Creías que lo sabías todo acerca del diseño de un habitáculo de un automóvil, pero el coche autónomo está llamado a romper esquemas, a transformar por completo la concepción que tenemos de un automóvil en sí mismo. El diseño de un habitáculo es anterior, incluso, a la invención del propio automóvil. Hay indicios de que los celtas ya habían diseñado los primeros carruajes, tirados por caballos, que más adelante alcanzarían su auge en la antigua Mesopotamia y las civilizaciones egipcia y romana. Pero no queremos hablar de pasado, sino de futuro, de futuro próximo.
A nadie se le escapa que el concepto más básico del habitáculo de un automóvil, al igual que en aquellos carruajes primigenios, se basa en un puesto para el conductor, orientado hacia el frente, y en las correspondientes plazas para sus pasajeros. Pero todo eso podría cambiar muy pronto, con la llegada del coche autónomo. Y es que perdida la necesidad de un conductor que controle los mandos, los diseñadores gozarán de mayor libertad para transformar el habitáculo de un automóvil en un auténtico vagón de primera clase. De ahí que probablemente no nos quedemos cortos cuando afirmamos, sin ningún rubor, que el coche autónomo bien podría ser la mayor revolución del automóvil desde los tiempos de Henry Ford.
Mercedes-Benz ya apuntaba en esa línea trasladando su visión conceptual y virtual del habitáculo del futuro al TecDay “Autonomous Mobility” de Sunnyvale, California. No es algo inédito de los alemanes, pero no deja de ser innovador el hecho de acudir a un evento con un prototipo virtual, prácticamente intangible, de un habitáculo. Mercedes cree que el salto natural que viviremos en nuestros automóviles, en cuanto el coche autónomo llegue al público en general, será el de sustituir las clásicas filas de asiento paralelas y orientadas hacia el frontal, por sistemas basados en asientos pivotantes, que en un espacio relativamente reducido permitan viajar, cara a cara, a cuatro pasajeros.
En ese sentido pensemos en las connotaciones de esta evolución, más allá de la curiosidad técnica. Pensemos en que eso también supondrá un cambio radical en la relación entre los pasajeros, entre todos los pasajeros. Ya no habrá un conductor al uso, y sí un grupo de pasajeros que podrán disfrutar del viaje de una forma inusual, completamente diferente a lo que hemos vivido hasta ahora. Pasajeros que podrán charlar entre ellos, jugar una partida de tute (ver wikipedia) o, tal y como ya me estoy temiendo, bajar la mirada para controlar los últimos gadgets del mercado y mantener conversaciones con otros contactos que no están presentes, en sus redes sociales favoritas.
Sabemos que el coche autónomo no llegará de la noche a la mañana, que existen numerosas barreras, no técnicas, sino psicológicas, sociales y éticas, que debemos superar antes. Pero incluso a su llegada a los concesionarios, aún habrá otra barrera importante que superar, para que los diseños que Mercedes-Benz y otros fabricantes proponen prosperen, tendremos que aceptar que un coche reciba el control absoluto de su funcionamiento y relegar al conductor a un papel de mero pasajero.
De momento, la máxima aproximación del coche autónomo que conocemos está llegando con automóviles con funciones semi-autónomas, como el sistema Autopilot del Tesla Model S, y prototipos con licencia para realizar pruebas piloto entre el tráfico real. Incluso estos últimos, que podría decirse que son coches plenamente autónomos, están siendo limitados en muchos países y exigen que el conductor cuente con un volante, unos pedales y un puesto de conducción apto para tomar los mandos en cualquier momento.
Cuando ese nuevo salto del coche autónomo llegue a ofrecernos un coche, de verdad, sin puesto de conducción, podría decirse que habríamos llegado a la verdadera revolución del habitáculo. ¿Por qué no sustituir la luneta delantera o trasera por una inmensa pantalla LED para ver películas en alta resolución en Netflix, o cualquier otro servicio de video-on-demand, aprovechando tu conexión de banda ancha? ¿Por qué no estirar los asientos para viajar tumbados y echar una siestecilla en nuestro viaje?
Una de las aproximaciones que más me gustó, de los últimos meses, fue la presentada en Ginebra este año por Rinspeed, bajo un prototipo de Tesla Model S. Bajo la libertad de un habitáculo sin límites, Rinspeed transformó un coche en un compartimento de primera clase de un vuelo intercontinental.
En fin, ya sé que muchos de nuestros lectores disfrutan conduciendo, y os aseguro que no más de lo que lo hago yo. Pero, ¿de verdad no os resultan prometedoras estas tecnologías? ¿No sería una revolución sin precedentes que dejásemos que nuestro coche tomase los mandos por nosotros en un viaje pesado, en esos momentos en los que estamos cansados, o cuando estamos atrapados en un atasco infernal y tenemos que atender 20 emails del trabajo? ¿No sería demasiado bonito para ser real que solo nos pusiéramos al volante de un coche para disfrutar de verdad?
Fuente: Mercedes-Benz
En Diariomotor: Fasten your seatbelt. El coche autónomo para viajar en primera clase | El coche autónomo: ¿cómo y cuándo se iniciará la comercialización de los primeros coches sin conductor?