanos, con solo tres cilindros, pero el desplazamiento fue creciendo para ofrecer más potencia, inicialmente 61 y 82 CV a elección del consumidor. Te puede parecer poca potencia para un deportivo, pero si tenemos en cuenta que su longitud era de 3.5 metros, su altura de 1.2 metros y su peso de 790 kilogramos, no te extrañe que esta bestia pudiera alcanzar los 175 km/h.
Pero eso no es todo. El inicio de la colaboración con el preparador BRABUS, históricamente asociado a Mercedes-Benz, supuso la llegada de no pocos smart muy picantes, el que más, el smart roadster BRABUS, que con 101 CV de potencia, llantas de 17”, asientos de piel calefactados y levas en el volante, ya alcanzaba los 195 km/h.
En un momento de locura transitoria, BRABUS quiso ir más allá con varios prototipos que de haberse comercializado hubieran sido épicos. Para conmemorar el cien aniversario de una carrera que se celebraba cada año cerca de Stuttgart, decidieron juntar dos motores de tres cilíndros en un único bloque, montar doble turbo y duplicar, a fin de cuentas, la mecánica de un smart roadster normal y corriente. El resultado fue un smart roadster V6 biturbo con 170 CV para poco más de 800 kilogramos, capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en menos de seis segundos.
Esta locura no llegó a buen puerto, entre otras cosas por el excesivo espacio que ocupaba el motor y que obligaba a recolocar el depósito de combustible en el vano delantero.
Con una producción en el orden de decenas de miles de unidades, es relativamente sencillo y económico encontrar un smart roadster en buen estado. Reconozco que de vez en cuando, en esos momentos en que mi cuerpo me pide un roadster, el smart es una de las opciones que me planteo y que sigo muy de cerca en los buscadores de ocasión de la red.
Aunque se han revalorizado bien – mucho mejor que roadsters más famosos como el MX-5 – su coste no es tan alto como el del exclusivo crossblade del que ya os hablábamos anteriormente. En torno a 4.000 o 5.000 euros hay opciones en buen estado, salvo que busquemos un Brabus, el más deseado, que hará que nuestro presupuesto se dispare.
Fuente: Daimler
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