¿Te suena de algo Sinclair? ¿Y ZX Spectrum (ver Wikipedia)? Clive Sinclair es un prolífico inventor británico al que se le atribuyen creaciones tan diferentes como la primera calculadora electrónica de bolsillo, o uno de los primeros ordenadores personales que gozaron de cierta popularidad entre las familias medias europeas, el ZX Spectrum. Pero, cuando decenas de miles de ZX Spectrum ya habían invadido los hogares de medio mundo, en 1985, Sinclair tuvo otra idea revolucionaria, un nuevo sistema de transporte personal. Y mirando atrás no podríamos definirlo de otra forma que como un adelantado a su tiempo, el Sinclair C5.
Hoy en día no nos extrañaríamos si viéramos por la calle a un señor paseando en un Segway. Tampoco nos extrañamos cuando nos llegan, sobre todo desde Japón, las soluciones más estrafalarias para cumplir un cometido que encantará a los más vagos, moverte por la oficina sin dar un paso – véase el Honda U3-S. Pero imaginaos el shock que tuvo que causar en su día la presentación del Sinclair C5, un triciclo eléctrico con unas prestaciones muy limitadas, a favor de una sostenibilidad incomparable con la de cualquier otro vehículo motorizado de la época.
La sorpresa de aquellos que se encontrasen con un Sinclair C5 por la calle tuvo que ser mayúscula porque, aunque estuvieras pensando lo contrario, este triciclo sí llegó a comercializarse. En cualquier caso, su muerte prematura, apenas nueve meses después de su lanzamiento, la quiebra de la empresa que se encargó de producirlo y las escasas 9.000 unidades que se venderían – de 100.000 previstas inicialmente para ese año – puede servir de anticipo del desenlace de la presente historia.
Efectivamente. El Sinclair C5 era un adelantado a su época. Este artilugio fue concebido como alternativa al automóvil, al autobús y a la bicicleta, en definitiva, era un multiusos. En cualquier caso tuvo muy difícil encaje en aquella sociedad que trataba de buscar soluciones para la movilidad más sostenibles, sobre todo después de los acontecimientos del 79, de la segunda crisis del petróleo. El Sinclair C5 prometía una autonomía eléctrica de 20 millas, poco más de 32 kilómetros, suficiente para trayectos urbanos cortos, aunque en un momento dado también podía apoyarse por la propulsión física de su conductor, mediante unos pedales convencionales similares a los de una bicicleta.
En llano, el Sinclair C5 era capaz de alcanzar una velocidad punta de 24 km/h. Su velocidad máxima estaba restringida por homologación, puesto que este vehículo no requería carné de conducir y podía utilizarse por adolescentes con al menos 14 años de edad. El desarrollo de su chasis se encargó a Lotus Cars.
Por aquel entonces se ganaría la sorna y las críticas de la prensa de la época, incluso había rumores de que el motor que utilizaba era el mismo que empleaban las aspiradoras Hoover, que a su vez era la empresa que se encargó de su suministro. Pensad que el Sinclair C5 parecía un cochecillo de juguete, apenas levantaba 80 centímetros del suelo y se entregaba a su propietario en una caja de cartón.
Aún así, el Sinclair C5 presumía de ser una auténtica ganga. En una época en la que un utilitario no bajaba de las 5.500 libras esterlinas, este vehículo presumía de costar solo 399 libras, el precio de 500 pintas de cerveza en Inglaterra por aquella época (ver BBC.co.uk). Aprovechando ese mismo dato histórico de la pinta, con el precio de una cerveza en la taberna de turno podías hacer más de 640 kilómetros con el Sinclair C5.
Fuente: Beaulieu
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