Siempre lo he dicho, y siempre lo diré, el Audi A2 era un pequeño prodigio de la técnica. Audi quiso embarcarse en el lanzamiento de un producto que se alejaba, y mucho, de lo que habían ofrecido hasta la fecha. Audi no es una marca que se haya caracterizado precisamente por fabricar monovolúmenes, pero ante ellos se abría una oportunidad realmente interesante para cautivar a un público que probablemente hasta aquellos años no había encontrado en Audi un producto acorde con sus necesidades. 10 años sin el Audi A2 son más que suficientes para entender por qué aquel coche era, y aún hoy en día seguiría siéndolo, un adelantado a su tiempo. Tal vez por eso fracasase estrepitosamente, aunque parezca un contrasentido. Veamos, 10 curiosidades acerca del Audi A2 por las cuales fue un adelantado a su tiempo.
1. Replanteando el concepto del monovolumen. La filosofía de un monovolumen no es otra que la de maximizar la practicidad y el espacio en unas cotas muy limitadas. El Audi A2 supo conseguirlo de forma muy eficaz. Con 3,83 metros de longitud, el Audi A2 es un palmo más corto que el Audi A1 moderno. Es más corto que prácticamente cualquier utilitario del segmento B moderno y aún así gozaba de unas plazas cómodas (se ofreció con alternativa de cuatro y cinco plazas) y un maletero que por volumen era capaz de alojar tanta carga como el último Audi A3 (que es medio metro más largo que aquel A2).
2. Un ejercicio aerodinámico excelente. La gran prioridad del Audi A2 pasaba por maximizar el rendimiento energético. Es decir, alcanzar cotas de eficiencia inéditas en la época (y aún increíbles en nuestros días). Eso llevaría a Audi a optimizar todos aquellos aspectos que de alguna forma influyen en el consumo de un automóvil, empezando por la aerodinámica. Su diseño no es, ni mucho menos, casual. Manteniendo una figura afurgonetada, Audi decidió suavizar la caída del techo hacia la zaga, hasta llegar a un spoiler integrado en la luneta trasera a partir del cual el portón caería completamente vertical.
Esta técnica de diseño es exactamente la misma que utilizaría años más tarde, la técnica Kammback, gracias a la cual llegaría hasta nuestros días como uno de los turismos de producción con un coeficiente aerodinámico más bajo que jamás se haya diseñado.
3. Un uso muy extenso del aluminio. Para maximizar su eficiencia, era indispensable ahorrar peso, mucho peso. Y es por eso que Audi optó por utilizar los materiales más adecuados para construir este pequeño monovolumen. Y cuando tu máxima prioridad es el ahorro de peso, utilizar aluminio en buena parte de las estructuras y la carrocería del coche, es la solución ideal. Gracias a el aluminio, y otras técnicas, el Audi A2 llegaría a marcar en la báscula – en ciertas versiones – menos de 900 kilogramos. Es una cifra que hoy en día sigue resultándonos increíbles.
Recordemos que muy pocos fabricantes se han atrevido a llevar el ahorro de peso, y el uso de materiales «exóticos», más allá del acero, hasta sus últimas consecuencias. Hay excepciones, como el BMW i3 y la fibra de carbono. Pero tres lustros más tarde, los fabricantes aún siguen haciendo un uso casi anecdótico del aluminio. Véanse ejemplos como la tapa del maletero y el capó en aluminio del Mercedes Clase C.
4. El máximo ahorro de combustible. Más allá de aligeramiento y aerodinámica, el Audi A2 necesitaba una buena base mecánica para ofrecer un consumo ínfimo. Consumos que hoy en día siguen siendo increíbles. Audi optó por motores modestos en cuanto a potencia, diésel, de tres cilindros y bomba-inyector, capaces de homologar consumos en torno a 3 litros/100 kilómetros. En su obsesión por el ahorro, el Audi A2 estrenaría tecnologías que años más tarde se estandarizarían en la industria, como un modo ECO o un sistema de parada y arranque automático del motor.
5. Soluciones inteligentes. Más allá de tres aspectos tan fundamentales, y conocidos del Audi A2, como su aerodinámica, su aligeramiento, y su reducido consumo de combustible, el Audi A2 también destacaba por ideas muy curiosas. En la foto que ves más arriba nos encontramos con un detalle realmente peculiar. El Audi A2 contaba con un acceso limitado al motor, abatiendo ligeramente la parrilla. Esto era realmente interesante, puesto que permitía revisar los niveles de aceite, o recargar líquidos, sin necesidad de abrir completamente el capó, de manera que su apertura completa fuera solo necesaria en reparaciones y tareas de servicio que a mayores no solemos realizar a diario.
6. Equipamiento premium. Pese a todo, el Audi A2 no era un turismo austero en todos los aspectos. Su dotación de equipamiento era realmente completa, y podía contar incluso con un sistema que también planteaba ciertos retos técnicos en la época, un techo panorámico acristalado y practicable. Incluso hoy en día sigue siendo raro encontrarnos con coches que recurran a un techo completamente acristalado y un sistema eléctrico de apertura y cierre. Lo normal es que se ofrezca un techo panorámico acristalado o, alternativamente y no a la vez, un techo practicable. Audi denominaría a este sistema como Open Sky System.
7. Audi AI2, el anticipo del A2. Resulta sorprendente que Audi comercializase un automóvil con estas características hace más de diez años. Aún más, que Audi se embarcase en un proyecto como este, tan atrevido y ambicioso, hace prácticamente dos décadas. Y es que el Audi A2, que comenzó su comercialización en 1999, ya había sido anticipado por el prototipo AI2, presentado en el Salón de Frankfurt de 1997.
8. Su precio. El primer gran problema del Audi A2 fue probablemente su precio. El Audi A2 llegó a los concesionarios en un momento en que el mercado ya contaba con alternativas, a priori parecidas. Su gran rival era el Mercedes Clase A, que ya le llevaba unos años de ventaja, y el gran problema estaba en el elevado precio del A2. Soluciones como la construcción en aluminio no son, ni mucho menos, baratas. Según ya mencionaban en el año 2000 nuestros colegas de KM77, entre un Clase A y un A2 existía una diferencia de al menos unas 200.000 pesetas, y sus prestaciones no eran mucho mejores. Lo cual ya era una diferencia nada desdeñable.
9. Los potenciales clientes no supieron apreciar su tecnología. ¿Sabías que Apple ya tenía prototipos de iPad a finales de los años ochenta? Los de Cupertino ya estaban explorando la posibilidad de dispositivos portables, tipo tablet. ¿Por qué no los lanzaron entonces y esperaron al año 2010? Más allá de las dificultades técnicas que existieran entonces, existe una máxima en la industria que dice que jamás has de lanzar un producto que ofrezca soluciones técnicas tan avanzadas que no vayan a ser apreciadas por tus clientes. Simplificándolo mucho, y hasta siendo crueles, los fabricantes de coches podrían lanzar vehículos más avanzados y tecnológicos, pero no lo hacen porque sus clientes no van a saber apreciarlo.
Eso es precisamente lo que sucedió con el Audi A2. Aunque la prensa del sector alabó sus cualidades, para los compradores finales pudieron influir mucho más otros factores, como el diseño, o el precio, a la hora de descartar su compra.
10. ¿Asistiremos algún día al regreso del Audi A2? Sí y no. En cierta medida, el Audi A1 ya es el heredero de la posición que un día ocupó el A2. Pero obviamente no es ni tan práctico, ni tan innovador. Desde 2011, Audi jugó con la posibilidad del regreso de un A2 con un prototipo que se presentó en el Salón de Frankfurt aquel año. Como el A2, aquel prototipo eléctrico innovó con soluciones tan interesantes como el uso de aluminio en su «superestructura» y en un elevado número de piezas fabricadas en fibra de carbono. Pero aquel proyecto no parece que vaya a salir adelante.
Por último, y en un momento en que los monovolúmenes están de capa caída, y los crossover en auge, sabemos que el año que viene llegará a los concesionarios el nuevo Audi Q1, un pequeño crossover que, una vez más, ocuparía el lugar dejado hace diez años por el A2, pero que difícilmente será capaz de igualar lo ofrecido por este en cuanto a innovación técnica.
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