La Clase A de Mercedes fue un coche revolucionario en su momento. A pesar de sus problemas iniciales en la «prueba del alce», fue un coche popular del que fueron lanzadas varias versiones muy especiales. Ya os hemos hablado del Mercedes A 190 Twin con dos motores o el potente A 210 Evolution. De un Mercedes Clase A que no os habíamos hablado fue del A 32 K AMG. AMG nunca produjo una versión deportiva de producción del Clase A. El Mercedes A 32 K AMG es un ejemplar único, producido en 2002 para un coleccionista suizo. Esta es su historia.
Un coleccionista suizo encargó a AMG la construcción de un Clase A muy radical, un ejemplar único. Este deportivo de bolsillo fue creado mediante una colaboración empresarial, de AMG con HWA. Puede que no conozcas a HWA, pero desde 1967 ha estado colaborando con AMG en la producción de Mercedes de alto rendimiento, especialmente vehículos de competición. Los fantásticos Mercedes CLK GTR de los años 90 fueron construidos por AMG y HWA, que extendieron su acuerdo empresarial a este pequeño cohete de bolsillo.
Todo comenzó con la elección de un motor. El adinerado suizo quería un 5.5 V8 Kompressor en las entrañas del Clase A – algunas personas desean morir al volante, parece ser – pero fue imposible: no había espacio en el pequeño vano motor de los Clase A. Finalmente, se optó por un 3.2 V6 sobrealimentado por compresor, procedente de un Mercedes C 32 AMG. Un propulsor de 354 CV de potencia, con el que era capaz de acelerar hasta los 100 km/h en sólo 5,1 segundos. Por el bien del conductor, se limitó su punta a 250 km/h.
Hubo que realizar una gran cantidad de cambios en el chasis de la Clase A para acomodar a este propulsor. Fue montado en posición longitudinal, al contrario que los motores de un Clase A convencional, en posición delantera transversal. Con semejante caballería – y 450 Nm de par a sólo 4.400 rpm – era necesario que la potencia pasara al suelo de forma adecuada. El coche fue convertido a propulsión trasera, equipando la caja automática de cinco relaciones del Mercedes C 32 AMG y un diferencial autoblocante trasero.
De este C 32 AMG también heredó su suspensión, sus llantas de 18 pulgadas y un equipo de frenado de alto rendimiento, que paraba fenomenalmente sus 1.665 kilos de peso. Muchas partes de este coche son únicas: por ejemplo, sus paragolpes delanteros y traseros, este último preparado para soportar el calor del sistema de escape doble. En el interior del coche se instaló una jaula antivuelco para dar rigidez al conjunto, y los asientos delanteros fueron reemplazados por bacquéts con una estructura de material compuesto.
La instrumentación es específica, con un velocímetro que llega a los 300 km/h. Quitando el limitador de velocidad, se estima que este coche podría acercarse a los 280 km/h. Sólo de imaginarme a 280 km/h en un Mercedes Clase A se me pone mal cuerpo: es un coche que sigue siendo casi más alto que ancho. El volante y algunos extras interiores proceden del Mercedes C 32 AMG cuyas piezas fueron canibalizadas para crear este Clase A de altas prestaciones. La única unidad existente está en manos privadas.
Su última aparición pública ha sido en la página de Facebook de SPS automotive-performance, un taller alemán especializado en vehículos de competición de altos vuelos. El lugar donde podríamos esperar que una máquina ad-hoc pase sus revisiones y mantenimiento rutinarios.
Fuente: Supercars.net
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