¿Quién no ha aplicado nunca el viejo truco de esconder la basura debajo de la alfombra? Ahora intentemos aplicar ese concepto a soluciones medioambientales. El CO2 es uno de nuestros grandes enemigos, el responsable, según muchos investigadores, del calentamiento global. El gran problema está en que nuestro desmesurado consumo energético no se detiene. Energía que obtenemos en buena parte gracias a fuentes que generan ingentes cantidades de CO2, algo que es necesario para mantener el buen funcionamiento de la industria, el avance de los países más desarrollados (y aún más de los países en desarrollo) y los transportes. De manera que, volviendo a la comparación con la basura debajo de la alfombra, existen dos soluciones posibles: generar menos basura, u ocultar esa basura de alguna forma. En Estados Unidos ya se ha presentado un plan para lo segundo, para esconder la basura debajo de la alfombra.
La idea que persigue el último plan del Departamento de la Energía de los Estados Unidos, que comenzará con un estudio financiado con 12 millones de dólares (cerca de 11 millones de euros según el cambio actual), pasaría por almacenar dióxido de carbono bajo el océano Atlántico. Los investigadores estudian qué técnicas se podrían emplear para controlar las emisiones de los gases responsables del calentamiento global sin forzar la reducción de los combustibles fósiles en el modelo energético mundial (más información el Climate Central).
Y la idea en la que estarían trabajando se basaría en sistemas que capturarán las emisiones de CO2 en lugares muy concretos, por ejemplo en centrales térmicas, para comprimir esos gases e inyectarlos en formaciones rocosas a gran profundidad. Esta filosofía ya ha comenzado a aplicarse, de momento a una escala realmente pequeña, en algunas plantas de generación. La mayor de todas ellas la encontraríamos en Canadá, en una central térmica de carbón que desde el año pasado ya está capturando 1 millón de toneladas de CO2 cada año e inyectándolo bajo tierra (The Guardian).
En esta fase del proyecto, los investigadores trabajarán sobre todo en la identificación de localizaciones idóneas para tal empresa. Las más adecuadas se encontrarían en el océano Atlántico, y sobre todo, en el golfo de México, una zona rica en plantas de generación eléctrica sobre las que se podría capturar CO2, y un gran conocimiento del suelo sobre el que se asientan gracias a la exploración petrolífera en la zona de las últimas décadas.
Pero la pregunta que nos hacemos sigue siendo la misma. ¿Es pan para hoy y hambre para mañana? ¿Cuál es el coste de capturar el CO2, frente al coste de evitar generar ese CO2 mediante la búsqueda de un modelo energético basado en renovables?