Hace una semana comenzamos un repaso a los mejores GTI de los años 90. Máquinas tan fiables como pasionales, a precios que no eran excesivos. No era necesario desembolsar más de 50.000 euros para adquirir las versiones más deportivas de un compacto como el Mercedes Clase A. Aquellos GTI eran coches que tuvieron la suerte de ser concebidos en una década dorada para el automóvil deportivo, en la que la electrónica aún no interfería en el comportamiento del coche. Hoy repasamos otros cinco héroes de las sensaciones.
Renault 19 16V (1990)
El Renault 19 había sido lanzado en 1988 como una ofensiva muy clara de Renault en el frente de los compactos. Un digno reemplazo para los Renault 9 y 11, ya por la época bastante desfasados. Construido sobre una nueva plataforma, era cuestión de tiempo que el coche estrenase una versión de altas prestaciones. Renault entonces diseñó un nuevo motor de 1,8 litros y 16 válvulas. Era de hecho la única motorización multiválvulas de toda la gama, y en su lanzamiento en 1990 causó toda una sensación en prensa y público.
Era un motor potente, un atmossférico capaz de desarrollar 140 CV de potencia y acelerar hasta los 100 km/h en sólo 8,2 segundos, gracias a un peso de sólamente 1.040 kilos. Este propulsor atmosférico también estuvo disponible en la Fase II del Renault 19, aunque catalizado, con 4 CV menos y algo menos de personalidad estética. Las versiones 16V se distinguían de otras gracias a una toma de aire en el capó, llantas Speedline de 15 pulgadas y un kit de carrocería más deportivo. En su interior contaba con asientos deportivos y un volante de tres radios.
Volkswagen Golf GTI 16v (1991)
El Volkswagen Golf de tercera generación fue presentado en 1991, y con él, existía la obligación implícita de lanzar una versión GTI. No en balde, fue Volkswagen la que inventó las siglas GTI con su Golf, a mediados de los años 70 del pasado siglo. La tercera generación del Golf GTI es junto a la cuarta una de las más denostadas, quizá por no destacar tanto ante una competencia que se había puesto las pilas muy rápidamente. Tampoco ayudó el hecho de que en su lanzamiento se optase por un nuevo 2.0 de 8 válvulas y sólo 115 CV.
Una versión del mismo motor con 2 litros y 150 CV – logrados con una culata multiválvula – fue lanzada casi al mismo tiempo, aunque en algunos mercados europeos se demoró un par de años su introducción. Sus prestaciones eran mucho más convincentes y con la dosis extra de potencia el Golf ya estaba a la altura de lo mejor del segmento. Curiosamente, su competencia más dura estaba en casa. Se llamaba Golf VR6, y pretendía ser la versión más premium de la gama, equipada con un nuevo motor de seis cilindros.
Los Golf VR6 llegaron a desarrollar hasta 190 CV y prestacionalmente dejaban muy atrás a los GTI, con un 0 a 100 km/h de unos 7 segundos, un segundo más rápido. El Golf GTI Mk3 es famoso por su comodidad a bordo y su ergonomía, en la época líder. Por algún motivo, no ha disfrutado de la reputación imbatible del GTI Mk2, su predecesor. Aún es posible encontrar unidades en buen estado a buen precio.
Nissan Sunny GTi/GTi-R (1992)
Uno de los GTI de los 90 que no podemos olvidar es el Nissan Sunny. El compacto predecesor del Almera fue un superventas cuya versión GTI nada tenía que envidiar a lo mejor de Europa. Como todos los productos japoneses de la época, era un coche muy ligero, fiable y de dinámica muy pura, enfocada en la precisión al volante y la pureza de sensaciones. En 1992 fue lanzada la versión GTi del Sunny, un compacto antes inofensivo. Bajo su capó, uno de los motores Nissan con más pedigrí de la historia, el SR20DE.
Un atmosférico de 2,0 litros y 150 CV de potencia, fiable como él sólo y capaz de superar las 7.500 rpm. Un utilitario que con un peso de 1.100 kilos era capaz de dar un susto a muchos otros GTI de la época. Pero la versión verdaderamente atómica se llamaba GTi-R. Bajo su capó habitaba un motor SR20DET, un mito del mundo de las preparaciones, un 2.0 litros turboalimentado hasta los 220 CV. Era tan potente como el Ford Escort Cosworth, y pesaba aún menos, sólo 1.230 kilos. Una mala bestia realmente exclusiva hoy en día.
Creada con el objetivo de homologar para rallyes al Sunny, era capaz de acelerar hasta los 100 km/h en sólo 5,6 segundos y tenía una velocidad punta superior a los 230 km/h. Esta impresionante aceleración era posible gracias a un sistema de tracción total permanente, prácticamente una exclusiva en su segmento. Se podía distinguir de otros Sunny gracias a una enorme toma de aire sobre el capó, directamente enganchada a un intercooler situado sobre el SR20DET. Su versión RB tenía un tren de rodaje aún más radical.
Peugeot 106 Rallye (1993)
Y de la tremenda potencia del Nissan Sunny GTi-R nos vamos a un concepto de coche radicalmente diferente. En 1993 Peugeot lanzaba el 106 Rally. Una versión aligerada del ya increíblemente ligero 106. El objetivo de Peugeot era sencillo: crear una base excelente para correr rallyes y realizar preparaciones. Los 90 fueron una era verdaderamente dorada para los GTI franceses, con exponentes punteros tanto de PSA como de Renault. El 106 Rallye era más lento que el 106 GTI, pero lo compensaba con una dinámica excepcional.
Sólamente pesaba 810 kilos en orden de marcha, cifras que hoy en día sólo se permiten deportivos ultraligeros, que se cuentan con los dedos de la mano. Fue lanzado en dos sabores, con casi idéntica potencia. La primera versión – y la más auténtica – hacía gala de un motor TU2J2 de 1,3 litros y 16 válvulas. Un pequeño molinillo que daba sus 100 CV de potencia máxima a 7.200 rpm, haciendo uso de una caja de cambios de grupo muy corto. Una versión con motor TU5J2 de 1,6 litros y 103 CV fue lanzada con su segunda fase, en 1995.
Quizá tardaba unos 10 segundos en hacer el 0 a 100 km/h y no superaba los 190 km/h, pero su dinámica era lo más cercano a tocar la carretera que el dinero podía comprar a principios de los 90. Era un coche para pilotar, para ir buscando la línea roja en cada cambio de marcha y fue el primer coche de rallye de miles de pilotos. Espartano, sencillo y con una imagen muy característica, hoy icónica: pintura blanca, llantas de acero y un pequeño vinilo de color rojo y amarillo atravesando la carrocería.
SEAT Ibiza GTi 16V Cupra (1996)
Aunque SEAT lanzó la segunda generación del Ibiza en 1993, no fue hasta 1996 cuando se lanzó el Ibiza GTi Cupra, la versión más prestacional y radical de toda la gama. Un auténtico GTI que encajaba a la perfección en la estrategia en competición de SEAT, entonces volcada en los rallyes con el Ibiza y el Córdoba. Este último incluso llegó a competir en el WRC. El SEAT Ibiza Cupra de primera generación tenía bajo su capó el mismo motor de 2,0 litros y 16 válvulas del Volkswagen Golf GTI más potente, con nada menos que 150 CV.
Su nombre, Cupra era una abreviatura de «Cup Racing», y conmemoraba la victoria de SEAT en rallyes con el Ibiza Kit Car. Dentro del Grupo Volkswagen era el utilitario más potente, e inicialmente se había pensado lanzar al mercado con un motor potenciado a 160 CV, pero las altas esfera del Grupo Volkswagen impidieron un empujón extra de potencia que lo habría situado por encima del Golf. Aún así, era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en 8,3 segundos y de alcanzar una punta de 215 km/h, cifras de órdago para un utilitario.
Era un coche reconocible de forma instantánea gracias a su pintura de color verde claro y sus llantas pintadas en color blanco. Llantas de 16 pulgadas, que en su época era equivalente a montar llantas de 19 pulgadas de serie en un utilitario deportivo. Un enorme rotulado lateral donde se leía «Cupra» adornaba el perfil lateral del coche. Un par de años más tarde SEAT produjo el Cupra 2, que apenas tenía diferencias con el Cupra original, más allá de asientos deportivos con tapicería mixta cuero-tela o cinturones de seguridad de color rojo.
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