Madrid, Capital del Reino, pero también del robo de vehículos. Según las cifras del Ministerio del Interior – actualizadas hasta septiembre, inclusive – en la Comunidad de Madrid se roba un vehículo a motor cada hora, lo cual incluye coches y motocicletas, delitos cometidos en su mayoría en el municipio de Madrid. El dato es realmente preocupante, aunque más allá del titular que ha trascendido en muchos medios hay que mencionar que estos robos han disminuido considerablemente en el último año. En Madrid la reducción de denuncias por sustracción de vehículos a motor ha descendido en torno a un 18%, un descenso muy superior al que se ha producido en el resto del país, en torno al 11%. Pero Madrid sigue siendo, como comunidad y como municipio, líder en robos. Y lo peor es que, por más precauciones que tomemos, el peligro siempre va a seguir presente.
La abundancia de robos en Madrid no solo se debe a un problema de orden público – siempre presente cuando se producen estos hechos – sino también al inmenso parque automovilístico de la ciudad y a la gran densidad de población. Lo fácil, pero quizás demagogo, es culpar a las autoridades. Es cierto que a menudo no se están haciendo correctamente los deberes, al menos en lo que respecta al sistema judicial, pero evidentemente no podemos aspirar a que un agente esté patrullando en cada calle durante las 24 horas del día.
Y lo peor de todo, que cualquier medida es insuficiente para evitar el robo. Se pueden tomar medidas disuasorias, pero difícilmente evitar que un coche sea susceptible de robo, especialmente con los sistemas cada vez más sofisticados empleados por las bandas organizadas que operan en nuestro país.
El titular puede parecer un tanto alarmista, pero es la realidad a la que nos enfrentamos. Hace poco tuve acceso a unas imágenes de un vehículo que había sufrido un intento de robo, imágenes que por cuestiones obvias no voy a compartir. Tampoco diré el modelo ni la marca del vehículo, pero podéis haceros una idea con su retrato robot: SUV de gama alta, de gran cilindrada, como dirían en tono rimbombante en un medio que no fuera nativo de motor, de esos que fácilmente rondan los 100.000€. Su propietario fue afortunado, un viandante avisó a la policía al ver movimientos sospechosos en torno a su coche. El coche había sido aparcado en un barrio bien, en una zona aparentemente tranquila y con el metro cuadrado de vivienda por las nubes. Su propietario cenaba tranquilamente a unos metros.
Si no hubiera sido por ese aviso, su coche hubiera desaparecido en unos minutos. El propietario afirmaba, por si no fuera poco, que no era el primer robo, o intento de robo, al que había tenido que enfrentarse. Los ladrones utilizan sistemas sofisticados, explotan vulnerabilidades en los sistemas informáticos que gobiernan la seguridad de nuestros coches. De la ganzúa y el puente se ha pasado a codificadores de llaves y ordenadores portátiles, que conectados al puerto OBD pueden dejar nuestro coche a merced de cualquiera.
Ni siquiera los sistemas de rastreo GPS son infalibles. Los ladrones ya tienen sus propias triquiñuelas para enfriar, en el propio argot policial, los coches robados, estudiar los desplazamientos, estacionar durante unos días el coche robado en un parking público soterrado para bloquear y confundir su rastreo. Entonces, ¿qué nos queda hacer para evitar un robo?
Como evitar el riesgo de robo al 100% no está probablemente en nuestra mano, lo único que podemos hacer es tomar medidas disuasorias. El robo de vehículos también depende en gran medida del coche en cuestión. Los más antiguos, y fáciles de robar, generalmente se sustraen para realizar unos desplazamientos y acaban en unos días – cuando se agota el depósito – abandonados en un descampado o en un poblado dedicado al mercadeo de estupefacientes. En estos a veces basta con soluciones caseras, como los sistemas antirrobo de tipo “pitón”, o interruptores ocultos que logren bloquear el arranque. En su día estos trucos ya evitaron que robaran mi primer coche, un sedán de los noventa. El perfil habitual de estos no es el de una banda organizada, sino el de ladrones que buscan la “presa fácil” para obtener un servicio, para desplazarse de un punto a otro y más tarde abandonar el vehículo. Aparcar en zonas bien iluminadas o en recintos privados siempre ayuda. Por desgracia, los recortes también han hecho que la iluminación en muchos barrios de nuestro país se reduzca drásticamente.
Por otro lado están los vehículos de gama alta, también los modelos más modernos y altamente demandados en el mercado negro, fuera de nuestras fronteras. Estos vehículos suelen tener un destino que en la mayoría de los casos no será nada grato para su propietario, el de ser utilizados para cometer un delito aún más grave, servir de ariete para el alunizaje o como coche de huida (ver comunicado de la Policía Nacional); acabar desguazados para donar sus piezas a otros vehículos (ver comunicado de la Policía Nacional); o incluso desaparecer de España en unas horas. También es importante vigilar que nuestro coche haya cerrado correctamente sus puertas cuando aparquemos en zonas públicas, especialmente en las grandes superficies comerciales.
A menudo esas bandas organizadas se encargan de “maquillar” los vehículos confundiéndolos intercambiando piezas, matrículas y bastidores entre coches del mismo modelo (ver comunicado de la Policía nacional).
Incluso en estos modelos modernos y de gama alta, las tecnologías empleadas ya hemos visto que no siempre son suficientes. Una vez más el efecto disuasión ayuda. Aparcar en zonas transitadas e incluso tratar de buscar parkings controlados es una buena idea, o contar con vigilancia privada en la urbanización, pero no hace falta que vayamos muy lejos en la hemeróteca para encontrarnos con robos por “encargo” y sustracciones en las que ni el hecho de emplear un garaje privado logró disuadir a los ladrones de culminar su fechoría.
Fuente: Policía Nacional | Ministerio del Interior
En Diariomotor: Los diez modelos más robados: consejos para evitar el robo de tu coche