¡Horror! En estos días se está diciendo de todo. Algún amigo me preguntaba preocupado, ¿de verdad van a prohibir el diésel? No es para menos. Se están escuchando mensajes verdaderamente catastrofistas. Uno de cada tres coches matriculados en España siguen siendo diésel. Y de un día para otro parece que nos hemos dado cuenta de que algunas capitales españolas, especialmente Madrid, tienen un problema con la contaminación. Y la única solución que proponen algunos es acabar con el diésel o, en su defecto, restringir y limitar la circulación de los diésel. ¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿He de preocuparme si tengo un diésel? ¿Puedo seguir confiando en el diésel para mi próximo coche? ¿Hasta qué punto es grave el problema que tenemos de contaminación?
1. El PSOE quiere prohibir los diésel en 2020 en Madrid. Verdad a medias.
Antonio Miguel Carmona, candidato del PSOE a la Alcaldía de Madrid, reconocía su intención de seguir el ejemplo francés y eliminar los vehículos diésel en Madrid. Cito palabras textuales: «cuando usted se compre un coche nuevo, que sepa que no va a poder utilizar un diésel en Madrid a partir del año 2020 o 2025» (vídeo en Telemadrid). Es decir, la restricción total de los diésel se produciría en 2020 o 2025. Según Carmona se computaría la antigüedad del vehículo, con lo cual entendemos habría ciertas exenciones para coches matriculados antes de que la medida entre en vigor. En cualquier caso, hablamos de intenciones electorales, que como tristemente nos ha enseñado la experiencia, no han de cumplirse.
2. Si no vota al PSOE, no hay problema. Mentira.
Sorprende que un candidato como Carmona anuncie una medida tan impopular, pero así ha sido. Obviamente, esas declaraciones han comenzado a ser utilizadas rápidamente en su contra, cual arma arrojadiza, y ya hay algún iluminado que conmina al votante sin ningún rubor diciendo: «si tiene coche diésel, no vote a Carmona» (ver columna en Periodista Digital). Por desgracia, el devenir de los acontecimientos no parece que dependa de la elección o no del candidato del PSOE, ni tampoco de lo que diga o haga el señor Carmona. El problema, y las posibles soluciones, van mucho más allá de lo que decida el próximo alcalde de Madrid. Aunque esperamos, en cualquier caso, que nuestros gobernantes se abstengan de tomar decisiones técnicas con una visión política, y dejen que sean de verdad los expertos los que se encarguen de plantear soluciones para el problema.
3. Se han superado los límites de contaminación por dióxido de carbono de todo el año. Verdad a medias.
En realidad no existe un cupo de emisiones anuales, sino un compromiso de medias anuales en las estaciones de vigilancia de la contaminación. Si las estaciones de medición registran una media de concentraciones de NO2 superior a 200 microgramos por metro cúbico (en una hora), se establece que se han superado los límites permitidos por la Unión Europea (ver los estándares de calidad del aire de la Unión Europea). Si esa situación se repite al menos 18 veces en un año, la Unión Europea podría establecer sanciones para los países que han infringido la norma. La media anual, por otro lado, no ha de superar los 40 microgramos por metro cúbico. Basta observar las mediciones de muchas estaciones de la ciudad de Madrid el pasado 4 de enero (portal del Ayuntamiento de Madrid) para comprobar que el límite de 200 microgramos por metro cúbico se superó en numerosas ocasiones (en franjas horarias de 60 minutos). Cualquier ciudadano puede querellarse también con las autoridades nacionales competentes por no haber preservado la calidad del aire de su ciudad (ver portal de la Unión Europea).
4. La culpa es de la meteorología. Verdad a medias.
Existe una relación muy estrecha entre los niveles de contaminación registrados y la meteorología. Los problemas a los que nos enfrentamos no solo afectan a Madrid, la Generalitat de Cataluña también se ha enfrentado a estos días a un problema de contaminación, acusado sobre todo por el anticiclón y una presión atmosférica que impedía la dispersión de la contaminación (ver comunicado de la Generalitat). En verano, la combinación de NOx, una gran radiación de los rayos del sol y las altas temperaturas, suelen provocar que los niveles de ozono, otro contaminante, se disparen. Pero, estarás conmigo en que la meteorología puede atenuar o incrementar la contaminación, pero el principal causante de esta no es el anticiclón, ni mucho menos.
5. Habrá restricciones del tráfico importantes, incluida la de matrículas pares e impares. Verdad.
Mal que le pese al individuo que conminaba a no votar al PSOE por pedir la retirada de los diésel, en un plazo de hasta cinco años, el Ayuntamiento de Madrid, actualmente gobernado por el PP, cuya alcaldesa es doña Ana Botella, ha previsto un protocolo por el cual se restringirá el acceso desde la M30 (incluida), hasta las calles interiores, en función de que el último dígito de nuestra matrícula sea par o impar (ver protocolo en la web del Ayuntamiento). La medida, pendiente de aprobación por parte de los estamentos nacionales, que son los que tienen la potestad en última instancia, podría llevarse a cabo si los niveles de contaminación fueran lo suficientemente elevados. Los protocolos que se han aplicado hasta la fecha eran informativos, e incluían aconsejar a los ciudadanos la utilización del transporte público, o incluso desaconsejar realizar deporte al aire libre y recomendar la máxima precaución a poblaciones en riesgo, ancianos, niños y otros ciudadanos con problemas respiratorios.
6. El problema es únicamente el tráfico rodado. El problema es el diésel. Mentira.
Efectivamente el problema no es únicamente del tráfico rodado. En una ciudad hay muchos factores que influyen para que los niveles de contaminación se disparen, ya veíamos que incluso la meteorología puede afectar. Pero por esa misma regla de tres sería tan poco acertado culpar únicamente a los vehículos diésel del problema, como lanzar balones fuera, afirmar que el problema es de los sistemas de calefacción. Pero evidentemente, los sistemas de calefacción y la industria, también son causantes del problema. En cualquier caso es evidente que el tráfico rodado es uno de los factores que más influyen en la contaminación de una urbe. Lo que sí se ha demostrado es que limitar la circulación por matrículas pares e impares, como medida excepcional y de urgencia, funciona, como ya se vio en el caso francés (en Huffingtonpost.fr). En esos días también se comprobó algo que puede parecer obvio, que los atascos se redujeron.
7. La única solución para acabar con la contaminación pasa por emplear el transporte público. Verdad a medias.
La afirmación anterior sería verdadera si de verdad pudiéramos garantizar que nuestra ciudad utiliza un transporte público de emisiones locales nulas, o realmente bajas. Hoy mismo nos llegaba una noticia especialmente curiosa desde Londres. En un día de congestión del tráfico y de problemas para muchos londinenses por la huelga de las líneas de autobuses, muchos de los sistemas de vigilancia de la capital inglesa han mostrado niveles de contaminación significativamente inferiores a los alcanzados en cualquier otro día (ver noticia en Gizmodo). Es un caso extremo, y casi anecdótico, pero una flota de autobuses antigua y contaminante en una ciudad puede ser tan perjudicial, o más, que el tráfico rodado en coches privados.
8. El coche eléctrico es una solución para todos nuestros problemas de contaminación. Verdad a medias.
En efecto, lo sería para los problemas de una gran ciudad como Madrid o Barcelona. El coche eléctrico garantiza emisiones locales nulas. Pero, en cualquier caso, un coche eléctrico no está exento de emisiones si depende de energía eléctrica producida con fuentes que sí producen emisiones. Incluso teniendo ese dato en consideración, el coche eléctrico seguiría teniendo asociadas unas emisiones mucho más bajas que un coche con motor térmico, en algún caso incluso nulas, si de verdad esa energía se obtiene de fuentes tan «limpias» como la energía eólica y la solar. En la realidad del sistema energético español podríamos ser optimistas y reconocer que buena parte de esa energía se obtuvo sin producir emisiones. El coche eléctrico no solucionaría todos los problemas de contaminación, pero si todo lo utilizásemos no hace falta decir que nuestras ciudades serían mucho más limpias.
9. El diésel es tan malo como lo pintan. Verdad a medias.
Sí, el diésel es malo, especialmente el diésel más antiguo y especialmente aquellos que no estén dotados de filtro de partículas. Lo cual no quiere decir que el resto de combustibles sean totalmente limpios. Por otro lado, la nueva generación de vehículos diésel no solo habría conseguido atenuar considerablemente las emisiones de partículas (altamente peligrosas para la salud cuando quedan suspendidas en la atmósfera de nuestras ciudades), sino también con los dañinos NOx. La nueva normativa de emisiones Euro VI ha impuesto que los diésel limiten sus emisiones de NOx considerablemente gracias a catalizadores (tipo NOx-trap) y a catalizadores con aditivos (tipo AdBlue). Lo cual no quiere decir que el diésel siga siendo la mejor opción (leer 8 razones para no comprar diésel, especialmente para ciudad).
10. Habrá restricciones y encarecimiento de tasas para los vehículos diésel. Verdad.
Es más, ya las está habiendo. En los estacionamientos regulados de Madrid, la famosa O.R.A., un coche diésel fabricado entre 2006 y 2015 tiene la misma tarifa que un coche de gasolina fabricado entre 2001 y 2005. Las restricciones en el centro de la ciudad se incrementarán, de eso estamos convencidos. Es muy probable que esas restricciones comiencen por los diésel más antiguos, o los diésel que no superen la normativa de emisiones Euro VI – una razón más para no comprar diésel o comprar uno que sí cumpla con esta normativa.