Henrik Fisker ha vuelto a Detroit con su empresa, VLF Automotive. Tras presentarnos su VLF Destino – un Fisker Karma con motor 6.2 V8 LS9 de un Corvette ZR1 – ahora nos presentan al VLF Force 1. Se trata de un superdeportivo de altos vuelos basado en el Dodge Viper. Podríamos decir que se trata de un Dodge Viper con un carrozado elaborado y que además, se ha pasado por el gimnasio. Retiene el tren mecánico de la víbora de Detroit, pero sometido a ciertas modificaciones que aumentan su potencia de forma considerable.
El Dodge Viper se fue al sastre
El Dodge Viper pasó por un sastre llamado Henrik Fisker, que le construyó una nueva carrocería de fibra de carbono. Su aspecto es inconfundible, obra del diseñador de origen danés. El frontal tiene un gran calandra con una mirada agresiva y un capó trufado de tomas de aire. Su perfil lateral mantiene las proporciones del Viper y su doble salida lateral de escape, exagerando su violencia estilística con enormes llantas de 21 pulgadas de diámetro – algo excesivas en mi opinión – y muchos nervios de expresión.
En su zaga, un enorme difusor es el protagonista, así como unas ópticas similares a las del difunto Karma. No tenemos un gran alerón – al estilo del Viper ACR – sino un estilizado spoiler, que sigue los trazos marcados por el musculoso paso de rueda trasero. Musculoso de verdad: el neumático trasero de este superdeportivo tiene al menos 345 mm de sección. En el interior del coche, Fisker ha retapizado las superficies y dotado al coche de un par de accesorios inesperados, que afean la experiencia a bordo.
Dos botellas de champán, atadas con un cuerda de cuero entre los dos asientos – no quiero pensar qué ocurriría en caso de accidente – y un slot para un teléfono móvil Samsung, moldeado en el túnel central. ¿Por qué? Dejando a un lado estos dos detalles algo feos y una tipografía exterior un tanto barata (similar a la de un coche chino) el VLF Force 1 V10 consigue impresionarnos. Lo que nos impresiona aún más son las mejoras mecánicas y prestacionales introducidas bajo el capó a su enorme 8.4 V10.
Con 640 CV de potencia, este atmosférico de 8,4 litros no es un motor precisamente apretado. Sin sobrealimentarlo, VLF Automotive ha logrado extraer del mismo 745 CV de potencia y un bestial par motor de 928 Nm, reteniendo la caja de cambios manual del Viper. La aceleración hasta los 96 km/h es de 3,0 segundos y la velocidad punta del coche alcanza los 350 km/h. VLF también declara que su peso es de unos contenidos 1.538 kilos, gracias a la dieta de fibra de carbono para la carrocería.
Al igual que el Destino, será fabricado íntegramente en Auburn Hills, Michigan. La producción se limitará a 50 unidades.
Fuente: Autoblog
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