«Sentimos que nos hayan pillado», se podía leer en las paradas de autobús de París estos días, en un anuncio aparentemente patrocinado por Volkswagen. «Ahora que nos han pillado, intentaremos hacerte pensar que nos preocupamos del medio ambiente. Pero nosotros no somos los únicos». El caso de Volkswagen no es más que la punta del iceberg, un oportuno recordatorio de cómo la responsabilidad social de la marca, a menudo, no es más que un juego de apariencias e imagen, puesto que al final lo único importante para una gran corporación es generar beneficios, y cuanto mayores sean mejor.
La acción ha sido llevada a cabo por Brandalism, un equipo británico dedicado a la contrapublicidad, a desafiar y agitar conciencias de una forma subversiva, utilizando los mismos mecanismos que emplean, masiva e indiscriminadamente, las grandes corporaciones. Brandalism ha encontrado en la cumbre sobre el cambio climático de París el escenario perfecto para una nueva acción, en la que se han instalado 600 falsos carteles publicitarios para mostrar una visión diferente del problema y recordarnos que detrás de un evento tan rimbombante como este se esconde, ante todo, mucha hipocresía.
En un momento como este, Volkswagen era un blanco fácil, pero definitivamente no es la única corporación que ha recibido los ataques de Brandalism.
Para llevar a cabo la acción, han contado con el trabajo de 80 artistas, de 19 países diferentes.
Los «ataques» se han llevado a cabo en los espacios publicitarios de JCDecaux, una de las empresas más importantes del mundo dedicada a la cartelería urbana, y patrocinadora de la cumbre.
Las petroleras son otro de los blancos fáciles. Véase este ataque a Mobil.
Un mono de carreras goza de sitio suficiente para atacar a unos cuantos patrocinadores.
Brandalism habría trabajado, incluso, con Paul Insect, colaborador ocasional de Banksy.
A menudo no es necesario, ni tan siquiera, mencionar a ninguna marca.
Brandalism tampoco se ha olvidado de Shinzo Abe, y de una nación como Japón, que pese a presentarse muy preocupada por la problemática de la polución, es a su vez uno de los países más dependientes de la energía nuclear.
En definitiva, una campaña subversiva, y agresiva, pero necesaria, le pese a quién le pese. Porque a fin de cuentas es importante que tengamos las dos visiones de un problema, y que como mínimo alguien invite a la sociedad a recapacitar, a recuperar ese pensamiento crítico que nunca debería haber perdido. Porque ejercitar la mente, de vez en cuando, no hace daño.
Fuente: Brandalism
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