La industria del automóvil atraviesa tiempos difíciles. Y el mejor ejemplo lo tenemos en lo sucedido esta mañana con Renault. El caso Volkswagen no solo ha dañado mucho la imagen de una marca, sino que ha hecho temblar los cimientos de toda la industria. Las consecuencias de este escándalo son apreciables en muchos ámbitos. Las emisiones de gases contaminantes son de una vez por todas un tema de conversación habitual, no solo entre entendidos en la materia. Las autoridades vigilan de cerca, como nunca antes habían hecho, cualquier indicio de fraude en relación con este aspecto. Los fabricantes se toman muy en serio cualquier irregularidad que pueda afectarles. Y de manera quizás injusta se impone como premisa que todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario.
1. Un caso que ha puesto a toda la industria del automóvil en tela de juicio.
Las proporciones, y la universalidad del caso Volkswagen, han hecho que la sociedad ponga en tela de juicio la honestidad de toda la industria del automóvil. Desde nuestra visión del sector, nos cuesta creer que otras marcas hayan recurrido a prácticas similares a las de Volkswagen. Nos cuesta creerlo tanto como el hecho de que incluso Volkswagen hubiera utilizado la técnica del defeat device, algo que os podemos asegurar nadie esperaba. Somos los primeros que ponemos el grito en el cielo por el hecho de que los modelos de homologación empleados en Europa dejen resquicios a posibles técnicas, que aún siendo legales, adulteran el resultado final. De manera que las homologaciones de emisiones y consumos no solo no reflejan cifras reales, sino que ni tan siquiera son comparables, en tanto es fácil encontrar discrepancias muy diferentes entre los resultados homologados y reales de diferentes automóviles.
El problema es que la sociedad es consciente de ello y su reacción, especialmente tras el caso Volkswagen, no es otra que generalizar y pensar que los fraudes están a la orden del día. Y eso, en cualquier caso, no es cierto. Ante esta situación es normal que haya quien piense que, si el río suena, como está sucediendo con Renault, es que lleva agua.
2. Trucar las emisiones se ha convertido en una misión imposible.
Si por algo nos podemos congratular es por el hecho de que trucar las emisiones sea cada vez más difícil. Con los datos que tenemos en nuestras manos, parece que el desplome de las acciones de Renault es algo que podría haberle sucedido a cualquier fabricante. El caso Volkswagen propició que en todo el mundo comenzasen a establecerse comisiones de investigación para refutar los datos homologados por los fabricantes. También en Francia, donde el Ministère de l’ecologie dirigido por la Ministra Ségolène Royal creó una comisión específica para investigar a los fabricantes de casa, la denominada Comisión Royal.
Las autoridades francesas habrían recurrido a un organismo independiente, que se encargaría de certificar las emisiones de 100 vehículos en circulación, 25 de los cuales son Renault. A finales de diciembre de 2015, ya se habrían inspeccionado 11 vehículos, 4 de los cuales son Renault. A día de hoy, y pese a las investigaciones que habrían llevado a la inspección de sus sedes, no se habría puesto de manifiesto la presencia de ningún truco ilegal para manipular las emisiones. En la tarde de hoy se habría confirmado que las investigaciones sí habrían hallado unas emisiones por encima de lo legal en los vehículos investigados de Renault (AFP). Pero es evidente que, de existir algún truco ilegal, su detección sería más probable que nunca.
3. Los fabricantes son conscientes de que ahora, más que nunca, han de preocuparse por las emisiones.
Cualquier constructor de automóviles invierte ingentes cantidades de dinero, y buena parte de su inversión en I+D, en mejorar el rendimiento energético de sus motores, y en limitar sus emisiones de gases contaminantes. Lejos de lo que a veces nos pueda transmitir la publicidad que aboga por la responsabilidad social corporativa, esas inversiones no se deben a una obsesión por hacer del mundo un lugar para todos, sino a un conocimiento de que en el futuro el control de las autoridades sobre las emisiones va a endurecerse. Y será ese endurecimiento el que haga que aquellos fabricantes que hayan desarrollado soluciones concretas para reducir sus emisiones gocen de una ventaja competitiva con respecto a sus rivales.
Aunque el tema de las emisiones de CO2 y NOx está muy presente en la hoja de ruta de fabricantes y autoridades desde hace años, el caso Volkswagen no ha hecho otra cosa que reabrir el debate, y abogar por un mayor endurecimiento de los niveles de emisiones que hasta ahora se consideraban razonables.
Eso quiere decir que en los próximos años nos encontraremos con una industria en la que de verdad van a tomarse medidas para mitigar las emisiones de gases contaminantes, y especialmente aquellas en las que no se había puesto tanto el foco hasta ahora, las emisiones de NOx.
4. Los inversores tiemblan cada vez que ven juntas las palabras «fraude» y «emisiones».
El desplome de las acciones de Renault se ha debido, ante todo, al temor de que estuviéramos ante un nuevo caso Volkswagen. Cosa que, por otro lado, no parece que vaya a suceder. La Agence France-Presse se hizo eco de la información que le llegó del sindicato CGT, que apuntaba a inspecciones en varias sedes de Renault, y esa información hizo que se disparasen los rumores, y que muchos inversores optasen por proteger su inversión antes de enfrentarse a una pérdida tan acusada como la que sufrió el Grupo Volkswagen, que vio como en unas semanas sus acciones cotizaban por debajo de la mitad.
Esto es un gran problema para la industria del automóvil, no solo porque una noticia puede provocar el pánico entre los inversores, sino por el hecho de que esa volatilidad aleje a esos inversores que buscan valores seguros y estables.
Si nos fijamos en lo sucedido esta mañana, ni tan siquiera es necesario que tu marca se vea envuelta en un escándalo, o un rumor, para que las acciones se desplomen. El efecto contagio ha llevado a que las acciones de PSA Peugeot Citroën también se desplomasen, aunque a menor ritmo, e incluso a que la marca tuviera que publicar un comunicado descartando cualquier irregularidad.
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