No es la primera vez que lo decimos, ni será la última que lo hagamos, pero el mito de que evitar un régimen de vueltas alto ayudará a prolongar la vida de tu motor, como toda regla, solo se confirma si hablamos de su excepción. Y su excepción es que esa práctica no siempre va a ser beneficiosa para nuestro coche, de hecho, incluso puede ser perjudicial, especialmente en motores diésel modernos. De ahí que, de vez en cuando, la práctica de utilizar una marcha más corta, en la que el régimen del motor sea más alto, no solo puede ser divertido, sino también saludable para el motor, y evitar averías en un diésel. Y en el caso de los diésel modernos ya no solo hablamos de una práctica saludable, sino también necesaria si quieres evitar algunas de las averías más frecuentes, y que más frustración y gastos generan en los conductores.
Primer punto: conoce mejor tu diésel
De un tiempo a esta parte los diésel han seguido ganando terreno en nuestras carreteras, y han ido evolucionando poco a poco para adaptarse a unas normativas medioambientales cada vez más exigentes. Entre tanto, los usuarios de coches diésel, en su mayoría, no han adquirido el conocimiento necesario, ni los hábitos, para saber cómo han de conducir para preservar la tecnología que se ha implementado en estos motores.
Ya no solo hablamos de un problema de comunicación en los canales de distribución, sino también una falta de interés por parte del cliente en conocer los entresijos técnicos de su coche. No todos los conductores entienden de coches, ni tienen el mínimo interés en entender más. Muchos simplemente quieren un coche que les lleve de viaje, del trabajo a casa, de casa al supermercado… Y esa postura también es totalmente comprensible.
Nuestros hábitos de conducción con un diésel
El problema crítico, del que ya os hemos hablado en numerosas ocasiones, reside en ciertos componentes de los diésel modernos, sobre todo sistemas anticontaminación, como válvulas EGR, y filtros de partículas, requieren unas condiciones muy concretas para funcionar correctamente y regenerarse: un alto régimen, velocidad constante, alta temperatura de los gases de escape. Condiciones que un conductor medio rara vez replicará con su coche. Los fabricantes han desarrollado técnicas y automatismos que llevan al motor a las condiciones teóricamente idóneas para regenerar componentes como los filtros de partículas, aún así, cualquier ayuda por parte del conductor siempre contribuye a preservar estos sistemas anticontaminación.
Y aún sin tener una estadística seria que pueda refrendar esta afirmación, estoy convencido de que el panorama económico de los últimos años no ha ayudado a ello. El ahorro de combustible se ha convertido en una de las prioridades de los conductores y probablemente ha afianzado la práctica de una conducción eficiente, a un régimen muy bajo, que tampoco tiene por qué estar reñida con el cuidado de los componentes del motor.
Dicho lo cual, no decimos que esta protección del motor exija que cambies por completo tus hábitos. Los diésel modernos empujan con fuerza desde abajo, nos permiten buscar la siguiente marcha a un régimen de revoluciones muy bajo, y esa ventaja has de seguir aprovechándola. Evita subir de marcha a un régimen excesivamente bajo, en ese punto en que sientas que tu coche no tiene fuerza, le cuesta ganar velocidad, e incluso suena mal o genera unas vibraciones excesivas. A partir de ahí, del momento en que tu coche empuje con más contundencia, no habrá ningún problema. Aún así no podemos hablar de un régimen de revoluciones concreto, en tanto cada motor es un mundo, y el rango útil en el que has de moverte puede variar mucho de un motor a otro.
Tampoco decimos que sea recomendable circular habitualmente a un régimen de revoluciones muy alto. Estarás generando un estrés innecesario en los componentes, y en ocasiones es incluso contraproducente, especialmente en motores diésel que se agotan muy pronto, y cuyo momento dulce, de mayor entrega, se encuentra a un régimen intermedio. Por otro lado, revolucionar demasiado tu motor en frío, antes de que hayan pasado unos minutos de marcha, los suficientes para que haya alcanzado su temperatura de servicio, puede generar grandes problemas y acortar la vida de este.
Nuestro consejo es el siguiente. Una vez el motor ha estado en funcionamiento durante unos minutos, los suficientes para alcanzar la temperatura de servicio, intenta intercalar tus trayectos urbanos con una escapada en carretera, durante unos minutos, a velocidad constante y a un régimen de revoluciones alto, bajando una o dos marchas, ayudará a la limpieza de algunos componentes y la regeneración de los filtros, lo que a la larga aumentará su vida útil. Una práctica siempre recomendable, insistimos, pese a que los fabricantes incorporen automatismos para regenerar y limpiar estos componentes.
Otro consejo muy recomendable, no solo para usuarios de diésel, sino también de motores turbo, es dejar reposar el motor durante un par de minutos al ralentí antes de pararlo. Una práctica muy útil para garantizar la longevidad del turbo, especialmente cuando realicemos trayectos largos por carretera.
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