Llamadnos puristas. Pero generalmente no nos gusta que un coche recurra a soluciones estéticas que no responden a una funcionalidad práctica evidente, o que incluso pretenden engañarnos con trucos visuales. Es por eso que cuando vemos unas branquias en las aletas miramos para asegurarnos si detrás existe una rejilla, por ejemplo para facilitar el flujo del aire por la llanta y los frenos. Es por eso que nos duele ver cómo muchos coches emplean salidas de escape falsas, que son cada vez más comunes, y que incluso nos encontramos en las mejores familias. Esta suerte de trampantojos modernos está cada vez más presente en los coches modernos. ¿Pero por qué se empeñan las marcas en engañarnos con salidas de escape falsas?
La razón determinante de por qué se emplean este tipo de salidas de escape no es otra que la estética. Queremos coches llamativos, con un diseño agresivo, y con ciertos retoques estéticos, especialmente en las defensas, eso es sencillo de conseguir. Retoques como una salida de escape gruesa, y cromada, o un buen difusor. Y es ahí precisamente donde lo práctico, y funcional, choca con lo estético.
Es muy socorrido el ejemplo del nuevo Mercedes Clase C, el mismo que ya utilizábamos cuando hablamos de 9 modas de diseño inútiles, que deberían desaparecer del mundo del automóvil.
En la imagen superior vemos como en un Mercedes Clase C 300 Bluetec Hybrid se ha intentado engañar a nuestros ojos con un cromado que intenta asemejar lo que podrían ser dos salidas de escape.
En otros Mercedes Clase C la integración está más lograda, pero aún así basta fijar la atención en lo que se esconde detrás de los cromados para percatarse de que tal salida de escape no existe. En realidad se encuentra detrás del parachoques, y orientada hacia el suelo. Si bien es cierto que la función práctica de este cromado no existe, el orientar las salidas de escape hacia el asfalto tiene sentido, especialmente en los diésel. Aunque los diésel modernos equipen sistemas sofisticados para atrapar y reducir las partículas sólidas, es cierto que aún nos seguimos encontrando con vehículos diésel en los que la acumulación de hollín en la trasera ensucia pronto la carrocería de nuestro coche. Es algo que se nota especialmente en acabados de pintura claros, sobre todo blancos. Al orientar la salida de escape hacia el suelo se mitiga ese efecto indeseable.
En otros casos, detrás del cromado sí existe una salida de escape, aunque más pequeña que el marco exterior.
El caso más común es precisamente ese. Un fabricante desea que por diseño su coche goce de una o dos salidas de escape con formas caprichosas, por ejemplo un óvalo, o un trapecio, y esa solución estética generalmente rompe con su función práctica. El caso más reciente lo encontrábamos en el nuevo SEAT Ibiza Cupra, que como el nuevo Volkswagen Polo GTI emplea una línea de escape con una salida doble (el Polo GTI a su izquierda, y el Ibiza Cupra en el centro). Para añadir dramatismo visual al difusor trasero SEAT recurrió a un cromado trapezoidal, en el cual se encuentran los dos colines de escape reales.
Ya os decíamos que esto sucede hasta en las mejores familias, y ni los deportivos se salvan de ello. Es lo que nos sucedió al probar el Audi RS5 Coupé y encontrarnos con que tras sus preciosas salidas de escape ovaladas en realidad había dos salidas de escape (dos a cada lado) más pequeñas.
La primera foto que ilustra esta entrada, por cierto, es de la prueba del Volkswagen Passat de mi compañero Mario Herraiz.
En Diariomotor: