Míralo bien. Aún siendo cautos, y creyendo en el mantra del «para gustos, los colores», este Mercedes-Benz es horrible. Es algo así como una mezcla entre un monovolumen, y un coche fúnebre digno de una película de ficción distópica. Por suerte, y a diferencia de cualquier otro Mercedes-Benz que veas en los concesionarios, su cometido no era el de enamorar a sus clientes, sino el de vislumbrar ideas y tecnologías para proteger su vida. Y no te quepa la menor duda de que este Mercedes-Benz F 100 cumplió con su misión, con honores. Hace 25 años, hace un cuarto de siglo, nacía el Mercedes-Benz F 100, el primero de una saga de prototipos, de laboratorios sobre ruedas, que recibirían un F en su nombre.
En cualquier caso, Mercedes-Benz ya tenía una dilatada experiencia en lo que denominamos como laboratorios sobre ruedas, especialmente desde aquella saga de «caza-records» conocida como los C 111. Un laboratorio sobre ruedas no es únicamente un prototipo, que en la mayoría de los casos se emplean para su exhibición en salones del automóvil y, en algunas ocasiones, las menos, para alguna prueba entre periodistas. Un laboratorio sobre ruedas es un vehículo plenamente funcional, que emplea soluciones tecnológicas reales pensadas para su experimentación, de manera que algún día puedan acabar en productos definitivos.
El «F» de Mercedes-Benz más reciente se presentaba hace ahora un año, el Mercedes F 015 Luxury in Motion, con el objetivo primordial de explorar las posibilidades del coche autónomo, especialmente en lo que concierne al diseño de habitáculos más atrevidos y, valga la redundancia, habitables. ¿Pero sabías que el Mercedes F 100 ya comenzaba, hace un cuarto de siglo, a anticiparnos cómo sería el coche autónomo?
Mercedes-Benz hizo cuentas, y considerando que los coches circulaban en aquellos años con una ocupación media entre 1,2 y 1,7 pasajeros, decidieron instalar al conductor en la posición más cómoda y segura, la central. Esto serviría para trabajar en una de las facetas más importantes de este prototipo, la mejora de la seguridad, y la protección ante colisiones. El propio diseño del habitáculo, muy espacioso gracias a su diseño afurgonetado, ya anticipaba otra de las tendencias que se producirían en los próximos años a aquel 1991 de su presentación, el auge de monovolúmenes, familiares y SUV.
Los alemanes recurrirían también a un diseño de puertas basado en dos grandes portones, uno ligeramente pivotante delante, y otro de tipo puerta correderá detrás, prescindiendo de pilar central para crear un área de acceso realmente amplio y cómodo. Para aumentar su seguridad, y resistencia a impactos, estas puertas contarían con tres puntos de anclaje y apoyo, en el techo, en la base del vehículo, y en la unión entre dos puertas.
Este prototipo también contaba con comandos de voz, telefonía manos libres, un display digital central, cámara de aparcamiento, radar con advertencia de mantenimiento de la distancia de seguridad, avisador de cambio involuntario de carril y vehículos en el ángulo muerto, etcétera.
El Mercedes-Benz F 100 era capaz, incluso, de circular manteniéndose en su carril, con un piloto semi-autónomo. Para más inri, contaba con un montón de servicios a bordo, incluido un fax (lo más parecido a un email que existía en aquella época), servicios que estarían alimentados gracias a la energía obtenida de los paneles solares que montaba en su techo.
También sería la primera vez que Mercedes-Benz aplicaría la tecnología de lámparas de descarga de gas, que más tarde se conocerían como faros de xenon.
Fuente: Mercedes-Benz
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