Las motocicletas de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil han sido uno de los instrumentos más eficaces para los agentes durante años, no solo para patrullar y detectar infracciones, y sancionarlas, sino también para esa labor tan importante que también realizan, y a menudo se nos olvida, la de asistir con inmediatez a conductores en apuros, ya sea por una avería, o por un accidente de tráfico. Pero la Dirección General de Tráfico quiere hacer de las motocicletas de la Guardia Civil un instrumento aún más eficaz para perseguir a los infractores. Es por eso que hace unos días os hablábamos de los 60 radares motocicletas para motoristas en los que Tráfico ha invertido casi un millón de euros. Y hoy os hablamos de las 300 motocicletas que irán equipadas con alcoholímetros y detectores de drogas, según Gregorio Serrano, para luchar contra los conductores que alertan de los controles en las redes sociales, con una inversión de cinco millones de euros. ¿Pero por qué motocicletas?
El director de la Dirección General de Tráfico mostraba estas motocicletas y advertía de uno de sus objetivos principales, el de instalar controles de alcoholemia y drogas menos previsibles, que sorprendan a los que incomprensiblemente sigan poniéndose al volante de su coche tras haberse tomado unas copas.
También reconocía el coste de esta inversión, cinco millones de euros, en motocicletas que, en cualquier caso, no solo están preparadas para realizar controles de alcoholemia, sino también para otros menesteres.
Lo interesante de una motocicleta es que, por su movilidad, agiliza sobremanera el despliegue de un control de alcoholemia y drogas. Los avisos que realizan los conductores en las redes sociales, o aplicaciones de mensajería como WhatsApp, hacen que los controles que se despliegan en nuestras carreteras dejen de ser efectivos en tanto en cuestión de horas, o incluso minutos, muchos conductores han sido advertidos y pueden tomar rutas alternativas para esquivarlos.
Estas motocicletas estarían equipadas con un sistema portátil para la detección de conductores ebrios, que pasa por el tradicional alcoholímetro, de verificación de aire espirado, y el detector de drogas mediante prueba salival. Más que suficiente para la primera prueba, pero como veremos a continuación un control con garantías legales exige algo más que eso.
Entre los derechos del conductor y la reglamentación de los controles de alcoholemia, se incluye la prueba de contraste, que preferentemente, y salvo causas excepcionales y justificadas, consiste en el análisis de sangre. Para ello se requiere de un despliegue mayor, que pasa por un furgón de atestados de la Guardia Civil equipado con el instrumental necesario para realizar la prueba con garantías y en condiciones higiénicas. Pero la presencia de este furgón no es estrictamente necesaria.
La prueba de contraste, que como decíamos no es tanto una obligación a la que el conductor ha de someterse si se le es requerido, como la primera, sino un derecho del conductor al que puede acudir si en la primera prueba dio positivo, no necesariamente ha de realizarse en un furgón de atestados. Los agentes de la Guardia Civil también pueden acudir junto con el conductor interesado a un centro sanitario, en el que se le puede practicar la prueba mediante análisis de sangre y garantizando la custodia del análisis y sus resultados, y las condiciones higiénicas en las que han de realizarse.
Esto quiere decir que las motocicletas seguirán contando con algunos de los inconvenientes de los controles de alcoholemia que hasta ahora se realizaban mediante coches y en ocasiones con el apoyo de un furgón de atestados.