Muchos lo recordaréis, de viajes en familia o excursiones al otro lado de la frontera. En Francia, hasta hace unos años, los coches tenían luces de cruce amarillas. Una curiosidad histórica en la que hasta ahora no habíamos indagado. Sin embargo, ya no se ven coches con luces amarillas en Francia, quizá algún clásico o algún coche antiguo. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué Francia perdió una de sus más nostálgicas señas de identidad automovilística? Esta es la curiosa historia de sus luces de color amarillo.
Las luces de color amarillo fueron por primera vez introducidas en Francia en el año 1939. La leyenda dice que esto permitía diferenciar a los vehículos franceses de los vehículos alemanes invasores, lo cual fue útil durante la reconquista aliada de Francia. Aunque puede haber algo de cierto en esto, el motivo real es menos «glamuroso». El deslumbramiento con estas luces era inferior al de las luces blancas: eliminando las longitudes de onda lumínicas comprendidas entre el azul y el violeta, el deslumbramiento era menor.
Otro de los argumentos a favor era que permitían una visibilidad mejor en condiciones climáticas adversas, como lluvia o niebla. Su principal inconveniente era su menor luminosidad. Una bombilla halógena de color amarillo tenía una luminosidad hasta un 30% inferior al de una bombilla convencional. ¿Por qué? Era necesario incorporar un capuchón de cristal tintado de amarillo a la bombilla halógena, reduciendo la luminosidad de forma comparativa. Recordad, estas luces se usaron sólo hasta el año 1993.
A principios de los 90 varias tecnologías novedosas comenzaron a aparecer en el mercado, como las luces de xenón o unas bombillas halógenas con un tintado diferente, que ofrecían a los franceses una luz amarilla con tonos azulados y mayor luminosidad. Ante un panorama industrial cambiante y la presión de Europa, el Gobierno francés dio su brazo a torcer, escudándose en una directiva europea. Esta directiva europea exigía que todos los vehículos vendidos en la Unión Europea tuviesen el mismo tipo de iluminación.
Supuso el fin para las luces de cruce – y largas – de color amarillo, pero la normativa europea sí permite que las luces antiniebla de un coche sean amarillas. No debería de haber problemas con las autoridades o las ITV por llevar antinieblas de este color, y aportan un toque estético muy interesante además de una mejor penetración en la niebla. Lo que nunca volverá será la estampa de las calles y carreteras francesas, bañadas en aquella interesante luz amarilla. O esos momentos de niño, identificando fácilmente los coches franceses.
Las luces amarillas no han muerto
Y aunque las luces amarillas hayan muerto en Francia, no lo han hecho en la competición. Siguen usándose en Le Mans y competiciones de resistencia, con el objetivo de separar clases de vehículos. Este tipo de luces provocan menos reflejos y deslumbran mucho menos a los demás competidores. Además, funcionan mejor con lluvia o niebla. En competición se siguen usando, y en las calles están volviendo a popularizarse en la escena tuning. El problema es que este tipo de iluminación no pasa la ITV, y posiblemente nos pare la Policía.
En países menos restrictivos con la iluminación de sus vehículos, estas luces dan un delicioso aire retro a las preparaciones, especialmente si están basadas en coches antiguos. A los Porsche o BMW clásicos les quedan de maravilla, y su aplicación a unas ópticas estándar es tan sencilla como adherir un film de color amarillo a unas ópticas convencionales. Otra opción es adquirir bombillas de tinte amarillo, como las que se vendían en Francia antes de que la Unión Europea las declarase como no permitidas.
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