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Cohetes para frenadas de emergencia, así pensaban en la seguridad vial en 1946

En 1946 en Estados Unidos había ya muchos accidentes de tráfico. Los coches no tenían siquiera cinturones de seguridad, no hablemos siquiera de sistemas modernos de seguridad. Un accidente a 50 km/h tenía muchas posibilidades de causar graves daños a los ocupantes del coche, incluso su muerte. Por ello, algunos pioneros trataban de diseñar pintorescas soluciones de seguridad vial. Una de ellas era montar cohetes en nuestro coche, en sentido contrario a la marcha, para ayudarnos en frenadas de emergencia.

En 1946, los coches eran pesados y tenían frenos de tambor muy poco efectivos.

Parece una solución ideada por ACME, pero realmente fue idea del Allegany Ballistics Laboratory, un centro de investigación militar que llegó a producir y probar varios prototipos de esta tecnología. La idea era bien simple: se instalaban dos cohetes en el sentido contrario a la marcha del coche, e inclinados hacia el suelo. Ante una situación de frenada de emergencia con extrema presión sobre el pedal de freno, el sistema se activaría mediante un encendido eléctrico, y los cohetes reducirían enormemente la distancia de frenado.

El ABS era un sueño por aquél entonces – no fue obligatorio en Europa hasta 2001 – y los sistemas de frenado de un coche normal eran altamente inefectivos. Los coches americanos eran pesados, y tenían que apañarse con frenos de tambor de escasas dimensiones. Un coche de la época tardaba en frenar desde los 96 km/h unos 50 metros, en condiciones idóneas. Un coche moderno hoy en día, frena en poco más de 30 metros desde los 120 km/h. En condiciones de baja adherencia, la ausencia de ABS complicaba las cosas aún más.

Los cohetes se habrían montado en el capó del coche, apuntando hacia abajo para frenar más rápido.

Estos cohetes prometían reducir a la mitad la distancia de frenado desde las 60 millas por hora. En unos 25 metros eran capaces de frenar un coche desde los 96 km/h. Además de su propio empuje, creaban más presión sobre los neumáticos, aumentando la efectividad de los frenos convencionales del vehículo. El laboratorio de Allegany construyó un prototipo sobre la base de un Jeep Willys – excedentes habituales de la guerra – y logró frenar desde los 96 km/h en poco más de 18 metros.

Un valor que hoy en día sería excepcional, pero que sometería a todo el coche y los ocupantes a tremendas fuerzas G. El sistema que se pensaba producir en masa estaría montado sobre el capó del coche, y estaría conectado a la dirección, de modo que se pudiese gobernar el coche al girar el volante. Un auténtico detalle precursor de los sistemas ABS. Pero es fácil ver que tampoco era un sistema idóneo. Además de repostar queroseno cada vez que el sistema actuaba, presentaba un alto riesgo de incendio en caso de accidente.

El sistema era caro y aunque su efectividad estaba demostrada, se creyó buena idea no instalar un depósito de combustible inflamable junto al motor del coche. Habría sido un extra caro, en una época en la que era más importante el estilo que la seguridad.

Fuente: ModernMecanix
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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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