¿Cuál es la característica más destacada de un Porsche 911, su motor trasero, su bóxer de seis cilindros, su silueta redondeada? Si tuviéramos que quedarnos con una característica que traspasa fronteras, reconocible por entendidos y no entendidos, y por abuelos, padres, hijos, y nietos, nos quedaríamos con sus ojos saltones, con esos faros redondos (u ovalados) en su frontal. Esos faros que gritan, con fuerza, por ahí viene un Porsche. ¿Qué demonios podría llevar a alguien a renunciar a esta característica tan deseada, que incluso el momento en que se abandonó, parcialmente, para abogar por un diseño más ovalado y motores water-cooled generó controversia? ¿Qué hizo que estos deportivos, sin ojos saltones, y faros escamoteables, fueran tan deseados allá por los ochenta?
En aquellos años Porsche estuvo muy presente en la Fórmula 1, como motorista del equipo Marlboro McLaren International. En aquellos años, TAG era uno de los principales patrocinadores, y socios del equipo, hasta el punto en que aquel motor fue bautizado oficialmente como el motor TAG Porsche. Dicho lo cual, es fácil comprender que Mansour Ojjeh, el saudí que presidía la compañía Techniques Avant Garde, tuviera las puertas abiertas de Stuttgart. Literalmente abiertas de par en par.
Fue el propio Ojjeh el que pidió a Porsche un capricho muy especial, una réplica del Type 935 de carreras. Una réplica que, para empezar, no gozaría de faros redondos, para asemejarse al frontal liso de aquel deportivo de carreras.
Rápidamente Porsche se percataría de que Ojjeh no era el único cliente que quería un Porsche 911 sin faros redondos, con un frontal liso, o como dirían en alemán, un flachbau. Algunos preparadores comenzaron a instalar sus propios kits que prescindían de faros redondos para suavizar el frontal. Fue entonces cuando Porsche decidió aprovechar la ocasión para crear diferentes transformaciones, de fábrica, del Porsche 911 (930) con acabado Flachbau. Se producirían un total de 34 unidades en 1984 y otras 52 unidades en 1986. Algunas de aquellas versiones eran realmente radicales, contando con suspensiones y componentes de competición, y un chasis rebajado con un kit aerodinámico especial.
En las imágenes que ilustran este artículo, en blanco, vemos un Porsche 911 (930) Flachbau que busca comprador en la próxima subasta de Arizona, a finales de enero. Se espera que alcance entre 175.000 y 225.000 dólares, entre 160.000 y 210.000 euros.
Es un buen ejemplo de un Flachbau de la época, con nuevas defensas de acero, sus faros escamoteables, sus entradas de aire laterales, un gran alerón – estilo cola de ballena – en la trasera, y otros muchos extras que equipó su primer propietario, como diferencial de deslizamiento limitado. Además, desde 1984, cuenta con certificados de importación en Estados Unidos.
Pero en esos años habría versiones aún más radicales, como la del propio Ojjeh. Exactamente lo que ves en la imagen superior. Un encargo muy especial que sería apodado como Porsche 935 «Street», la idea del Flachbau llevada al extremo, con una carrocería con un profundo trabajo aerodinámico digno del Porsche 935 de carreras.
Fuente: RM Sotheby’s | Imágenes: Darin Schnabel y Porsche
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