Estas historias me entristecen. De igual manera que me da una terrible pena ver clásicos europeos pudrirse en un concesionario japonés abandonado, igual pena me da ver una impecable colección de camiones clásicos de bomberos pudrirse sin remedio. Iban a formar parte de un museo, un museo dedicado a estos héroes mecánicos que contribuyeron a salvar tantas vidas. Cuando los fondos se terminaron, lo único que quedó fue un almacén lleno de reliquias que poco a poco se van convirtiendo en las cenizas que quedan tras el fuego.
Tras este momento poético, os vamos a contar su historia. En 1990, los cuerpos de bomberos de toda Francia cedieron parte de sus vehículos históricos. Previa restauración, una asociación pretendía crear un museo donde se expusieran estas joyas, para que todo visitante pudiera apreciarlas como es debido. En 2002 – tras una larga escasez de fondos – se da por perdida la batalla financiera por el museo. Parte de los vehículos son achatarrados al estar demasiado dañados como para ser recuperados con garantías.
Ante la perspectiva de apertura de un nuevo museo en Bélgica en 2009, algunos de los camiones en mejor estado son trasladados a otro almacén. Almacén del que no se han movido desde entonces – situado en un paradero desconocido en Francia – debido de nuevo a la falta de financiación derivada de la crisis económica. Un particular llegó a donar 30.000 euros y piezas de repuesto, que cayeron en saco roto. A día de hoy todos los camiones de bomberos siguen en el mismo almacén al que fueron trasladados hace más de 10 años.
Un fotógrafo ha accedido al interior del almacén, repleto de máquinas de gran importancia histórica. Máquinas como camiones de bomberos fabricados en Estados Unidos, cubas de agua, máquinas Renault de pre-guerra o coches de apoyo como el Peugeot 203, cuya fabricación comenzó en el lejano año 1948. Todos ellos se pudren en un almacén cubiertos de polvo, esperando que alguien los rescate. La mayor parte de estas máquinas aún podrían ser restauradas, pero la incógnita es saber si alguna vez volverán a ver la luz del sol.
Un dato irónico. El nombre del almacén donde se encuentran se llama Santa Bárbara, patrona de los bomberos y de los mineros. No dejéis de ver la galería de este hallazgo.
Fuente: autoblog.nl
En Diariomotor: Érase una vez un concesionario de clásicos europeos abandonado en Japón