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Pininfarina-Honda Argento Vivo (1995): el roadster en el que el Honda S2000 se podría haber convertido

Era el año 1995, y Mazda acababa de presentar en sociedad el MX-5 NB. El mercado de los roadsters se comenzaba a animar: Porsche movía ficha con el Boxster y BMW hacía lo propio con el Z3. Honda quería parte de ese pastel, por lo que el mismo año presentó nada menos que dos prototipos descapotables. El primero se llamaba Honda SSM Concept, un claro anticipo del Honda S2000. El otro fue diseñado por Pininfarina, y se llamaba Argento Vivo. Un prototipo olvidado que podría haber sido el cabrio elegido para producción por Honda.

Pininfarina ya había trabajado con Honda en 1984, para el desarrollo del HP-X, un deportivo de motor central que acabaría convirtiéndose en el NSX.

En 1995, Pininfarina se había consolidado como fabricante de vehículos, expandiendo su modelo de negocio más allá de sus tradicionales carrozados. Honda contactó con Pininfarina con el objetivo de crear un descapotable lujoso. No tanto un deportivo creado para buscar curvas, sino un GT cómodo y dinámico, en la línea de los BMW Z3. Un coche más pesado, pero mucho más refinado. Pininfarina construyó este precioso roadster sobre un chasis de aluminio, sobre el que montó una elegante carrocería bitono de corte casi náutico.

Cromados abundantes, grandes llantas y tonos azulados eran sus principales señas de identidad. Curiosamente, fue el único Honda de la época en tener un logotipo sin contorno, situado en una calandra de formas curiosas. Ópticas delanteras afiladas y una zaga bulbosa pero refinada cerraban un exterior francamente elegante, si bien con pocas posibilidades de ser producido en serie. En su interior, abundaban materiales nobles como el cuero y la madera, de nuevo con el objetivo de que conducir el roadster pareciese pilotar un yate.

Honda optó por producir en serie un roadster auténticamente deportivo, el fantástico S2000 con un atmosférico de 240 CV.

Lo realmente llamativo de este prototipo es el hecho de que fuese completamente funcional. Este biplaza estaba propulsado por un motor Honda de 2,5 litros de cilindrada, y cinco cilindros en línea, con una potencia de en torno a 190 CV. Movía las ruedas traseras, a través de una caja de cambios manual. Estaba pensado para circular al aire libre – con su aluminio pulido brillando al sol – pero en caso de mal tiempo, disponía de un bonito techo duro retráctil motorizado. Un techo que como novedad era transparente.

Y llegó el Sultán de Brunei

El Sultán de Brunei estaba en plena fase de compra alocada de coches en los noventa. Decenas de Mercedes del mismo color, coches únicos fabricados por Ferrari o Bentley… y se le puso el Argento Vivo entre ceja y ceja. Pininfarina se comprometió a fabricarle cuatro unidades idénticas, pero sin un sólo ápice de tecnología Honda, imaginamos que por cuestiones de propiedad intelectual. La base de estos cuatro deportivos terminó siendo un Mercedes 600 SL. Y el resultado no fue agradable, hablando en cristiano.

Pininfarina partió de los roadsters alemanes, y en vez de usar su V12 de serie, optó por el gigantesco V12 de 7,3 litros de los SL 73 AMG. Potenciado hasta los 555 CV, eran capaces de hacer el 0 a 100 km/h en unos cuatro segundos, a pesar de su peso. Cada unidad construida habría costado unos 2 millones de dólares, y en vez de tener un interior de madera y cuero, habría sido encargado de fibra de carbono. Se supone que el Sultán aún dos de los coches en su posesión, como parte de su gigantesca colección privada.

Fuente: Banovsky
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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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