Existe una muy mala costumbre en el mundillo del motor, y ésta es pensar que todos los motores son más o menos iguales y que por lo tanto también se pueden conducir del mismo modo. Lamentablemente no existe mayor error que generalizar en tanto a exigencias sobre nuestra mecánica, y una de las más extendidas en los últimos tiempos es creer que circular el máximo tiempo posible con la aguja del cuentarrevoluciones al mínimo de revoluciones permite ahorrar combustible si inconveniente alguno. ¿Pero es esta técnica saludable para nuestro motor? Pues mucho me temo que en la mayoría de los casos no y este es el porqué.
Con la llegada de las nuevas normas anticontaminación y la necesidad de homologar consumos cada vez más bajos, los fabricantes han impuesto unas reglas que hablan de motores de baja cilindrada asociados a cajas de cambio de relaciones muy largas. Con este planteamiento, pasar con nota el ciclo de homologación NEDC es mucho más sencillo, pero en el mundo real, este tipo de soluciones nos obligan a conocer muy bien dónde trabaja cómodo nuestro motor.
Un aspecto que llama poderosamente la atención es la introducción en casi todos los coches modernos de los denominados sistemas de recomendación de relación engranada en pos de alcanzar una mayor eficiencia. Estos sistemas se basan en unos parámetros preestablecidos que te invitan a cambiar a poco que el cuentarrevoluciones se adentre en las primeras ofertas de par motor. Si hacemos caso a este sistema, el cambio de relación se produce y nuestro coche cae de vueltas, pues el sistema apenas conoce las exigencias reales que nos ofrece la conducción. Circulando por terrenos llanos no hay demasiados problemas, los nuevos motores «turbo» consiguen recuperar el vuelo de forma más o menos decente, pero cuando ese tipo de cambios se producen en pendientes desfavorables, la cosa cambia y se produce el sobreesfuerzo que tenemos que procurar evitar. Con los cambios automáticos el problema no es tan grave, la electrónica sabe cuándo algo no va bien, reduciendo una, dos o incluso tres marchas si pedimos el 100% del acelerador.
Trabajar con muy bajas revoluciones tiene sus cosas «buenas», sin embargo hacerlo por norma general puede resultar contraproducente al forzar a la mecánica a soportar esfuerzos y vibraciones en su peor zona de trabajo. La forma más eficiente de emplear nuestra mecánica es conocer su rango de par, zona en la que el propulsor ofrece su máximo momento de fuerza por cada gramo de combustible empleado. Pero aquí de nuevo tenemos un problema, las cajas de cambio actuales están diseñadas para homologar consumos, no para sacar el máximo provecho de esa zona de par disponible.
Finalmente, y como era de esperar, toca hacer de detectives y averiguar qué es lo mejor para nuestro propulsor, estudiándonos su curva de par y determinar el desarrollo de las relaciones de cambio y los saltos que se producen entre las mismas. He aquí el punto clave para verdaderamente reducir consumos aprovechando el par ofertado por nuestro propulsor. Acostumbrarnos a trabajar siempre en régimen óptimo no será fácil, pero os aseguro que ese trabajo de verdad conseguirá reducir consumos sin forzar la mecánica.
A fin de cuentas, el mejor cambio será aquel que se produzca aprovechando el máximo de la zona de par antes de proceder a insertar una relación mayor. De este modo, el motor trabajará en todo momento en zona de par máximo y por ende ofreciendo todo su empuje y sin malgastar combustible por haber dejado caer demasiado el cuentarrevoluciones al insertar la marcha superior antes de tiempo.
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