Hay algo que huele realmente mal en la industria del automóvil. Uno de los últimos casos de llamadas a revisión millonarias, el de los sistemas de arranque e ingnición de General Motors, ha destapado la terrible realidad del tratamiento que los fabricantes pueden hacer de estos sucesos, de errores de diseño y construcción que pueden acarrear heridos graves y fallecidos, como tristemente ha sucedido en esta ocasión. Y ha tenido que ser un asunto tan espinoso y oscuro como este, el que lleve a las autoridades estadounidenses a proponer durísimas penas de prisión, incluida la cadena perpetua, a quienes se consideren responsables de estos casos. En definitiva, el caso de General Motors podría cambiar, para bien, la seguridad de los automóviles y el tratamiento de las llamadas a revisión.
La llamada a revisión: el sistema de ignición de General Motors
Febrero de 2014. General Motors anuncia una llamada a revisión por problemas graves en los sistemas de ignición de 780.000 vehículos, llamada que pronto se extendería a más de un millón de vehículos (ver comunicado de GM) y que hoy en día afecta a 2,5 millones de unidades, la mayoría comercializadas en Estados Unidos, incluidas 7.450 unidades del Opel GT europeo (ver comunicado de GM).
El delicado problema del sistema de ignición de General Motors provocaba que, accidentalmente, la llave pudiera girar de manera involuntaria de la posición de arranque, hasta la posición de “accesorios” o “apagado completo”. No hace falta que entremos en detalle acerca de lo peligroso que puede resultarnos que suceda algo así en plena marcha y aún menos ante un posible accidente. General Motors advertía de que la desconexión fortuita del motor también podía producirse si el coche experimentaba una salida de vía y que como consecuencia de ello, los frenos no funcionarían correctamente y los airbags podrían no desplegarse.
Ya hay más de 30 casos de fallecidos relacionados con este asunto, aunque hasta el momento ninguno en Europa. Pero no sería demasiado temerario suponer que los fallecidos y heridos podrían ser muchos más de los que, tras la tormenta levantada en Detroit, han comenzado a identificarse.
El timing y la mayor metedura de pata de General Motors en Detroit
Una llamada a revisión ya es un tema suficientemente delicado como para conllevar un daño prácticamente irreparable a una marca, millones de euros en compensación a víctimas, otro tanto en acometer la solución del problema, por no hablar de las responsabilidades penales con las que deben acarrear los culpables y los daños económicos por la mala publicidad que siempre aportan estos casos. Pero siempre hemos de tener en cuenta que el daño mayor, el único que de verdad es irreparable, es el sufrido por los heridos y los fallecidos con casos relacionados con el problema que ha de resolver la llamada a revisión.
El caso de los sistemas de ignición de General Motors levantó una tormenta de proporciones épicas en Detroit. Por las consecuencias que habría tenido el problema y, sobre todo, por los indicios de que General Motors podría haber retrasado adrede la llamada a revisión… durante años. Existen informes y advertencias de ingenieros de la marca que ya en 2005, el año en que se lanzaba el Chevrolet Cobalt afectado por este problema, advertían de los peligros, y que General Motors fue corrigiéndolo con el tiempo en sus nuevos lanzamientos sin solucionar el defecto en los millones de vehículos que ya estaban en circulación en Estados Unidos.
Ocultar el problema no hizo otra cosa que empeorarlo
Las consecuencias de esta llamada a revisión han llevado a General Motors a enfrentarse a multas de 35 millones de dólares (ver comunicado de NHTSA). Pero el problema del timing llegó hasta Mary Barra, la primera CEO de General Motors, que llegó al cargo en enero y que alegó haber actuado en consecuencia en cuanto tuvo conocimiento del caso. Para complicar aún más las cosas de Mary Barra y de el gigante de Detroit, The Wall Street Journal (ver reportaje) filtraba hoy mismo una serie de emails que evidenciaban que el día 18 de diciembre, casi dos meses antes de la llamada a revisión, General Motors había encargado a Delphi, el proveedor del sistema de encendido que resolvía el problema, un gigantesco pedido de 500.000 sistemas y de hacer todo lo posible para agilizar su producción y su envío, una medida urgente que debía llevarse a cabo as soon as possible. Un email oportuno que llegaba un día después de una reunión de directivos en la que ya se habría hablado del tema, aunque no existen registros del encuentro, ni se tomaron acciones públicas al respecto.
Y es ese timing el que evidencia algo más que la dejadez de un fabricante a la hora de lidiar con un problema que podría causar accidentes fatales. En un momento en el que ya se tenía constancia de la gravedad de lo sucedido, en el que no se podía ocultar durante más tiempo esta crisis y con una llamada a revisión en ciernes, General Motors tendría que esperar a la llegada de los repuestos necesarios para atender el aluvión de reparaciones que tendrían que solucionar en los talleres.
Y mientras tanto, y hasta febrero de este mismo año, sus clientes no fueron conscientes del peligro que tenían en su coche y que General Motors ya sabía que podía haber provocado decenas de fallecidos. Lo peor es que, tal y como apunta la propia marca, hasta ahora esa fuera su forma de actuar y mucho nos tememos de que también lo sigue siendo en otros fabricantes.
La seguridad y los casos de llamadas a revisión nunca volverán a ser, por suerte, los mismos
A raíz del informe de Wall Street Journal, se producía un pronunciamiento en el que General Motors (ver comunicado) no negaba los hechos, lo cual no deja de ser preocupante. Sino que recordaba que este caso ha cambiado por completo su manera de actuar ante un posible caso de un defecto grave en sus vehículos. General Motors asegura que ahora cuentan con un un equipo que garantiza que cualquier riesgo potencial es revisado con cautela, que recopilarán todos los datos referentes a cada caso para abrir una investigación que determine si es necesaria la llamada a revisión y que contarán con un equipo de expertos para tomar la decisión tan pronto como sea posible.
Un dato: en septiembre había una llamada a revisión de Opel Corsa y ADAM en Europa en el que General Motors recomendaba, de manera urgente y expeditiva, que los propietarios de coches afectados no condujeran su coche bajo ninguna circunstancia. Este caso, no conectado con el del sistema de ignición de General Motors en Estados Unidos, nos sorprendió por la urgencia y el mensaje del comunicado.
No es que nos tranquilice demasiado, o al menos no tanto como el hecho de que las autoridades estadounidenses ya estén proponiendo que se endurezca la ley hasta un límite que no debería dejar el mínimo resquicio para que un fabricante pueda sentirse seducido por ocultar un caso y no proponer una llamada a revisión en el mismo momento en que sean consciente de los riesgos a los que se enfrentan sus clientes.
Si actualmente la máxima sanción que puede sufrir un fabricante es de 35 millones de dólares, se habría propuesto que las sanciones alcancen los 300 millones de dólares. Y lo que aún es más importante, que un directivo que conscientemente haya retrasado una llamada a revisión, aún conociendo el riesgo, pueda enfrentarse incluso a penas de cadena perpetua.
En Diariomotor: Por tu seguridad, deja el coche en el garaje: de llamadas a revisión y del “más vale prevenir que curar”