Hoy en día asociamos la palabra GTI a todo coche divertido, de comportamiento deportivo y dimensiones compactas. El Volkswagen Golf GTI ha sido siempre el patrón de oro de lo que consideramos GTI, pero también hay otros nombres estelares como Peugeot 205 GTi, o coches como el Renault Clio Williams – las siglas no aparecen en su nombre, pero es uno de los mejores ejemplos de lo que es un GTI de libro. Lo que quizá no sabías es de donde vienen estas siglas mágicas. Y vienen de principios de los años 60, de un desconocido Maserati 3500 GT.
Durante los años 50, Maserati alcanzó un gran reconocimiento mundial gracias a sus éxitos en competición. Gracias a los A6GCN y los 300S – estos últimos dotados con un brillante motor de seis cilindros en línea – el dinero fluía hacia las arcas del fabricante italiano. Maserati comenzó el desarrollo del 3500 GT, un lujoso Gran Turismo en el que se aprovechó el motor de seis cilindros en línea que ya había estrenado el monoplaza 350S. El programa fue llevado a cabo por Giulio Alfieri, entonces ingeniero jefe de la marca.
El Maserati 3500 GT comenzó a venderse en 1957, equipado con una novedosa estructura de chasis tubular y un brillante motor de 3,5 litros, seis cilindros en línea y doble árbol de levas, capaz de desarrollar 220 CV – entonces gran potencia. Este motor estaba alimentado por tres carburadores Weber de doble cuerpo, cuya puesta a punto era sencilla. En 1960, tras su presentación en el Salón de Ginebra, Maserati lanzó una nueva versión del 3500 GT. Así nacía el Maserati 3500 GTi, cuyas siglas significaban Gran Turismo Iniezione.
Este propulsor tenía un funcionamiento más refinado y una entrega de potencia más directa. Todo es de agradecer a la inyección mecánica de combustible de origen Lucas. El motor desarrollaba 15 CV adicionales, llevando su potencia total a los 235 CV. Muy pocos coches en la época tenían sistemas de inyección mecánica de combustible. El Mercedes 300 SL fue una excepción destacada, con un seis cilindros de tres litros que desarrollaba 215 CV de potencia. Sin embargo, no todo funcionaba tan bien en el coupé italiano con apellido GTi.
La inyección de combustible tenía una puesta a punto delicada y el sistema era propenso a averías. Algunos propietarios incluso terminaron reconvirtiendo a carburación su Maserati 3500 GTi. Con todo, fue el primer coche italiano de producción en tener de serie inyección de combustible – con la que Maserati ya había experimentado en competición. No sería hasta mediados de los años 70 cuando Volkswagen lanzó el Golf GTI, dando un sentido completamente nuevo a las siglas. El resto, como suele decirse, es historia.
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