En los años 50 Mercedes asombró al mundo con su fantástico «Blue Wonder». También conocido como el Renntransporter de Uhlenhaut, era un híbrido entre un coche y un camión, creado para transportar a alta velocidad coches de competición en los Grandes Premios europeos. Una maravilla cuyo motor era el mismo que el del Mercedes 300 SL. Hemos dedicado un artículo a fondo a ese Mercedes, y es hora que cedamos el protagonismo al fantástico Cheetah Race Transporter, al que perfectamente podría considerarse su hermano bastardo.
Corrían los últimos años 50, y en EE.UU. oyeron hablar del Renntransporter de Mercedes. No quisieron quedarse atrás, y en el lejano año 1961, el señor Norm Holtkamp comenzó la construcción del Cheetah Race Transporter. La filosofía de este ex-jefe de escudería y corredor de Midget Car Racing – competición en ovales y circuitos con pequeños coches de carreras – era muy similar a la del Renntransporter alemán. Quería construir una copia estadounidense, aún más rápida, y venderla a otras escuderías de competición.
Norm Holtkamp partió del chasis de un Mercedes 300 accidentado – idéntica base al Renntransporter – y sobre ella fue acoplando diversos trozos de carrocería y retales de otros coches. Alargó el chasis del Mercedes, y retuvo tanto ambos ejes como su diferencial trasero. Su suspensión ajustable era de origen Porsche, con la idea de poder regular su altura de forma manual. En vez de potencia alemana, Norm optó por el motor V8 de 4,6 litros de un Chevrolet Corvette, al que también acopló su caja de cambios de tres relaciones.
Con unos 300 CV de potencia, Norm quería conseguir una velocidad punta de unos 200 km/h, superior a los 180-190 km/h de velocidad máxima estimada para el Renntransporter. Para su cabina biplaza, compró directamente a General Motors la cabina de un Chevrolet El Camino – un turismo pick-up – mientras que el frontal y partes de su zaga fueron sacadas de un Chevrolet Corvair. Multitud de piezas fueron artesanales, así como las rampas de aluminio sobre las que se podía cargar un coche ligero de competición.
El resultado fue una elegante máquina que Norm quería producir y vender en serie por unos 16.000 dólares de la época. Una auténtica fortuna, teniendo en cuenta que un coche convencional costaba una sexta parte por aquél entonces. Nadie quiso adquirir más Cheetah, por lo que el proyecto se quedó en su fase de prototipo. Incluso se había llegado a planificar una versión carenada para transporte a alta velocidad. Simplemente se quedó en otro boceto de tintes futuristas, en la línea del único Cheetah producido.
¿Qué ocurrió con el Cheetah?
El Cheetah se usó durante tres años para transportar coches de competición, como por ejemplo el ligero Lotus del corredor Jack McAfee en 1961. Norm vendió el coche a Dean Moon, un conocido fabricante de piezas para hot-rods, a principios de los años 70. El coche fue modificado poco a poco y en 1971, estaba en un taller californiano donde se le estaban instalando frenos de disco. Un terremoto derrumbó el edificio, pero por suerte el coche sobrevivió casi intacto. Este taller era el taller de Hurst, otro conocido fabricante de piezas para hot rods.
Aunque el coche no fue dañado, la conversión a frenos de disco no fue realizada y el coche no volvió a usarse en carretera. Permaneció almacenado en un garaje y ya hace apenas unos años fue vendido a un par de coleccionistas. Su último propietario es un tal Geoff Hacker, que desde 2006 está reuniendo información sobre este vehículo con el objeto de documentarlo al máximo. El coche está siendo poco a poco restaurado, y quizá en un futuro vuelva a lucir con su calidad original. No dejemos que se pierda en el tiempo.
Fuente: Hemmings | Barn Finds | Mensreverie
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