¿Te imaginas un coche sin volante? Probablemente no. Mucho han evolucionado los coches en el último siglo, pero desde que a finales del siglo XIX comenzase a utilizarse el volante, este control giratorio ha permanecido en nuestros coches, prácticamente sin cambios, más allá de un sinfín de botones para controlar la música, o la velocidad de crucero. Pero, ¿por qué no imaginar un control más preciso y cómodo para nuestros coches? En los años sesenta Ford ya estudiaba esa posibilidad, la de sustituir el volante por un control más sencillo de manejar y ergonómico, el Wrist-Twist.
La motivación principal de Ford no era otra que utilizar un sistema que, además de sencillo y preciso en maniobras como el aparcamiento, ocupase poco espacio, facilitase el acceso del conductor y no restase visibilidad. La solución la encontraron en el Wrist-Twist, una suerte de mando muy compacto que estaba dotado de dos controles giratorios que el conductor manejaría con mucha comodidad, con un simple movimiento de muñecas.
Este sistema contaba con una columna de dirección móvil, que permitía entre otras cosas ajustarlo perfectamente a la altura del conductor, o abatirlo ligeramente para acceder a bordo.
Ford llegó incluso a instalar este sistema de control Wrist-Twist en un gran Mercury de la época, y algunos periodistas tuvieron la oportunidad de probarlo (ver prueba de Popular Mechanics). El probador aseguraba que al principio se sintió bastante desconcertado probando este control basado en dos giratorios, y aunque «la visibilidad era espléndida, y era muy confortable, sentía la falta del apoyo de un verdadero volante». Incluso llegaría a reconocer que la precisión y rapidez de este control de muñeca hacía que el Mercury se moviera con la agilidad de un compacto.
En el vídeo que puedes ver más arriba, Ford promocionaba su avance y demostraba su utilidad. En dicho promocional, no faltaba una demostración muy sexista, pero acorde con la mentalidad de la época, en la que una señorita subía a bordo para mostrarnos como era capaz de aparcar el inmenso Mercury en una plaza de aparcamiento no demasiado espaciosa para un coche de su tamaño.
Finalmente, el Wrist-Twist quedaría en lo que vemos, una idea experimental divertida que no prosperó. Pese a que en aquellos años hubo muchos que pensaron que el fin del volante había llegado. Hoy en día sigue siendo habitual que aparezcan nuevos controles, especialmente en prototipos y en modelos de exhibición, que pretenden reinventar el volante, o simplemente sustituirlo, pero no parece que de momento el volante vaya a desaparecer (a menos que los coches autónomos cuenten con el beneplácito de las autoridades y sean capaces de lograr una funcionalidad total sin la intervención de un conductor).
Vía: Cookingideas
En Diariomotor: