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Citroën C4 Cactus: ¿sucesor del 2CV o low-cost maquillado?

El objetivo es comprobar si estamos ante un coche revolucionario o ante un low-cost con mucho márketing encima

Tenía ganas de echarle el guante al ya no tan nuevo Citroën C4 Cactus. Mi intuición siempre me dijo que el aura de innovación y revolución que acompaña a este coche podía estar algo hueca después de todo., pero la única manera de comprobarlo es conduciéndolo y viendo de primera mano las sensaciones que transmite, así que eso hice y estas han sido mis conclusiones.

Con motivo del «Citroën Made in Spain», un evento en el que la marca francesa nos recordaba que fabrican muchos de sus vehículos en España (Picasso, Grand Picasso, Berlingo, C-Elisée y Cactus) tuve ocasión de probar diferentes unidades de este importantísimo modelo, una breve pero intensa toma de contacto con el supuesto sucesor espiritual del Citroën 2CV, uno de mis coches más admirados de todos los tiempos.

¿Sucesor del 2CV? Eso habrá que demostrarlo.

Mousse de cuadriciclo deconstruido con guarnición de plásticos duros y salsa de liviandad

La unidad escogida para esta prueba es un Citroën C4 Cactus PureTech 82 CV S&S con cambio automático pilotado ETG y el acabado tope de gama «Shine». Esta combinación nos permite probar todo el equipamiento existente y a la vez la planta motriz más básica con cambio ETG.

La bienvenida al coche tiene desde el primer instante un cierto aroma low-cost

La bienvenida al coche tiene desde el primer instante un cierto aroma low-cost, aunque disimulado con retazos de materiales resultones y sobre todo la gran pantalla central. El sonido de las puertas es de utilitario, el del maletero es un estridente «clanck» y todos los plásticos a nuestro alcance son duros. A partir de ahí, la lista de elementos ingeniosos de bajo coste es larga.

El cuadro de instrumentos parece sacado de una película del futuro rodada 1980

El tirador de las puertas delanteras es una cinta gruesa y flexible, mientras que las posteriores carecen de tirador y todo el revestimiento es una gran pieza de plástico negro con un hueco del que se puede tirar. Las ventanillas traseras no pueden bajarse, sólo abrir una pequeña rendija hacia fuera como en un tres puertas.

El cuadro de instrumentos tras el volante parece sacado de una película del futuro rodada 1980, siendo prácticamente monocromo y muy básico, aunque la pantalla central viene en su rescate por tamaño y resolución. En última instancia esa gran pantalla central es también una solución ahorrativa comparada con la instalación de botones, cables y mandos en la consola central.

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El Citroën C4 Cactus está basado en la plataforma del Citroën C3, aunque su nombre pretenda despistarnos

El portón trasero es pequeño, no llega muy abajo en su apertura, con lo que se forma una barrera bastante alta en el borde inferior que dificulta la carga y descarga.

El espacio interior está bastante logrado, sobre todo en las plazas traseras, y ello a pesar de que el C4 Cactus está en realidad basado en la plataforma del Citroën C3, aunque el nombre pretenda despistarnos. El adelgazamiento de puertas araña algunos centímetros, pero es la plataforma de un utilitario de hace 15 años (nace en 2001 con la primera generación del C3) aunque retocada en 2010 con la segunda generación del mismo modelo.

El cambio automático ETG adereza su lentitud con momentos de indecisión

Un detalle curioso en un coche que se anuncia como crossover es la ausencia de cubrecárter bajo el motor. Eso significa que cualquier piedra que salte irá directa al propio motor, totalmente desnudo por debajo, y si tocamos abajo contra algo (por ejemplo al meter el coche en unas roderas) lo que va a rozar es la mecánica directamente. Vamos, que no anima mucho a explorar caminos.

La caja de cambios automática ETG es todo lo lenta que sería admisible en un automático y tanto más llamativo el tiempo entre marcha y marcha cuanto más fuerte aceleramos. Adereza su lentitud con momentos de indecisión en los que aceleramos de golpe en busca de respuesta entre el tráfico y se queda pensando qué hacer hasta que por fin decide engranar una marcha y avanzar. Si os sirve de consuelo, la palanca del cambio manual tiene grandes holguras en todas sus marchas, resultando muy desagradable en al tacto.

En definitiva, la simplificación llega a extremos notables, lo cual no es necesariamente algo malo si sabemos entenderlo y, sobre todo, si se traslada al peso del coche y al precio del mismo.

Estilo 2CV, vamos.

La mejor pieza de ingeniería es la que se ha podido eliminar

El C4 Cactus es uno de esos coches simplificados hasta el extremo que logran ser más ligeros, más fiables y más accesibles que otros coches más convencionales

Tenemos hasta aquí uno de esos coches simplificados hasta el extremo que logran ser más ligeros, más fiables y más accesibles que otros coches más convencionales en su concepción, pero que tienen que lidiar con rivales mejor construidos sin desmerecer demasiado, o recortando mucho en precio.

Con un moderno motor tricilíndrico y eliminando todo lo prescindible, el Cactus se descuelga con un peso que ronda la tonelada (1.050 kg en orden de marcha), lo que redundará en bajos consumos y unas prestaciones por encima de la potencia aparente de su mecánica. Un claro punto a su favor y una primera reminiscencia al ligero y frugal bicilíndrico del 2CV.

El motor es suficiente para una conducción sosegada, aunque justo de fuelle para todo lo demás

Los datos oficiales nos dicen que el consumo medio es un brillante 4,3 l/100km, y las cifras de prestaciones nos hablan de una aceleración de 0 a 100 km/h en 15 eternos segundos con este cambio automático, una cifra coherente con las sensaciones de respuesta del motor y sobre todo con la lentitud del cambio. Es suficiente para una conducción sosegada, aunque justo de fuelle para todo lo demás.

Otra aproximación a un 2CV, que era desesperante a la hora de acelerar, pero simpático hasta hacerte olvidarlo.

Tal vez el punto culminante del interior sean precisamente esos botones que manejan la caja de cambios: la sencillez absoluta

Interiormente, el salpicadero casi vacío genera una sensación de cierto desahogo y la ausencia de palanca de cambios, remplazada por un par de botones de avance y retroceso, permite un asiento delantero corrido al más puro estilo de su bisabuelo, aunque salvando las distancias porque el cactus es mucho más grande.

Tal vez el punto culminante del interior sean precisamente esos botones que manejan la caja de cambios. ¿Es posible imaginar un control más sencillo? Tres botones para avance, retroceso y punto muerto son lo único que se necesita y las maniobras de aparcamiento se acaban resolviendo con una mano apoyada en la palanca del freno de mano (también muy original) y el dedo índice alternando entre «D» y «R» en un manejo sencillo a más no poder. Yo diría que ese mando por sí solo ya justifica escoger este cambio automático incluso con todas sus limitaciones.

Comportamiento dinámico del Citroën C4 Cactus: ligereza ante todo

Resulta refrescante sentir un coche que se aprecia ligero y cuyas inercias no hacen sufrir a los neumáticos

Una vez en marcha, el comportamiento del Citroën C4 Cactus se caracteriza por un confort elevado y un punto de agilidad derivado de su bajo peso.

La suspensión es más bien blanda, pero guarda un equilibrio razonable entre comodidad y control del coche. En curva, las inclinaciones de carrocería son acusadas, pero el volante mantiene un cierto nivel de información que nos permite jugar un poco sin que resulte del todo extraño. Lógicamente, el coche está hecho para ir muy tranquilos.

En el límite de adherencia el comportamiento subvirador, el notable balanceo y la escasa potencia del motor ponen un límite bastante bajo al paso por curva como es lógico, pero resulta refrescante sentir un coche que se aprecia ligero y cuyas inercias no hacen sufrir a los neumáticos.

Conclusiones: una cuestión de precio

Es un coche innovador. Todo ha sido replanteado desde cero

El Citroën C4 Cactus es un coche innovador. Desde su estética exterior original y refrescante, rodeado de air-bumps mullidos para proteger las puertas, hasta su interior de asientos corridos o su salpicadero casi vacío, parece evidente que todo ha sido replanteado desde cero en este coche. Es especialmente notable el ahorro de peso obsesivo y patente en cada esquina.

La gran pregunta es ¿cuánto pagarías por un coche como este?

El problema es que no estamos en los años 50 y la oferta del mercado es tan amplia que no es suficiente con ser original. Si quieres vender, hay que ofrecer algo convincente para un público que, seamos realistas, no apreciará estos matices de ingenio o el bajo peso del conjunto como un importante valor añadido. La gente quiere un coche cómodo, amplio y bien construido, o bien un coche sencillo pero barato.

Y esa es la clave a fin de cuentas. El precio. La gran pregunta es ¿cuánto pagarías por un coche como este?

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Las tarifas Citroën son como los principios de Groucho Marx: «Si no le gustan, tengo otros»

El precio de tarifa para el modelo probado está justo por encima de 18.000 €, lo que me parece una auténtica locura. Por ese precio es posible comprar infinidad de modelos que no son un refrito aligerado de Citroën C3 más o menos ingenioso, sino coches de pleno derecho para esa cifra.

Pero las tarifas Citroën son como los principios de Groucho Marx: «Si no le gustan, tengo otros». Una visita a cualquier concesionario se saldará, probablemente, con un descuento notable sobre esa cifra de partida y, de hecho, en el momento de escribir estas líneas existe una oferta de 12.900 € (plan PIVE incluido y con exigencia de financiación) por un Cactus manual con este mismo motor y acabado básico Feel. Esa cifra ya suena mucho mejor, y es entonces cuando el Cactus cobra pleno sentido.

Este es un coche para comprar con una oferta de derribo, por doce o trece mil euros, con motor básico y aire acondicionado

Este es un coche para comprar con una oferta de derribo, por doce o trece mil euros, con motor básico y aire acondicionado. Por ese dinero yo diría que es una propuesta francamente original y atractiva, un coche práctico y económico que puede funcionar como familiar compacto, como utilitario amplio y como lo que se nos pueda ocurrir. Al final hay que preguntarse cuánto costaría esta mismo coche si se llamase Citroën C3 Cactus, un nombre mucho más honesto.

En definitiva, si lo que pretende Citroën es hacernos comulgar con la rueda de molino de pensar en un C4 Cactus como un Crossover aventurero a precio de Crossover aventurero, creo que no deberíamos dejarnos deslumbrar demasiado por la publicidad y entender este producto como lo que está destinado a ser: un coche que parece barato y ha de serlo necesariamente para tener sentido.

Como un Citroën 2CV.

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Vídeo destacado del Citroën C4 Cactus

Imagen para el vídeo destacado del Citroën C4 Cactus Botón de play

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David García Artés

David comenzó a trabajar en Diariomotor en junio de 2011, escribiendo artículos casi como hobbie, en lugar de ver la televisión después del trabajo. Poco a poco fue ganando responsabilidades, primero como coordinador editorial en Tecmovia, más tarde como probador (nunca ha dejado de serlo) y finalmente como Director General desde julio de 2020. Es economista (1998) e ingeniero (2011) de formación. Seguir leyendo...

Firma de David García Artés
Vista angular delantera del Citroën C4 Cactus en entorno urbano.
Logo de la marca citroen

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El Citroën C4 Cactus está a medio camino entre un subcompacto algo elevado y un SUV algo bajo. Su única carrocería dispone de 5 puertas y 5 plazas, con una curiosa banqueta corrida en los asientos delanteros si se opta por la caja automática.

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