En la industria del automóvil no hay nadie que no dé por hecho que la próxima revolución para la movilidad, el transporte, y el propio concepto de automóvil, será el advenimiento del coche autónomo. Ni tan siquiera BMW ha podido eludir este hecho. Sea como fuere, parece que nos encontramos ante un dilema de proporciones épicas, un conflicto de intereses entre la evolución lógica de la tecnología y la humanidad, y el respeto por el disfrute de la conducción, y el apasionamiento que genera la conexión entre el hombre y la máquina. Ahora bien, ¿cómo puede entender una marca como BMW, que hasta hace poco se anunciaba bajo el eslogan «te gusta conducir», la llegada del coche autónomo?
Siguiendo con eslóganes publicitarios, el último lema escogido para la publicidad de BMW ya reflejaba esa filosofía de la que harán gala a lo largo del próximo siglo, o como mínimo los próximos años, «cuando conduzcas, conduce». Filosofía como la presentada por el BMW Visión Next 100, cuyo aspecto parece haber horrorizado a algunos de nuestros lectores. Tal vez porque este prototipo no aspiraba a mostrarnos la cara de las próximas generaciones de BMW, sino tan solo el rumbo filosofíco de la marca, y algunas claves ocultas que de alguna forma definirán sus próximos productos.
Y de entre todos estos enunciados filosofícos nos quedamos precisamente con uno, el referente al compromiso que adquiere BMW con el coche autónomo. BMW no quiere que conduzcamos más, sino probablemente menos, pero que cuando lo hagamos disfrutemos.
Sinceramente, no nos imaginamos conduciendo este prototipo BMW Visión Next 100, y eso que la experiencia de conducir un BMW i8 ya es muy próxima a la de pasearte en un prototipo. Pero por un momento olvidémonos de su diseño, de su estética y concepto, y centrémonos en los muchos detalles que podemos leer entre líneas.
BMW ha decidido idear dos modos de conducción muy concretos, que definirán el grado de intervención de la tecnología, hasta el punto en que esta pueda ocultar un volante retráctil y dejar que nuestro coche conduzca, sin nuestra contribución, por sus propios medios.
Y esa es la idea que persigue BMW, la de garantizarnos viajes cómodos, relajados, y desatendidos. Los asientos serán capaces de girar, para que los pasajeros puedan, por ejemplo, interactuar y charlar, y gozar de un extenso catálogo de entretenimiento en línea – por ejemplo ver una película o una serie de televisión – para disfrutar del viaje. BMW incluso habría pensando en un código de colores y de iluminación exterior que permitirá a otros conductores y peatones saber en qué modo circulamos y comunicarse con ellos.
Y esto último, por absurdo que parezca, es realmente interesante. Especialmente si tenemos en cuenta que un coche autónomo, a priori, no contaría con la misma capacidad de comunicación que un humano para ceder la prioridad en una intersección, o indicarle al peatón que no hay peligro para cruzar. Con la irrupción del coche autónomo será importante que otros conductores, peatones y ciclistas sepan cuando el coche circula en modo manual, o con el piloto automático activado.
En definitiva, BMW ya ha pensado en el coche perfecto para aquellos momentos en los que digamos: «hoy no me apetece conducir». ¿Pero qué sucederá cuando nos sintamos «me gusta conducir»?
La filosofía del modo Boost del BMW Visión Next 100 sería precisamente la de ofrecernos un coche plenamente enfocado en el conductor, pero no por ello menos enfocado en la tecnología y la comunicación. La gran diferencia con el modo Ease estaría en que el modo Boost permitirá al conductor tomar los mandos, y disfrutar del viaje de otra manera, conduciendo, pero supervisado en todo momento por un despliegue de ayudas a la conducción que garanticen que lo hagamos de forma segura.
Fuente: BMW
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