De Estados Unidos vienen las mayores locuras automovilísticas del planeta, de eso no nos cabe duda alguna. Una de las mayores locuras de la pasada década fue la bestial Dodge Ram SRT10. Una enorme pick-up en cuyas entrañas latía un propulsor muy especial: el 8.3 V10 del Dodge Viper, el motor atmosférico de producción de mayor cilindrada de las últimas décadas. Un propulsor de superdeportivo para una pick-up diseñada con el rendimiento sobre asfalto en mente. Un auténtico despropósito, una auténtica y maravillosa locura.
En el Salón de Chicago de 1996, Dodge presentó la Ram VTS Concept. Un prototipo de Dodge Ram equipada con el motor 8.0 V10 del Dodge Viper GTS de la época, con más de 400 CV de potencia. Con el mismo tren de rodaje, y el mismo esquema de colores, la pick-up causó una gran impresión en el público asistente. Unos años después, en 2004, Dodge asombró a propios y extraños lanzando uno de los vehículos más extravagantes y extremos de sus 100 años de existencia – con permiso de los hermanos Hellcat. Así era la impresionante Dodge Ram SRT10.
Érase una vez una pick-up a un motor de Viper pegada
La Dodge Ram SRT10 fue presentada el público en el Salón de Detroit de 2002, pero no comenzó su producción hasta 2004, coincidiendo con la presentación de la segunda generación del Dodge Viper. No es posible entender a la Ram SRT10 sin el Viper, que donó su corazón para que ocupase un lugar de honor bajo el capó de estas pick-up. Las Dodge Ram SRT10 fue uno de los primeros proyectos especiales de SRT (Street and Racing Technology), la división de altas prestaciones de Dodge – hoy en día con entidad propia en el Grupo FCA.
Bajo el capó de las Dodge Ram SRT10 encajaron el motor V10 del Dodge Viper. Un gigantesco motor atmosférico de 8,3 litros, con 507 CV de potencia y un bestial par máximo de 712 Nm a 4.200 rpm. ¿Quién necesita sobrealimentación ante semejante dosis de cilindrada? Este motor pasaba su potencia al tren trasero a través de una caja manual de seis relaciones, una Tremec T-56. Opcionalmente se ofrecía una caja automática de cuatro relaciones, y nunca se pudo encargar una Ram SRT10 de tracción integral.
El motor no recibió cambio alguno desde sus orígenes Viper, y aunque la plataforma de la Dodge Ram no fue modificada para albebrgar el propulsor, su suspensión fue rebajada hasta en 2,5 centímetros. Amortiguadores Bilstein con una puesta a punto se encargaban de moderar los balanceos de su carrocería. Era una pick-up incapaz de salir del asfalto: montaba enormes llantas de 22 pulgadas – como lo lees – con neumáticos deportivos Pirelli Scorpion en medidas 305/40 R22. Neumáticos dignos de un superdeportivo.
Nunca fue una pick-up ligera: se ofrecía en versiones de cabina sencilla o cabina de cuatro puertas, y en el caso de estas últimas su peso en orden de marcha era de unos tremendos 2.548 kilos. Para frenar esta mole, se dotó a su eje delantero con discos de freno de 380 mm de diámetro y discos traseros de 360 mm. A pesar de que estaban refrigerados por conductos de aire similares a los empleados en la NASCAR, adolecían de fading tras un uso intenso. En 2005 fueron actualizados, con nuevas pinzas de freno TRW de cuatro pistones.
Era capaz de alcanzar una velocidad punta de 248 km/h y aceleraba hasta los 96 km/h en menos de cinco segundos. Glups. También era una máquina adicta a la bebida: consumía unos 20 l/100 km de media en las pruebas a las que fue sometida en su época. Una máquina de aspecto muy masculino, con una carrocería agresiva. Enormes paragolpes que reducían su altura libre al suelo, un enorme alerón en la zaga. La edición especial Commemorative Edition era blanca y tenía las rayas azules del Viper viniladas sobre su carrocería.
Una máquina excesiva a todos los niveles, con un comportamiento sorprendentemente deportivo para su tamaño y peso. Y un auténtico éxito de ventas: más de 9.000 unidades fueron vendidas en los dos años que estuvo a la venta. Curiosamente, Dodge vendió más Ram SRT10 que Viper durante los años en los que los dos modelos coexistieron, y algunas fuentes apuntan a que el excesivo éxito de la pick-up podría haber empañado la imagen de marca del Viper – citándolo como el motivo del fin de su producción.
En cualquier caso, fue un delicioso exceso, una máquina de quemar ruedas, una auténtica macarrada – y nos encanta. Os la dejamos disfrutar en esta gran galería de imágenes.