He de reconocerlo. El Ferrari Testarossa es uno de los grandes iconos de mi infancia. Su silueta, su línea lateral rasgada, consiguió que desde pequeño su imagen quedase asociada en mi mente a Ferrari. Tenía todo para convertirse en uno de los grandes representantes de una saga de deportivos de doce cilindros, que con la evolución natural de la industria, y la tecnología, se ha perpetuado hasta nuestros días. Motor central de doce cilindros y, para más inri, solo 300 kilómetros en el marcador de este Ferrari Testarossa. Una unidad muy especial, un auténtico kilómetro cero que, como si de una cápsula del tiempo se tratase, ha llegado desde 1991 hasta nuestros días tal y como ves en estas imágenes.
Esta unidad, en concreto, se subastará en unos días en Nueva York, en el evento «Driven by Disruption», donde se espera alcance un valor entre los 400.000 y los 500.000 dólares, es decir, entre 376.000 y 470.000 euros. No está nada mal si tenemos en cuenta que se cree que este es el Testarossa con menos kilómetros sobre la faz de la Tierra.
En sus diferentes iteraciones, desde el original de 1984, el Testarossa llegaría a convertirse en uno de los modelos más populares de Ferrari. No solo por el volumen de ventas que alcanzó, sino también por su influencia en la cultura popular. El Testarossa es el coche de Miami Vice. El modelo en cuestión subastado sería, más concretamente, un 512 TR, con motor de doce cilindros enfrentados y 428 CV. Recordemos que el modelo conocido originalmente como Testarossa (que a su vez heredaba el nombre del deportivo de carreras de los años cincuenta), evolucionaría en 1991 con el lanzamiento del 512 TR.
¿Qué historia esconde un Testarossa que solo ha recorrido 296 kilómetros?
Según RM Auctions y Sothebys, este Testarossa fue adquirido completamente nuevo en 1991 por una dama, y ha permanecido en sus manos hasta ahora. Según parece, su propietaria lo adquirió – entre otras cosas – por el éxito que tuvo el Testarossa con su aparición en Miami Vice. Aunque inicialmente su objetivo era utilizarlo a menudo, tras su adquisición directamente fue aparcado en un garaje, donde permaneció prácticamente hasta nuestros días. Se vende por falta de uso (sic).
Según cuentan, esos 296 kilómetros los habría recorrido en paseos periódicos (de mantenimiento) alrededor del edificio en el que descansa, y algunas pequeñas rutas en el momento de su adquisición para mostrárselo a familiares y amigos. Esta joya, para más inri, no ha estado abandonada durante casi 25 años. Durante todo este tiempo permaneció en un distribuidor de deportivos, en el que se encargaron de su mantenimiento, y de tareas periódicas sorprendentes en un coche con un kilometraje tan reducido, como la distribución, y los correspondientes cambios de aceite.
Fuente: RM Auctions Sothebys
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