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Hot rods, arena, aceite y mucha diversión: así es The Race of Gentlemen

The Race of Gentlemen es uno de los eventos del año en Estados Unidos. Aunque no lo pongo a la altura de Pikes Peak o la Speed Week de Bonneville, competir sobre las arenas de Nueva Jersey en hot rods y motos de antes de la Segunda Guerra Mundial es como poco interesante, ¿no creéis? Cultura hot rod viva y vibrante, de manos manchadas de aceite y averías constantes, de olor a gasolina y perfume barato. Un apasionante mundo rodea a este evento, y hoy os lo acercamos gracias a las magníficas fotos de Lora Lein, que estuvo allí.

Durante un par de días – el año pasado a principios de octubre – todo propietario de hot rod que se precie de serlo debe acudir a la playa de Wildwood. Una gran playa en el estado de Nueva Jersey, a orillas del Océano Atlántico.

Durante dos días y dos noches, se celebran carreras de aceleración con coches y motos modificados, algunos de ellos con cerca de un siglo a sus espaldas. No son reinas de garaje, son máquinas hechas para ser conducidas.

Este evento es organizado por el Oilers Club, un club de aficionados a esos hierros clásicos que no hacen más que perder aceite y averiarse. Pero cuando funcionan los sacan a correr, de la manera que posiblemente sus abuelos hacían hace décadas. Sin contemplaciones, sin vergüenza, sin miedo.

Fijaos en estos dos Ford Roadster de principios de los años 30. Sucios y cansados tras competir, pero orgullosos y desafiantes, rezumando autenticidad.

Muchos clubes moteros acuden a esta cita, con motos que a veces superan los cien años de edad. En las carreras de aceleración sobre arena hay una categoría especialmente dedicada a las motos.

Aunque tengan decenas de años a sus espaldas, estas Harley-Davidson aún atrapan todas las miradas de los aficionados al motor que todos los años se dan cita en Wildwood.

Es sencillo imaginar que esta playa apenas ha cambiado en décadas. Es en su misma arena donde nació parte de la cultura hot rod de Estados Unidos. No sólo de Daytona Beach vive el hombre.

Pasear por las calles de Wildwood es en sí un espectáculo para los amantes del motor durante los días de The Race of Gentlemen. No es tan habitual encontrar – siquiera en Estados Unidos – semejante cantidad coches modificados con tanta clase.

La estética pin-up es parte intrínseca de la cultura hot-rod. Peinados imposibles y ropa ajustada para ellas, chaquetas de cuero y mucha gomina para ellos. Durante dos días, Grease es real.

Las llamas de este precioso clásico son reales cuando arranca su incendiario motor de ocho cilindros en uve.

En estas mismas calles de pueblos costeros de Nueva Jersey es donde Bruce Springsteen forjó su leyenda. Si cierras los ojos puedes escuchar la mítica «Racing in the Street«.

Este propulsor V8 es un flathead, con las bujías situadas en un lateral de las bancadas de cilindros. Era un tipo de motor muy común en fechas anteriores a los años 60 del pasado siglo.

Aunque fuese tomada en octubre, esta imagen grita verano a pleno pulmón. Fijaos en el techo cortado del Ford blanco. El conductor se sienta prácticamente en el suelo.

Sin la cámara de fotos en sus manos, esta imagen podría perfectamente haber pasado por una instantánea tomada en el año 1955.

El alojamiento de los participantes en The Race of Gentlemen no podría ser otro que diversos moteles «de mala muerte» junto al mar.

Las calles de Wildwood sorprenden durante The Race of Gentlemen. Tanto o más que el evento que sucede en la arena.

Atentos a la tapicería de «auténtica piel de leopardo» de este hot rod. No falta el detalle de la pin up o un pedal del acelerador en forma de pie, posiblemente extráido de un pedal de guitarra. Simplemente genial.

Este vídeo resume bastante adecuadamente el espíritu rock n’ roll de The Race of Gentlemen, su actitud desafiante y su inequívoco atractivo.

Gracias a Lora Lein por estas magníficas fotos.

En Diariomotor: Vacaciones automovilísticas en el desierto americano

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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