Los drones, además de erigirse como una solución de futuro increíblemente efectiva para revolucionar ciertos servicios (véase la mensajería) inspiran no pocos temores y, generalmente, desconfianza. Hay quien ya se ha preocupado porque estos aparatos, relativamente económicos, y tripulados por operadores con poca experiencia, vuelen sobre nuestras cabezas (ver: ¿puede un dron ligero matar a una persona?). Si esos mismos drones se emplean para el control del tráfico, como sucederá a partir de ahora en nuestro país vecino, Francia, esa preocupación se traslada a los conductores hasta convertirse en verdadero pavor. ¿Te imaginas que cientos de drones vigilasen las carreteras reprimiendo conductas como infracciones de tráfico varias y excesos de velocidad? Ese futuro está realmente cerca…
Francia ha abierto la senda para el comienzo de un uso masivo de drones como herramienta para controlar el tráfico. Y decimos que ha abierto la senda porque aún no debes creerte que estos objetos voladores no tripulados vayan a multarte. Pensar en drones multando a diestro y siniestro es aún prematuro.
Manuel Valls, Primer Ministro de Francia, ha anunciado la experimentación con drones en un paquete de numerosas medidas enfocadas a reforzar la seguridad en las carreteras, que afectará sobre todo a la represión de conductas peligrosas. El propio Valls aseguraba en un tuit, con una frase muy propia de un político, que «las carreteras de Francia no deberían ser un cementerio para nuestros jóvenes y nuestras familias».
El objetivo de estos drones será identificar conductas de riesgo en las carreteras (Liberation.fr). Es decir, la posibilidad de que un dron comience a multar, o incluso a sobrevolar las carreteras sin intervención humana para cazar a infractores, aún está lejana. La gendarmería francesa utilizará estos artilugios voladores para aumentar la capacidad de actuación de sus agentes.
Pensad que el precio de un dron muy avanzado es insignificante en comparación con el de un helicóptero, por no hablar del coste de mantenimiento y utilización de estos últimos. Aunque los drones también exijan un operador que lo maneje desde tierra, y a una distancia determinada, siguen siendo una solución con una relación entre efectividad y coste muy favorable.
Para que un dron comience a multar a los conductores será necesario que estos equipen tecnologías más avanzadas, capaz de grabar imágenes de alta resolución de los vehículos que surcan las carreteras (de manera que sirvan como prueba del delito), y de reconocer la matrícula del infractor.
Para que esos mismos drones se encarguen de identificar excesos de velocidad, aún tendrán que emplear una tecnología mucho más sofisticada, capaz de calcular la velocidad de los vehículos que se encuentre en la carretera con una gran precisión, y un bajo margen de error. Pensad que los sistemas empleados por los radares que equipa Pegasus no han sido diseñados para instalarse en un dron de dimensiones compactas. Y, sobre todo, exigen una manipulación muy concreta, una técnica para su utilización y un control de su fiabilidad, para preservar los derechos de los conductores y garantizar que las mediciones han sido realizadas correctamente.
El culmen de los drones para el control del tráfico llegaría en el momento en que esos mismos aparatos cuenten con una lógica de funcionamiento autónomo. Es decir, drones capaces de controlar el tráfico sin necesidad de un operador en tierra que los maneje. Pero, por suerte para el que ya temiese su utilización, aún es muy pronto para que nos preocupemos por esto.
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