Dunlop ha querido tirar de inteligencia colectiva y la supervisión del ingeniero y reputado diseñador de deportivos de competición Sergio Rinland, para explorar cómo sería el coche de carreras del futuro. El resultado se ha plasmado en unos bocetos, como el que ilustra este artículo, que nos presentan un monoplaza futurista, carenado, con materiales ligeros, propulsión alternativa, neumáticos inteligentes, aerodinámica adaptativa y una cuestión que nos ha llamado especialmente la atención, carecerá de frenos al uso.
Aunque de momento la legislación no permite la existencia de coches sin frenos, sí hemos tenido ocasión de probar automóviles que prácticamente pueden conducirse con un único pedal, el del acelerador. Existen casos especialmente trabajados, como el del Volkswagen e-Up!, que gracias a diferentes niveles de recuperación de energía retienen lo suficiente el coche al soltar el acelerador como para suplantar el uso del freno en condiciones normales.
La motivación inicial para diseñar un sistema que recupere la energía, evidentemente no es el confort, sino un aprovechamiento energético eficiente, una cuestión especialmente importante en vehículos eléctricos, con autonomía limitada, un concepto de “sostenibilidad” cada vez más importante en la competición y si no que se lo digan a los corredores de la Fórmula 1 o a los LMP1 de las 24 Horas de Le Mans de este año.
En esta casa obedecemos las leyes de la termodinámica
El problema fundamental de aplicar soluciones tan radicales en coches de competición radica en que el piloto ya no puede gozar del feedback que existía en los coches de antaño. Un caso sencillo es el que nos comentaba Marc Gené de su Audi R18 e-tron quattro de Le Mans, al ser híbrido, el piloto requiere adaptarse al sonido del motor, no tan intuitivo como el de un coche de carreras con un motor térmico al uso. Entre otros problemas, los pilotos de la Fórmula 1 han tenido que enfrentarse al nuevo feedback de su monoplaza, a sensaciones, como el empuje del sistema híbrido, cambiantes en cada vuelta y en cada parcial según la carga de las baterías.
Pero incluso asumiendo que los ingenieros pudieran perfeccionar el sistema y lograr una frenada regenerativa que sustituyera a los frenos “físicos” de toda la vida, incluso haciendo que esa frenada regenerativa trabaje con un pedal para frenar, lo que propone el deportivo de carreras de Dunlop es utópico. Y no por ser utópico, los desarrolladores tendrán que dejar de luchar por aproximarse a ese ideal, por otra parte inalcanzable.
El Future Race Car de Dunlop sería capaz de aprovechar toda la energía disponible, con un sistema de recuperación sin pérdidas por fricción o calor. Esto es técnicamente imposible puesto que, como diría Homer Simpson, en esta casa obedecemos las leyes de la termodinámica. Se puede trabajar para conseguir sistemas que reduzcan en la medida de lo posible las pérdidas por fricción, o la energía que se transforma en calor, un sistema adiabático. Pero lograr el cero absoluto, de momento, no parece estar al alcance de la tecnología y los materiales utilizados actualmente.
Fuente: Dunlop
En Tecmovia. Enemigos de la eficiencia: la frenada térmica y la frenada regenerativa