«El gran atasco» es el título de una conferencia pronunciada por Bill Ford, bisnieto de Henry Ford y presidente ejecutivo del gigante americano Ford Motor co. en el año 2011. Teniendo en cuenta el ritmo de avance de la industria, podría considerarse a priori un mensaje ya anticuado después de 4 años, pero lo cierto es que sigue siendo una brillante y visionaria síntesis del futuro del automóvil y del transporte, o al menos del futuro deseable. Parte de nuestra iniciativa #huyedeltrafico.
El problema del colapso
El planteamiento de Bill Ford es sencillo: el problema de los atascos de tráfico es proporcional al número y tamaño de las grandes ciudades y al crecimiento del parque automovilístico mundial.
Las predicciones de crecimiento de la población mundial y su distribución geográfica apuntan a un alto porcentaje de gente viviendo en grandes ciudades (ahora mismo ya es más de la mitad de la población mundial) y para 2050 se calcula que el parque automovilístico mundial ascenderá a entre dos y cuatro mil millones de coches en todo el planeta (en este momento nos acercamos a los mil millones).
Por un lado, existe un problema medioambiental derivado de las emisiones de esos vehículos y su creciente concentración en grandes ciudades, con más y más polución. Ese problema puede gestionarse o incluso resolverse con coches más y más limpios y es tecnológicamente factible pensar incluso en un parque automovilístico de cero emisiones. Pero existe otra amenaza.
El volumen de coches que habrá que gestionar en las próximas décadas, manteniendo el modelo actual de movilidad, colapsaría las carreteras de forma inevitable. Las ciudades se convertirán en un gran atasco si no hacemos nada por evitarlo, y eso nos enfrenta a una monumental pérdida de tiempo para todos, además del bloqueo de nuestra movilidad real. Incluso si los coches no son contaminantes, seguiríamos enfrentándonos al problema del colapso.
La posible solución
La respuesta al problema de la movilidad no puede ser hacer más y más carreteras y autopistas, sino un cambio de modelo. La respuesta ha de ser tecnológica.
El planteamiento de Bill Ford, cada día más factible gracias a los avances tecnológicos, pasa por la comunicación y la gestión de datos en tiempo real. El modelo de transporte ha de evolucionar hacia un escenario en el que podamos dotar de comunicación a todos los elementos implicados, generando carreteras inteligentes, coches inteligentes, parkings inteligentes y un largo etcétera, que puedan comunicarse entre sí y optimizar los tiempos y los recursos.
El planteamiento parece sencillo, y es una idea central de las denominadas smart-cities, pero su ejecución implica un reto colosal.
El concepto pasa por comunicar a cada coche con todos los demás y con la carretera, los espacios de aparcamiento y los transportes públicos. Con esa capacidad de comunicación en tiempo real sería posible gestionar una agenda personal con un simple teléfono móvil de tal forma que nos vaya avisando de la hora exacta en la que tenemos que salir de un punto para llegar al siguiente al tiempo que nos reserva un aparcamiento que nadie más podría utilizar en nuestro destino.
Si eliminamos de este modo las horas punta, con un gran cerebro central que gestione los desplazamientos de todos los individuos, y todo el tráfico que está simplemente buscando dónde aparcar mediante parkings inteligentes con reserva automática de plaza, estaríamos convirtiendo en fluido el tráfico colapsado de las ciudades.
Si en un momento dado se produce un embotellamiento, causado por un accidente o cualquier otro motivo, todos los coches que se dirigen al punto conflictivo serían desviados de su ruta en tiempo real a través de itinerarios alternativos, que serían a su vez reorganizados instantáneamente para dar cabida al nuevo flujo de tráfico previsto. Todo el mundo podría adelantarse al atasco, con lo que el atasco no se produciría.
Si combinamos todo esto con un sistema de transporte público perfectamente sincronizado en el que los tiempos fueran muy precisos, y en el que circular con un billete único cambiando de vehículo no fuese un problema, una gran parte del tráfico podría desviarse a metros, autobuses, tranvías, barcos… en función de nuestro destino y las posibilidades a nuestro alcance. Todo ello redundaría en la descongestión del tráfico.
Si el objetivo último de la industria es vender más y más coches, estaremos abocados a la pérdida de nuestra movilidad a golpe de embotellamiento, pero si su objetivo (como defiende Bill Ford) es preservar y mejorar la movilidad de las personas, el camino a seguir será la comunicación total entre red y vehículos para, probablemente, vender algunos coches menos a cambio de incrementar las posibilidades de movilidad para todos.
Cuatro años más tarde, esta conferencia sigue manteniendo toda su vigencia y su mensaje visionario más actual que nunca. Dejemos que sea el propio Bill Ford el que nos cuente su visión.
En Diariomotor: Iniciativa Huye del Tráfico