En los últimos años hemos visto toda una suerte de iniciativas que se antojan como la solución definitiva a varios problemas energéticos y medioambientales que tarde o temprano la humanidad tendrá que resolver. Problemas que ya están aquí, como las emisiones de CO2 y el calentamiento global; problemas cada vez más cercanos, como la escasez de combustibles fósiles. Carbon Engineering es una empresa canadiense que se ha propuesto desarrollar sistemas que, más allá de «atrapar» el CO2 presente en el aire, aprovechen ese CO2 para sintetizar combustibles «ecológicos». Y lo más importante del asunto, de cara a la viabilidad del proyecto, garantizar sistemas escalables y estrategias de bajo riesgo que permitan una aplicación a gran escala de la tecnología con resultados reales.
Aunque la base física y química de crear combustibles a partir del aire, literalmente, sea sólida, el gran problema de estos métodos de sintetización de combustibles sigue siendo la productividad de todo el proceso. Es decir, ¿qué tipo de instalaciones se requieren para generar una cantidad aceptable de combustible?
Según Quartz ya estarían en disposición de abrir una planta con un coste de 200 millones de dólares, que en 2018 estará generando entre 200 y 400 litros de combustible diarios. No hace falta que nos esmeremos mucho con las cuentas para ver cómo en términos económicos no parece un negocio rentable, al menos si de lo que se trata es de crear combustible.
Más allá del cálculo de la rentabilidad, en función coste de las instalaciones, y el rendimiento obtenido con la producción de combustibles, hemos de tener en cuenta que estas instalaciones siguen requiriendo energía para realizar su trabajo, energía que en el mejor de los casos debería de provenir de fuentes renovables, por ejemplo, energía eólica o solar. Si esa energía proviene de fuentes no renovables, como plantas térmicas, el ciclo de la emisión de gases de CO2 no se detiene. La energía con que funcionaría la planta provendría de fuentes que generan CO2, para neutralizar ese CO2 atrapándolo del aire y producir combustible que, a su vez, volverá a generar CO2.
De hecho la tecnología más prometedora de esta empresa no es la que pretende generar combustible, sino precisamente la que se centra en atrapar CO2 mediante procesos químicos y el trabajo de los inmensos ventiladores que ilustran este artículo. Aplicado a la industria, buscaría entre otros objetivos contribuir a que las fábricas «recuperen» parte del CO2 que han emitido para cumplir con los objetivos de emisiones cada vez más presentes en las normativas medioambientales occidentales.
Emitir más gases contaminantes de los estipulados por la ley supone un coste muy elevado, en forma de sanciones o bonos de carbono, para las industrias involucradas. De manera que, en paralelo con estrategias de eficiencia en la factoría, los sistemas capaces de neutralizar el CO2 pueden ser una alternativa muy interesante, además de efectiva para cuantificar cuanto CO2 hemos ahorrado a nuestra atmósfera.
Cada vez tenemos más claro que la solución que se antoja como más efectiva para una movilidad sin emisiones de CO2 está asociada con el coche eléctrico, y la generación de su energía mediante fuentes renovables. En cualquier caso, ¿no merecen estas soluciones una oportunidad para seguir investigando y mejorar el desarrollo de la tecnología y avances en su productividad que tal vez hagan que algún día sea viable?
Fuente: Carbon Engineering | Vía: Xataka
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