Contenido
Nuestras ciudades están repletas de badenes y resaltos. En algunas ciudades su presencia llega al punto de ser omnipresente, en otras somos algo más afortunados. Estos guardias tumbados pueden provocar averías en nuestro coche si los pasamos demasiado rápido, y sólo habrá un culpable: nosotros. Sí, algunos son demasiado agresivos y otros tienen una altura excesiva, pero tú controlas la forma en la que los pasas. Te contamos qué le puede ocurrir a tu coche y qué averías puedes provocar si pasas con demasiada prisa por encima.
1) En tus neumáticos, bultos y cortes que harán que los tengas que sustituir
Hay muchos tipos de resaltos, algunos de ellos son suaves, otros muy estrechos, casi comparables a un bordillo tirado en medio de la carretera. Otros están dañados y tienen incluso bordes cortantes. El único elemento de tu coche en contacto constante con el suelo es el neumático. Si pasas muy rápido por encima de uno de estos guardias tumbados, la estructura de tu neumático podría deformarse, de igual manera que al recibir un bordillazo o dejarlo aparcado «pellizcado» con la acera. El estrés mecánico del neumático es máximo.
Pasar un resalto a toda velocidad es comparable a pasar un bordillo a velocidad similar, ¿nunca se te ocurriría hacer lo segundo, verdad? El neumático puede desarrollar bultos e incluso cortes en la banda de rodadura o flancos. Un neumático con bultos o cortes es un neumático cuya integridad ha sido alterada. Es un neumático que podría reventar en el momento menos adecuado. Por ejemplo circulando por autopista a 120 km/h: en una curva pronunciada, podrían hacerte perder el control del coche y tener un accidente grave.
2) Acortarás de forma muy significativa la vida de tus amortiguadores
El sistema de suspensión de un coche es ignorado por muchos conductores, pero de él depende tu seguridad de forma directa. Un coche con una suspensión en mal estado puede hacer que pierdas el control ante un frenazo fuerte o una maniobra brusca fruto de una esquiva. Los amortiguadores de un coche pueden durar – en promedio, depende del peso del coche y su uso – unos 60.000 kilómetros en buen estado. Si vives en una ciudad llena de badenes, y no los pasas a una velocidad adecuada, podrían durarte la mitad.
Los amortiguadores son los que absorben los impactos de las ruedas, disipando su energía, para que no se transmita a los ocupantes del coche o al chasis. Un amortiguador convencional tiene aceite en su interior, que se encarga de disipar la energía de los baches. Este fluido se va deteriorando con el paso de los kilómetros, y el amortiguador pierde su eficacia, necesitando de su reemplazo. Un amortiguador en mal estado es una receta para el desastre, además de peligroso, te impedirá pasar la ITV con éxito.
3) Puedes dar al traste con la puesta a punto de tu coche
La puesta a punto de varios elementos de su coche se puede ir fácilmente al garete a causa de pasar resaltos más rápido de la cuenta. Por ejemplo, el equilibrado de los neumáticos. Esos pequeños contrapesos podrían saltar de la rueda, y notarías vibraciones incómodas en la dirección del coche, especialmente a partir de cierta velocidad. También puedes alterar la alineación – o paralelo – del coche, en definitiva, la geometría de la dirección y los ejes. Esto puede provocar un desgaste irregular de los neumáticos, sin ir más lejos.
Una alineación inadecuada hará que el coche se desplace hacia un lado de la carretera, por ejemplo, y tengas que estar constantemente haciendo correcciones a la dirección. Un desgaste anormal de los neumáticos puede dejarlos destrozados en apenas unos miles de kilómetros. Un neumático con un desgaste anormal perceptible es un neumático que de nuevo, hay que reemplazar. Por fortuna, una operación de equilibrado de ruedas o de paralelo es sencilla, y apenas lleva unos minutos en cualquier taller de mecánica rápida.
4) Darás la bienvenida a todo tipo de holguras en chasis e interior
Estos baches fuertes, y repetitivos van poco a poco creando holguras en diferentes componentes de tu coche. Por ejemplo, los cojinetes de los brazos de suspensión. También los silentblocks del motor – sus anclajes – se resienten más de la cuenta. Es en definitiva, un desgaste acelerado del coche, que también notarás en el interior. El salpicadero puede desarrollar crujidos, al igual que otros paneles de plástico del interior del coche. Tendrás una sensación de «coche viejo» antes de lo que crees.
La solución es ser paciente
Y la solución es muy sencilla. Pasa los resaltos, guardias tumbados y badenes a una velocidad baja. Cuanto más agresivo sea el obstáculo, más despacio debes pasarlo. ¿Tienes que prácticamente detenerte? No hay problema, mejor gastar un poco más de combustible que reducir la vida de los componentes de tu coche de forma absurda. Puede que algún conductor te meta prisa, sin saber que de forma indirecta estás jugando a favor de la mecánica de su coche. Sé paciente, sé moderado y tu coche te lo agradecerá enormemente.