Desde hace tiempo os venimos contando algunas verdades incómodas acerca del diésel, también del interés que han profesado los gobernantes franceses acerca de su desaparición de las carreteras del país vecino. Ahora bien, ¿cómo puedes conseguir acabar con el diésel, de la noche a la mañana, en uno de los países de Europa que ostenta una mayor proporción de vehículos de gasóleo en su parque automóvilistico (superior incluso a la de España)? Lo primero que habría que decir es que su desaparición no será inminente, sino progresiva. Lo segundo, que las medidas más “suaves”, como la eliminación de los beneficios fiscales del diésel, que ya han comenzado aplicarse, irán dando paso progresivamente a medidas mucho más drásticas.
París ya ha propuesto que el diésel desaparezca – casi en su totalidad – de sus carreteras en 2020. ¿Qué alternativas les quedarán a aquellos que no puedan permitirse renovar un coche en los próximos cinco años? ¿Cuáles son las 12 claves del proyecto presentado por Anne Hidalgo, alcaldesa de París?
1. La contaminación es un problema realmente grave. El parisino se siente realmente preocupado por la contaminación. Según BBC, un 80% de los parisinos considera que acabar con los problemas de contaminación de la capital francesa debe ser la primera prioridad de sus gobernantes.
2. Actuar rápido y con firmeza. París quiere actuar con toda la rapidez que le permitan los cambios a los que deberían enfrentarse los conductores de la capital francesa. Cinco años puede parecer un periodo de tiempo demasiado largo para medidas que se anuncian como firmes y rápidas, pero teniendo en cuenta que el parque automovilístico francés ronda los 8 años y que actualmente las ventas diésel superan una proporción del 65%, que es muy superior incluso en el parque total, podemos intuir que la desaparición del diésel no va a ser sencilla.
3. La desaparición del diésel en 2020 no sería total. El Conseil de Paris tendría que estudiar la posibilidad de establecer ciertas excepciones, por ejemplo para conductores muy ocasionales, en fin de semana, o familias con bajos ingresos que no hayan podido permitirse sustituir su diésel por una alternativa moderna y con menores emisiones.
4. Medidas contra el transporte privado, en toda su extensión. El diésel no va a ser el único que sufra las consecuencias de los nuevos plantes contra la contaminación. París quiere imponer nuevas restricciones al tráfico en el centro y aumentar las áreas peatonales, que de una forma u otra disuadan al conductor y apoyen el uso del transporte público. También se cerraría el paso de vehículos especialmente contaminantes, sean o no diésel.
5. Promover activamente el transporte público y el car-sharing. Los más beneficiados de los nuevos proyectos serán los sistemas de transporte público de la capital y proyectos de car-sharing como Autolib. El transporte público ofrecerá tarifas más adecuadas a los necesidades de los parisinos, por ejemplo tarifas unificadas para toda la ciudad y abonos más económicos. Los usuarios de car-sharing tendrán más ventajas para desplazarse en coche compartido por París.
6. Mayor libertad y ventajas para el transporte privado en coche eléctrico. Habrá más ventajas para los usuarios de coches eléctricos, como la instalación de carriles específicos para eléctricos.
7. Las medidas de París necesitarán el apoyo del gobierno del país. El ayuntamiento parisino reconoce que estas medidas no podrán llevarse a cabo sin la colaboración del gobierno estatal. Muchas de ellas requerirán de recursos técnicos, por ejemplo la automatización de las etiquetas que identifiquen a los vehículos más contaminantes y los sistemas que se encarguen automáticamente de identificar coches que incumplan las restricciones de circulación. Estas medidas deben llevarse a cabo a nivel nacional y no solo local.
8. ¿Cómo se identificaría a los coches más contaminantes? Aunque sea necesario un sistema de identificación nacional, para todo el país, mediante etiquetas, París ya habría pensado en la instalación de sistemas que se encarguen de identificar la etiqueta instalados en los pórticos de las principales vías de acceso a la capital.
9. ¿Y qué hay del transporte público y de mercancías? A nivel público, París pretende que toda su flota utilice soluciones más limpias y eficientes, como el motor eléctrico. Para hacer más económica esa renovación del parque público, París ya se ha aliado con otras capitales francesas y europeas, como Burdeos, Barcelona, Roma y Estocolmo, para conseguir vehículos más económicos por la ventaja que aporta realizar un gran pedido a un mismo fabricante. Habrá bonificaciones importantes para los comerciantes, especialmente si se acogen a programas como el recientemente lanzado por Utilib, un car-sharing de pequeños comerciales eléctricos.
10. Apoyar la renovación del parque automovilístico francés. Si la edad media de los turismos en Francia es de 8 años y tan alto el porcentaje de vehículos que verán cerradas las puertas de París en cinco años, hay que suponer que serán necesarias medidas drásticas para facilitar esa transición a los conductores, para ayudarles en la renovación de su coche. A nivel gubernamental se está hablando ya de ayudas que oscilarían desde los 2.500€, para aquellos que se deshagan de su viejo diésel, y hasta los 10.000€ para los que lo sustituyeran por un eléctrico.
11. Reducir los límites de velocidad. En las calles de París también va a producirse una reducción bastante drástica de los límites de velocidad, haciendo que los 30 km/h sean el límite más común en sus calles, con 50 km/h en ciertas zonas.
12. Apoyar aún más la bicicleta. París también se ha propuesto incentivar el uso de la bicicleta con una fuerte inversión en infraestructuras, que incluirán un corredor, una “autopista” ciclista, que surcará la capital en dirección Norte-Sur y Este-Oeste. También habrá ayudas para adquirir bicicletas eléctricas.
La entrevista completa a Anne Hidalgo, en francés, fue publicada este fin de semana Le Journal du Dimanche y estas medidas comenzarán a discutirse hoy mismo en el Conseil de Paris.
En Diariomotor: Así es como Francia pretende acabar con el diésel (y a lo que nos podríamos enfrentar en España muy pronto)