Hoy en día un motor diésel V12 te puede parecer una barbaridad, pero esa impresión no es muy diferente de la que ya tuvimos en 2007, cuando Audi nos presentó un proyecto tan descabellado como el del Audi Q7 V12 TDI con 500 CV de potencia y 1.000 Nm de par máximo.
Un diésel de 12 cilindros y 500 CV
Se dice rápido. Para entender por qué en Ingolstadt tuvieron el atrevimiento de lanzar un Audi Q7 con un motor diésel de doce cilindros, que para más inri había sido creado a la medida del mercado estadounidense, hemos de situarnos muy bien en el contexto de aquellos años.
¿Pero por qué lanzó Audi un diésel de doce cilindros y tecnología de un campeón en las 24 Horas de Le Mans?
El diésel en las 24 Horas de Le Mans
Audi había hecho campeón al diésel en resistencia, y no en una carrera cualquiera, sino en la más importante de todas, en las 24 Horas de Le Mans.
Audi se había anotado una importante victoria en una carrera que sus diésel han dominado con autoridad desde que el Audi R10 TDI hiciera lo propio en 2006. Audi también había apostado con fuerza por el diésel en Estados Unidos.
18 años después del nacimiento del TDI de Audi, en Ingolstadt habían tenido la brillante idea – o no tanto – de lanzar un SUV con un motor de doce cilindros, que para más inri tenía cierta conexión con aquel deportivo de carreras, el Audi R10 TDI.
Dos diésel V6 unidos en dos bancos en uve estrecha
Pero en realidad aquel doce cilindros empleado por el Audi Q7 V12 TDI gozaría de una cilindrada incluso superior a la del Audi R10 TDI, que cubicaba 5.5 litros. Audi decidió unir dos bancos de seis cilindros en uve, de su famoso 3.0 TDI, con un diámetro de cilindro de 83.0 milímetros, y una carrera de 91,4 milímetros. Y consiguió hacerlo de manera que su tamaño, gracias a la distribución en uve de los cilindros, fuera suficientemente compacto como para entrar en el vano del motor del Audi Q7.
Audi también tuvo en mente ciertas peculiaridades, como el hecho de colocar los cilindros en una uve más estrecha, de 60º, en vez de los 90º habituales en sus V6 TDI.
Como no podía ser menos, este V12 TDI de 6.0 litros estaba sobrealimentado, por partida doble, con un turbocompresor por cada banco de cilindros. Pensad que este motor aceleraba de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos, entregaba 1.000 Nm entre 1.750 rpm y 3.000 rpm y una potencia máxima de 500 CV.
¿Por qué un Audi diésel y con doce cilindros para Estados Unidos?
Audi, y el Grupo Volkswagen en general, habían apostado con mucha fuerza por la introducción del diésel en Estados Unidos por el convencimiento de que, tarde o temprano, el cliente estadounidense acabaría rindiéndose ante las prestaciones, el bajo consumo, y la autonomía, de los diésel.
¿Y qué mejor forma de ofrecer prestaciones de escándalo que un diésel que por debajo de las 2.000 vueltas ya entrega 1.000 Nm?
Este motor fue equipado con un sistema de tratamiento de gases basado en AdBlue, concretamente el sistema Bluetec de Daimler, que en su día el Grupo Volkswagen aprovechó para conseguir que sus diésel cumplieran con la normativa estadounidense.
Este diésel era una «brillante estupidez»
Lo más curioso del asunto está en que este diésel de doce cilindros, que inicialmente Audi tanto interés tenía en lanzar en Estados Unidos, jamás llegaría a los concesionarios estadounidenses. Audi descartó la idea, y no llegó a homologar su coche bajo la normativa de emisiones de los Estados Unidos, según decían por considerar que no resultaba viable, en tanto la previsión de ventas era demasiado baja. En cambio sí apostarían por el motor 3.0 TDI V6, que no solo estuvo presente en el Audi Q7, sino también en el resto de la gama Audi comercializada en Norteamérica.
Haremos nuestras las palabras que le dedicó a este motor en su día Jeremy Clarkson, definiéndolo como una «estupidez», «una brillante estupidez».
En Europa, en cambio, sí se vendería. Y el Audi Q7 V12 TDI gozaría, hasta nuestros días, del privilegio de haber sido el único motor de doce cilindros en uve que jamás hayamos visto en un diésel de calle.