La controversia generada por el cambio de actitud del gobierno francés, por su nueva cruzada contra el diésel, que ayer se convirtió en lo más leído de Diariomotor, solo acaba de comenzar. Francia se ha propuesto acabar con el diésel en los turismos privados, en un proceso que no se producirá de la noche a la mañana, que tendrá lugar de manera progresiva, pero que ya ha puesto en alerta a los fabricantes, empezando por Renault y PSA (Peugeot-Citroën), los constructores locales. Ni Renault ni PSA entienden que Francia abogue por acabar con los beneficios del diésel y, sobre todo, con los beneficios fiscales de que goza este combustible frente a la gasolina.
El diésel no va a dejar de venderse y su ocaso en Europa, y en Francia, aún está lejos. Los únicos que deberían comenzar a preocuparse serían aquellos que gocen de vehículos diésel antiguos, que serán los que más sufran las restricciones y la carga fiscal que impondrán las autoridades francesas a sus propietarios. Pero el mero hecho de que el diésel comience a reducir sus diferencias frente a la gasolina, empezando por un impuesto adicional de 2 céntimos, ya preocupa a Renault y a PSA, que entienden que el diésel es necesario para seguir reduciendo los gases de infecto invernadero, y que poner trabas a su utilización dejaría a Francia en una situación de desventaja frente a otros países europeos, por ejemplo Alemania.
Lo cierto es que Francia es uno de los países de la Unión Europea en los que el tratamiento fiscal del gasóleo que pueden repostar los conductores está más favorecido frente a la gasolina, con una diferencia de precios entre gasolina y diésel muy superior a la de otros países, incluyendo España. Esos 2 céntimos adicionales, por cada litro repostado de gasóleo, no van a conseguir que el diésel pierda su ventaja competitiva. Según publicaba Automotive News, un responsable de Renault estaría preocupado por una medida que entiende “no establece una distinción entre motores modernos y antiguos”, que es donde de verdad podría resolverse el problema medioambiental.
Se entiende la preocupación de PSA y de Renault, que en todos estos años han invertido muchos esfuerzos en el desarrollo de sus diésel, pero el problema más grave no es el suyo. El problema lo tenemos en que Francia cuenta con un parque automovilístico de turismos en el que por cada vehículo de gasolina existen cuatro diésel. A día de hoy, en Francia se siguen matriculando en torno a un 65% de los coches con motor diésel.
Y esa reconversión que plantea la administración de Manuel Valls, el Primer Ministro de Francia, que aboga por acabar con los beneficios de los diésel y retirar de las carreteras a los más antiguos, no podrá llevarse a cabo de ninguna forma que no implique invertir muchos recursos (se plantean ayudas de miles de euros para aquellos que sustituyan su viejo diésel por un modelo moderno y eficiente, incluso eléctrico) o perjudicar a los que en su día compraron un diésel y no estén dispuestos a cambiar de coche (aumentarán los impuestos y habrá restricciones a estos coches en las grandes ciudades).
El título de este artículo, por cierto, hace referencia a la famosa campaña que hace años publicitaba los diésel de Citroën en España, en aquellos tiempos en los que aún comprábamos coches en pesetas (ver vídeo en youtube).
Fuente: Automotive News
En Diariomotor: Así es como Francia pretende acabar con el diésel (y a lo que nos podríamos enfrentar en España muy pronto)