La RAM 1500 Big Horn 5.7 V8 HEMI 4×4 sigue en nuestras manos, y es hora de sacarla a pasear. Y no como sacaríamos a Miss Daisy, sino como una pick-up con el V8 más potente del segmento se merece. Repasemos sus medidas, en versión Quad Cab con la caja más grande: 5,82 metros de largo, 2,14 metros de ancho y 1,93 metros de alto. Medidas que no desentonarían en furgonetas de tamaño serio a este lado del charco. Con su tradicional chasis de largueros y travesaños, en sus entrañas late un conocido motor: un V8 HEMI con 5,7 litros de cilindrada, asociado a una caja de cambios automática Torqueflite de 8 velocidades, una de las más recientes novedades de la gama.
El V8 ronronea esperándonos…
Un peso pesado muy rápido
Como si de Mike Tyson se tratase, la RAM 1500 no será un vehículo muy ágil, pero sus ganchos son rápidos y extremadamente potentes. Con dos válvulas por cilindro y bloque de hierro, entrega 395 CV a 5.800 rpm, con un par máximo de nada menos que 551 Nm a 3.950 rpm. La inyección no es directa, es un motor chapado a la antigua, con la robustez en mente. Es costumbre en los fabricantes estadounidenses no declarar ni peso ni datos de aceleración y velocidad máxima de las pick-up. Recurriendo a pruebas externas de medios como Motor Trend o Car&Driver, o bases de datos como CarMax se puede comprobar que su peso en vacío es de unos poco ligeros 2.540 kg. La tracción total o el cambio automático no ayudan a reducir esta cifra.
El 0 a 96 km/h para la misma motorización con tracción trasera y caja corta es de sólo 5,4 segundos, por lo que podríamos decir que el 0 a 100 km/h europeo de esta versión ronda los 6 segundos. Cifras dignas de un compacto europeo, aunque ni los huele en velocidad punta: está autolimitada a 170 km/h. No obstante, teniendo en cuenta que barren el cuarto de milla en poco más de 14 segundos a 99 mph – 159 km/h para los que preferimos el sistema métrico – es de esperar que su punta real supere ampliamente los 200 km/h. Lo que con esto queremos decir es que es un vehículo mucho más rápido de lo que parece pensar. Especialmente en las versiones de 2014 en adelante, equipadas con la nueva caja de cambios Torqueflite 8HP70 de 8 relaciones.
Por si lo sospechábais, sí, es la misma caja de cambios desarrollada por ZF presente en un gran número de vehículos alrededor del mundo, que reemplaza las antiguas automáticas de Chrysler, propensas a fallar a sólo 60.000 millas del nacimiento del coche. Tal es la confianza de RAM en sus 1500 que las garantiza a cinco años o 100.000 millas, lo que antes llegue. Para un vehículo destinado al trabajo duro, esto es «poca broma». La versión equipada es de tracción total, por lo que cuenta con reductora y un modo 4×4 convencional – seleccionable a voluntad, al igual que sólo la tracción trasera – que varía el par entre ambos ejes en caso de baja adherencia. La suspensión es independiente en el eje delantero, pero no asi en el trasero.
No sería una pick-up verdadera sin un eje trasero rígido, aunque las RAM son las únicas pick-up del segmento en amortiguarlo con resortes helicoidales en lugar de con ballestas, un movimiento con el que se consigue un mayor confort y dinámica en carretera, especialmente sin carga. Otro detalle en el que se ve la enorme magnitud de la RAM 1500 es en el tamaño de su depósito de combustible: 120 litros, con los que se consigue una autonomía real de unos 800 km. Porque la homologación de consumo medio es de 15 millas por galón en ciudad y 21 millas por galón en autopista: respectivamente, 15,7 l/100 km y 11,2 l/100 km. Homologaciones, que en el ciclo empleado por los estadounidenses suelen ser bastante fieles a la realidad, afortunadamente.
Explosiva, refinada, sedienta
Podrían perfectamente ser tres adjetivos con los que definir a la RAM 1500 V8 HEMI, aunque entre sí los dos primeros parezcan contradictorios. Os iré desgranando estos aspectos próximamente. Lo primero es arrancar el motor tras la escalada hacia el puesto del conductor. El estribo no está de adorno: a no ser que midamos dos metros, tendremos que subir al asiento, no dejarnos caer en el. Giro el contacto y el motor despierta nervioso, con un acelerón hasta las 2.000 rpm y un rugido contenido procedente de los escapes traseros. Me pongo en marcha y la suavidad ya conocida de la caja ZF de ocho relaciones me acompaña, mientras mantiene el régimen de giro siempre por debajo de las 2.000 rpm. Y eso que no estamos en una versión EcoDiesel.
Me soprende mucho el gran aislamiento del interior de la cabina. Muy poco se escucha desde el exterior, los sonidos llegan amortiguados y la suspensión filtra las más que abundantes imperfecciones del asfalto del noreste estadounidense. Desde las alturas me doy cuenta de lo gigantesca que es la RAM: los coches parecen miniaturas alrededor de mí y ocupo casi todo el carril entero. En zonas urbanas o en parkings de supermercado hay que tener cierto cuidado, a pesar del tamaño XL de la infraestructura urbana estadounidense – ¡gracias a Dios! Antes de salir de ruta me paro en White Manna Hamburgers en Hackensack, New Jersey. Un pequeño restaurante de hamburguesas en el que la RAM 1500 me brinda una perfecta estampa yankee.
Solía vivir en Hackensack, y este pequeño garito sirve desde los años 40 las hamburguesas en las que McDonalds se inspiró cuando lanzó su cadena de restaurante, en los años 50. Tras repostar – Dios bendiga la gasolina a 3 dólares el galón – me lanzo a la carretera. Mi trayecto hasta la playa de Sandy Hook, en la famosa Jersey Shore, transcurre de manera tranquila. Es un día de finales de verano, circulo respetando los límites de velocidad y suena mi música favorita en el equipo de música. Desde mi asiento ver el musculoso morro de la RAM y pienso que la vida no es tan dura a veces. La RAM me recompensa con un consumo medio de 10,7 l/100 km, en carreteras limitadas a unos 90 km/h. Es un consumo correcto para un monstruo de 2,5 toneladas, ¿no?
Llego al espacio de Sandy Hook – en el que también hay una antigua base de la Navy americana abandadonada – y en una recta decido dar el pisotón al acelerador que estaba esperando. Saboreando el momento desde hacía millas atrás, hundo el pie derecho hasta el fondo. Me he asegurado de abrir la ventanilla trasera, por supuesto. La caja de cambios, que hasta entonces había estado en sexta, séptima y octava casi todo el tiempo, baja instantáneamente a tercera y el motor ruge a casi 5.000 rpm. No esperaba quedarme clavado en el asiento a una velocidad de partida de 60 km/h y en unas decenas de metros acercarme a la velocidad autolimitada. Mientras tanto, el antes tranquilo escape inunda mis tímpanos con una melodía ronca, grave y húmeda…
Al reducir, me regala un petardeo y subo al nirvana. Repito la maniobra hasta que me quedo sin recta, y me paro a hacer algunas de las fotos que decoran este artículo. Unos moteros pasan a mi lado y me dicen, «hey, nice truck, man». Ojalá fuese mío, les contesto en inglés, me dan un saludo y continúan su camino. Tras hacer mis fotos salgo desde parado acelerando a fondo y noto lo fácil que es que esta RAM 1500 pierda tracción, a pesar de llevar el control de tracción activado, el par es abundante y hay poco peso sobre el eje trasero. Está claro que la RAM 1500 no iba a ser sobresaliente en todos los aspectos, y si hay algo en donde peca de ser muy estereotípicamente americana, es en las zonas de curvas.
A pesar de ser muy rápida entre curvas, y lanzarse a velocidades tremendas con mucha facilidad – gracias a su, reitero, excelente caja de cambios – la capacidad de frenada es modesta y en una conducción exigente agotaremos pronto los frenos. Por su enorme tamaño y una batalla superior a tres metros, se siento incómoda en curva: es torpe, le cuesta girar y se balancea ostensiblemente. Con todo, no tiene un comportamiento tan malo como esperaba, dándome sensaciones similares a las de un coche alto y muy pesado, más que las sensaciones que me da un vehículo que no desentonaría arrastrando troncos en una explotación maderera. El eje trasero amortiguado con muelles ayuda mucho a esta sensación de seguridad, con una zaga plantada.
Si pudiese, tendría una
Me calmo un poco y vuelvo a mi casa, callejeando por zonas suburbanas y autovías. Realmente entiendo el atractivo de estas máquinas: son increíblemente espaciosas, es posible cargar objetos de gran tamaño en la zaga y en sus versiones de cuatro puertas, los asientos traseros hacen de segundo maletero improvisado. Al mismo tiempo, son un símbolo de estátus, andan que se las pelan y en caso de necesitarlo, podremos subir una montaña en sus versiones 4×4. Como postre, pueden dejar en ridículo a más de un muscle car por prestaciones y sonido. Por supuesto, esto sólo tiene sentido en un país con el combustible barato y calles de gran tamaño, un vehículo así sería complicado de mantener y maniobrar en un país europeo como es España.
En su interior podemos disfrutar de comodidades como el climatizador bizona, un equipo de sonido de buen calibre, una pantalla táctil para el sistema de infotaiment, control de crucero o un completísimo ordenador de a bordo. En su configuración probada, nuestra unidad tiene un PVP actual de 38.090 dólares, lo que se traduce a 32.100€ al actual tipo de cambio. Por ese precio en Europa no puedes conseguir nada con ocho cilindros siquiera, como mucho un SUV diésel 4×4. Sí, en Estados Unidos, el amante del automóvil vive mejor. Espero haberos transmitido en este artículo las sensaciones que he tenido al probar la RAM 1500 Big Horn 4×4 5.7 V8 HEMI Quad Cab y os animo a que de alguna manera u otra, intentéis vivirlas. Porque merece la pena.
Porque es un vehículo absurdo en Europa, inhumano incluso, sediento de combustible e ineficiente. Torpe, pesado y muy grande, pero con una personalidad única, aún más grande que su tamaño.
En Diariomotor: RAM 1500 Big Horn 4×4 5.7 V8 HEMI, a prueba. Tan americana como la tarta de manzana