En los últimos meses hemos visto numerosos e importantes movimientos en torno a conectividad, entretenimiento y tecnología para nuestros automóviles. Absolutamente ninguna marca, y tampoco ninguna de las tecnológicas más influyentes del panorama de la telefonía móvil, quiere quedarse fuera de una carrera al sprint que pretende redimir lo que para muchos ha evidenciado cierta lentitud, para adaptarse a estos tiempos, por parte de los constructores de automóviles. Si desde hace años gozamos de millones de apps y funciones “avanzadas”, como streaming de música, en móviles al alcance de todos los bolsillos ¿Por qué ha tardado tanto tiempo en estandarizarse esta tecnología en productos que de media superan los 10.000€?
En lo personal, ni me gustan los monopolios, ni tampoco lo oligopolios. Pero hay que reconocer que el avance del smartphone lo han protagonizado un grupo reducido de fabricantes tecnológicos que han apostado por sistemas como iOS, Android y Windows. Con un mercado en mano de unos cuantos fabricantes, y de unos estándares muy claros, los desarrolladores fueron los verdaderos responsables de que hoy en día un teléfono móvil tenga tantas funcionalidades que necesitaríamos como mínimo cien vidas para descubrirlas. Los desarrolladores fueron los responsables de que la plataforma de descarga de aplicaciones del App Store y del Market de Android cuenten para sí con más de un millón de aplicaciones. ¿Y por qué aún no hemos vivido esa eclosión tecnológica en nuestros coches?
Aunque la industria del automóvil pueda parecerse cada vez más a ese oligopolio tecnológico, y a la estandarización de los sistemas operativos de telefonía móvil, el infoentretenimiento hasta hace poco seguía siendo un tema íntimo de cada marca. Hoy en día nadie se rasga las vestiduras porque un Renault, un Nissan, un Mercedes-Benz, e incluso un Dacia, compartan lo que en esencia es el mismo motor. Pero esos mismos acuerdos que han ayudado a muchas marcas a gozar de mecánicas competitivas, compartiendo costes de desarrollo o mediante otro tipo de intercambios, rara vez se han trasladado a un apartado cada vez más importante para el consumidor, el de la tecnología de entretenimiento y la conectividad.
A mi juicio, la reacción del sector ha sido lenta. No vamos a decir que no hayamos probado equipos de entretenimiento avanzados, pero tampoco que la tecnología que presenten ya la hubieran superado muchos tablets y muchos smartphone años atrás. No creo que ni mucho menos desarrollar un equipo de entretenimiento y un navegador sea más caro que lanzar un híbrido, un eléctrico o un nuevo motor, sino todo lo contrario. No son aspectos comparables, aún así, ¿alguien duda que el equipo de entretenimiento del coche no es cada vez más importante para el comprador?
Hoy en día podemos decir que se están dando pasos muy importantes en este desarrollo tecnológico de nuestros coches. Pero, ¿de verdad no sigue resultando chocante que, incluso en un coche de lujo, para gozar de un sistema agradable, fácil de manejar, con una interfaz cuidada y con todas las funciones que necesitamos, sea necesario desembolsar varios miles de euros por un extra opcional?
La llegada de Apple CarPlay, Android Auto y Windows in the Car, pretendía quitar un gran peso de encima a todos los fabricantes. Incluso una empresa como Apple, obcecada en que su software no fuera dependiente del hardware de terceros, había logrado hacer fuerza con los fabricantes de la mayoría de coches que cada año se venden en el mundo, renunciar a una de sus señas de identidad para asegurarse de que CarPlay estuviera en su salpicadero. Por suerte, estos acuerdos no eran excluyentes, Android hizo lo propio y Microsoft ya ha mostrado su propia propuesta para no quedarse fuera de este mercado. Lo normal es que en los próximos años veamos una oleada de automóviles que sean compatibles con todas estas plataformas.
La idea de estos sistemas me convence. Si tenemos una herramienta tan potente como un smartphone de última generación en el bolsillo, ¿por qué no aprovechar todo su potencial en nuestro coche? Podríamos ir más lejos. Cambiar de móvil cada dos años no es nada raro, de hecho me atrevería a decir que lo habitual es que el cambio se produzca incluso antes. Comprar un coche nuevo cada dos años es un lujo que muy pocos se pueden permitir. Esta tecnología podría ser un primer paso adelante para gozar de funciones avanzadas en los equipos de entretenimiento de nuestros coches con tan solo remplazar el teléfono móvil.
Por desgracia, aún no hemos descubierto más que una ínfima parte del potencial de estos sistemas. Sabemos que ofrecerán streaming de música, navegación y que Apple y Android habrían cerrado acuerdos con desarrolladores responsables de apps tan populares como Spotify para mantener un software compatible. El número de aplicaciones compatibles tiene que crecer, no hasta el límite de las plataformas de descarga de apps para móvil, pero sí hasta donde lo permita la prudencia y la lógica, la que debe imperar en un sistema que por cuestiones de seguridad en la carretera debe seguir un patrón determinado de usabilidad en las interfaces.
Y para llevarnos a todos la contraria, siempre quedará alguna marca como Ford. No es que Ford se haya querido desmarcar de la estrategia de Apple y Android, de hecho, como el resto de fabricantes será compatible con CarPlay y con Android Auto. Pero Ford sí que ha abogado por un sistema, SYNC, abierto para desarrolladores externos que quieran integrar sus propias apps en el salpicadero de un Ford.
Durante estos días se decía que, ante la llegada de estos sistemas, General Motors ha planificado remplazar su sistema de apps con MyLink-IntelliLink – que esencialmente ofrecía la misma funcionalidad que CarPlay o Android Auto – para delegar estas funciones en sus nuevos partners tecnológicos. En cualquier caso, la llegada de Android, Windows y CarPlay no debería significar el fin del desarrollo tecnológico de los fabricantes de automóviles, sino el comienzo de la búsqueda de una cierta simbiosis.
Muchos fabricantes serán capaces de ofrecer sistemas de entretenimiento sencillos, pero decentes, sin invertir demasiado dinero. Es más, un sistema como IntelliLink de Opel bien puede ofrecerse de serie en toda la gama, es un hardware relativamente sencillo y sus funciones más importantes delegarán en tu móvil. Muchas marcas tan solo tendrán que centrarse en ofrecer un hardware bien integrado, mejorar su interfaz de acceso (táctiles, giratorios en la consola central, etcétera) y mantener la compatibilidad con sus socios tecnológicos.
Los equipos de entretenimiento más avanzados seguirán evolucionando. Pero, como la última tecnología también se paga, solo estarán disponibles en vehículos de gama alta o pagando costosos opcionales. Un buen ejemplo de una buena integración entre CarPlay y un sistema de entretenimiento de última generación, realmente avanzado, lo tenemos en el Volvo XC90 2015.
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