El Hyundai Tucson acaba de ser renovado, y hace poco más de seis meses estábamos probando su gama en el evento de presentación organizado por Hyundai. El momento de la prueba a fondo ha llegado, y hemos escogido la que a priori será una de las versiones más vendida de la gama: un Hyundai Tucson con caja de cambios manual, un motor 2.0 CRDi turbodiésel de 136 CV y su tracción integral opcional. Aunque sólo ha estado a la venta desde verano del año pasado – coexistiendo con los últimos coletazos del ix35 – sus cifras de ventas apuntan a un superventas nato.
¿Qué nos ofrece el Hyundai Tucson 2016?
Puedo entender la popularidad del Hyundai Tucson. Se sitúa a caballo entre los SUVs compactos y medios a nivel de longitud – 4,48 metros – y es un vehículo completamente nuevo, que recupera la denominación anterior a los Hyundai ix35. Es un coche de aspecto muy moderno, que llama la atención. La enorme calandra de barras plateadas atrae muchas miradas, y sus ópticas Bi-LED poseen un aspecto fantástico. Hyundai realmente ha trabajado en hacer del Tucson un coche que entra por los ojos, una de las demandas más importantes del cliente de un SUV.
A pesar de un tamaño contenido, el coche da sensación de ser más largo, más grande de lo que es. Su pilar A se ha adelantado y su cintura lateral es fuerte, con un marcado nervio lateral. Es evidente que parte del atractivo de la unidad que he podido probar se debía a sus enormes llantas. De 19 pulgadas, calzadas con neumáticos deportivos de 245 mm de sección, de serie en los acabado Tecno y Style – topes de gama. En su parte trasera, encuentro una agresiva salida doble de escape, cromada y en posición inferior derecha. Bonito detalle.
Pero sin duda, me conquistan sus pilotos LED, que dejan una clara firma lumínica tras de sí. Unos pasos de rueda enmarcados en plástico oscuro y unos paragolpes con detalles plateados confieren al coche el toque «todoterreno» que todo SUV necesita, aunque no vaya a salir del asfalto ni un solo momento. Los acabados inferiores tienen llantas de tamaños más moderados, con neumáticos de mayor perfil que priman más el confort. A título personal, no puedo más que felicitar a Hyundai por el trabajo estético de este nuevo Tucson.
Habitabilidad interior, maletero y ergonomía: sobresaliente
Puede gustarnos más o menos el aspecto exterior del Hyundai Tucson, pero es un SUV que debe convencer a nivel de habitabilidad y practicidad para hacerse un hueco en un segmento con una competencia muy atrevida y capaz. Hyundai no ha arriesgado con el diseño interior de su nuevo Tucson. No hay ninguna salida de tono, ningún detalle estético disonante. La disposición de los controles es muy lógica, repartidos en un habitáculo en el que predominan colores oscuros y tonos sufridos. ¿Qué hay de sus acabados?
Sin resultar perfectos, se evidencia un gran paso adelante con respecto al Hyundai ix35. Plásticos de buena calidad recubren el salpicadero, con ajustes muy buenos allá donde pongamos nuestros dedos. Un plástico de tacto gomoso se combina en la parte superior del salpicadero con un plástico duro para la parte inferior, sin crujidos o fallos aparentes de calidad. Si bien la disposición de todos los controles es lógica, un pequeño pero que se le puede poner es una excesiva profusión de botonería. Se podrían haber agrupado algo más.
Me gusta mucho el nuevo aspecto de la palanca de cambios. Con un pomo pequeño y muy bien rematado, es uno de los detalles que más me gustan. El tacto del cuero de los asientos es muy bueno, aunque el volante peca de un recubrimiento algo duro – si bien resistente a largo plazo. La instrumentación no sorprende, pero es clara, con retroiluminación blanca y una pantalla multifunción entre los dos relojes principales. Su uso resulta intuitivo desde el primer momento, y lo cierto es que el número de botones no va en detrimento de la usabilidad.
Igualmente, es un coche muy práctico, con multitud de huecos. Bajo la consola central hay un gran espacio, una cubeta con dos salidas de corriente y las entradas auxiliares para el equipo de sonido. Este gran espacio está acompañado de huecos para botellas grandes en las puertas, una guantera iluminada y refrigerada de dimensiones generosas. Entre los dos asientos – bajo un reposabrazos fijo – hay otro hueco, en el que también caben objetos de buen tamaño. No hay queja alguna en cuanto a practicidad en este Hyundai Tucson.
Sin embargo, es en el espacio donde el Tucson sobresale. Aún con un conductor alto delante, los pasajeros de la segunda fila disponen de un enorme espacio – en todas sus cotas: hombros, cabeza, rodillas – además de un fácil acceso a las plazas, con una apertura de puertas casi a 90 grados. Si bien el piso del coche no es plano, lo compensa con su amplitud. A nivel de hombros, tres adultos no muy corpulentos viajarán cómodamente, aunque para una experiencia de primera clase, cuatro es el número adecuado de pasajeros.
El maletero del Hyundai Tucson tiene 490 litros de capacidad, con formas muy regulares. El Kia Sportage tiene un maletero de 500 litros, y el Nissan Qashqai cubica 430 litros. El rey del espacio es el Volkswagen Tiguan, con 615 litros de maletero. Abatiendo los asientos se forma una superficie completamente plana, que permite cargar hasta 1.500 litros de volumen. Dispone de una toma de corriente en el maletero, así como una rueda de repuesto a tamaño completo. No hay diferencia de tamaño de maletero con respecto a los Tucson 4×2.
En la unidad probada – acabado Style tope de gama – la apertura del maletero es eléctrica.
Dinámica, consumos y comportamiento
Nuestra unidad de pruebas estaba equipada con un motor 2.0 CRDi de 136 CV. Este turbodiésel es ya un veterano en el Grupo Hyundai-KIA, y lleva más de un lustro dando servicio en los Kia Sportage y Hyundai ix35. Con sus sistemas anticontaminación y una puesta a punto, disfruta de un sano par máximo de 373 Nm a 2.500 rpm, evolucionando desde sus especificaciones iniciales. Sobre el papel, hace el 0 a 100 km/h en unos correctos 10,9 segundos, con una punta de 184 km/h y un peso en vacío de 1.587 kilogramos.
Arrancamos el motor y un sonido inconfundible a diésel nos saluda. Aunque la transmisión de vibraciones al interior es mínima, se notan los años del motor, que no puede esconder su carácter Diesel. Una vez en marcha, responde muy solícito desde poco más de 1.200 rpm, y aunque no logra estirarse adecuadamente más allá de las 4.200 rpm, es un motor de tacto muy satisfactorio en todo tipo de situaciones. Me gusta lo progresivo que se siente, con una entrega de potencia contundente y cierta patada.
Lo cierto es que sus rivales consiguen potencias similares o superiores con menos cilindrada, y la cilindrada siempre juega a favor de las prestaciones y la respuesta del coche. Cito su condición veterana por detalles como la imposibilidad de tener un sistema Stop&Start, por ejemplo. Su homologación de 5,2 l/100 km de consumo medio y 139 g/km posiblemente sería menor con un motor como el 1.7 CRDi de 141 CV que ya equipan otros coches del grupo, y que ya ha irrumpido en la gama Tucson asociado a un cambio de doble embrague y siete relaciones.
Hyundai ha trabajado duramente en refinar el tacto de conducción del nuevo Tucson. El tacto de la palanca de cambios es muy superior al de su antecesor, con un guiado preciso y duro que no esperaba, unido al sencillo control de embrague y acelerador al que Hyundai nos tiene acostumbrados. Sin sorpresas en lo tocante a la dirección, que sigue pecando de poco informativa y excesivamente ligera, a pesar de que es posible endurecerla ligeramente a voluntad del conductor mediante un botón al efecto.
La conducción del Hyundai Tucson es cómoda, con un tarado de suspensiones que prima el confort, sin sacrificar un buen paso por curva, dentro de lo que podemos esperar de un SUV. No tiene miedo a las curvas, pero no le gusta ir a un ritmo alto, y las ayudas electrónicas cortarán de cuajo cualquier atisbo de desmán. Es un coche que disfruta en trayectos extraurbanos, donde arroja un consumo medio de 6,5 l/100 km a velocidades de autopista y que puede rondar los 5,5 l/100 km en rondas de circunvalación. No es el más ahorrador de su segmento.
En ciudad el consumo sube a cerca de 9 l/100 km, entre otros motivos, por su cilindrada y por la carencia de un sistema Stop&Start. No obstante, su tamaño contenido le ayuda a ser maniobrable, y si la unidad tiene cámara de visión trasera, a aparcar sin problema alguno. Dicho sea esto, la visibilidad hacia atrás no es su punto fuerte – aunque sí dominemos la carretera desde la atalaya que nos otorga la posición de conducción de este tipo de vehículos – debido al grosor y la forma del pilar D. Nada nuevo bajo el sol.
En lo tocante a su comportamiento off-road, sus neumáticos de corte deportivo y una altura libre al suelo bastante moderada limitan su actitud fuera de pista. El filtrado de baches de la suspensión, aunque efectivo sobre asfalto, penaliza la comodidad fuera de este, resultando más idóneo para pistas en buen estado. La tracción total aporta un plus de motricidad en condiciones climáticas adversas, enviando potencia al tren trasero de forma automática si detecta pérdidas de tracción en el eje delantero.
Aún así, dispone de control de descenso de pendientes y un bloqueo para el reparto de potencia al 50%. Pero mejor con otras llantas y neumáticos, con esos «rodillos» de 19 pulgadas no me aventuraría demasiado en la naturaleza.
Equipamiento y precio
La gama Tucson arranca en los 17.642€ de una versión con acabado Essence y motor 1.6 GDi de 131 CV, con cambio manual. Este precio incluye Plan PIVE, y exige financiar con Santander Consumer, además de incluir los descuentos promocionales actuales y un descuento extra por tener un Hyundai en la familia. Asumiendo que no sea el caso y sí financiemos la compra, el precio será de 18.900€. Este acabado de acceso incluye llantas de 16″, climatizador, control de velocidad, sensores de aparcamiento o manos libres Bluetooth: es muy completo.
La unidad probada se va bastante más de precio. El acabado Style dispone de amenidades como asientos traseros calefactados, volante con calefacción, portón eléctrico para el maletero, una completa suite de seguridad activa, techo panorámico o llantas de 19 pulgadas, entre otros detalles. Pero el precio se dispara a la friolera de 36.815 euros, asumiendo que nos acogemos al Plan PIVE. La versión 4×2 con este mismo propulsor y un acabado Tecno – en mi opinión, el más equilibrado – sale por 28.295 euros, una vez aplicados los descuentos.
A igualdad de equipamiento, las versiones de tracción total tienen un sobreprecio de 2.100 euros. A base de equipamiento, es un coche que se puede encarecer mucho – con detalles premium – pero el abundante equipamiento de serie premia la elección de acabados medios, o incluso básicos. En resumen, Hyundai ha hecho un gran trabajo con el nuevo Tucson. Es un coche que resulta muy atractivo, y que dispone de argumentos de peso para su compra: buenas calidades y un enorme espacio interior, bien resuelto y práctico.
En Diariomotor: