29 de abril. Mercedes nos ha propuesto un sugerente plan para pasar el fin de semana. Un plan que incluye reencontrarnos con el Mercedes AMG GT, con la versión S, ponerlo a prueba y además acudir con él a una nueva ruta por Madrid con los amigos de 6to6. Es viernes y estoy recogiendo las llaves del nuevo deportivo de Mercedes, de la alternativa al Porsche 911 de Mercedes, en las oficinas de la marca en Madrid. Bajo al parking, presiono las llaves del mando que me han dado y ahí está, las luces de una preciosa unidad amarilla me responden. Reconozco que en un encuentro anterior con este coche, me dejó un sabor de boca un tanto agridulce… ¿conseguiré reconciliarme con él en este fin de semana?
Es viernes y según salgo del parking de Mercedes trasladamos las cámaras, trípodes y demás enseres fotográficos desde el maletero de un Fiat Bravo al maletero del Mercedes AMG GT, un maletero que, sea dicho de paso, no está nada mal servido si tenemos en cuenta su condición de deportivo biplaza. Espacio suficiente para el equipaje de una semana.
Me encanta el tono de pintura de esta unidad. Doy un par de vueltas a su alrededor. Sin duda esa curva que se prolonga desde los pasos de rueda traseros hasta su zaga es su principal atractivo estético, una curva que, con este tono de pintura, queda perfectamente acentuada. Sin duda es una de las combinaciones más llamativas del catálogo, se llama Solarbeam Yellow y supone un desembolso adicional de 10.900 euros, un extra no precisamenete barato, lo sé, pero es que le sienta genial, le da fuerza por los cuatro costados al diseño del GT.
Rompe su color esta nublada mañana. Rompe el estruendo de su V8 el trasiego de quienes se cruzan con nosotros mientras cargamos los últimos bártulos.
Un primer encuentro en Alemania, una primera cita a los pies de Sierra Nevada…
Conocí al Mercedes AMG GT el día de su premiere. Un auténtico espectáculo en Affalterbach, la casa de AMG, en la que nos enseñaron como se construye a mano cada motor AMG, en la que nos hablaron de su diseño, de como habían confeccionado su interior y la puesta a punto de su chasis. Una experiencia increíble que os conté en el artículo “Mercedes-AMG GT 2015, crónica del “anti 911”: así se vivió su presentación desde dentro” y en la que pasé de fotografiarme con las unidades de test, aún camufladas, a ver como desfilaba ante mí el sucesor del “alas de gaviota” entre fuegos artificiales.
Su diseño entonces (y ahora) me gustó bastante, sobre todo esa caída del techo, esas caderas. Sin duda su zaga me gusta mucho más que su alargado morro, aunque ojo, esto no quiere decir que no me guste, ¿cómo decirle que no a ese capó?
Sin duda se ve menos abrumador que el Mercede SLS, sus líneas son considerablemente más fluidas y se siente todo más comedido, más estilizado frente al porte más masivo, a la par,sin duda, que elegante, del “alas de gaviota”. Ambos a su manera son igual de bonitos, aunque, el “alas de gaviota” el SLS, nos robará el corazón cada vez que abramos, verticalmente, esas puertas. Qué maravilla.
Recordemos que, con este AMG GT, Mercedes ha querido reposicionar a su modelo estrella para entrar en la lucha directa con el Porsche 911. Sí, por el camino ha bajado un pequeño peldaño, pero a cambio se ha metido en una “cruenta” batalla con el rey del segmento que seguro que le reporta unos cuantos centenares de ventas más a Mercedes.
Ese largo morro, esas branquias, esas alargadas ópticas traseras…
Mi segundo encuentro con el Mercedes AMG GT fue ya durante el verano de 2015 y como parte de una de esas reuniones de equipo que organizamos cada año en Diariomotor en Sierra Nevada, aparecía este Mercedes AMG GT como el “héroe” de un grupo de monturas en el que no faltaba tampoco el Audi RS3, un BMW M3 o un Bentley Continental GT. Entonces lo conducía por primera vez y bueno, mis primeras impresiones no fueron del todo agradables…
Sí, obviamente corría y corre mucho, era llamativo, sonaba bien e incluso nos proponía a la salida de cada curva un suave contoneo de cintura que prometía, prometía mucho, pero al mismo tiempo me topaba con una dirección a la que no terminaba de coger el tranquillo, una respuesta descabellada y a mi juicio difícilmente gestionable de manera divertida y un interior al que le sonaban unos cuantos grillos. Un sabor agridulce sí, no me terminaba de convencer entonces y reconozco que entonces me lo pasé mejor con el Audi RS3 o con el BMW M3.
Pero volvamos a este nublado viernes de finales de abril…
Un escurridizo tramo de montaña y un superdeportivo de más de 200.000 euros…
Las primera parada es en un cercano circuito del Jarama. No, no vamos a entrar a pista, por desgracia. Queremos fijar bien los puntos por los que vamos a pasar en las próximas horas para preparar la sesión de fotos, que tomas vamos a hacer y como vamos a aprovechar, en definitiva, el poco tiempo que tenemos con la nueva bestia de AMG. Paramos a las puertas del circuito, un tweet para advertirnos de lo que tenemos entre manos…
Mientras Juanma le da vueltas a Google Maps, fijando un mapa mental de por donde vamos a ir pasando y que tomas vamos a hacer, aprovecho para toquetear bien el interior del Mercedes-AMG GT.
En mis manos tento un achatado volante con el sello de AMG, forrado en una fina alcántara y con una buena instrumentación al frente, con dos esferas convencionales y un buen ordenador de a bordo en el medio. El negro del cuero, de las molduras de las puertas, del túnel central, queda roto por un amplio repertorio de detalles de acabado metalizado como los radios del volante, los mandos del puente central y la corona de los aireadores. Además sobre el túnel central reposa un acabado negro piano y algo similar a la fibra de carbono.
Bien, me gusta la disposición de mandos, la ruleta selectora de modos de conducción muestra un buen diseño, como los mandos de la climatización, pero se me antoja un tanto confuso el moverme por los menús de su sistema multimedia con el touchpad, un touchpad que está acompañado por una segunda ruleta. Toqueteo los menús del equipo de infoentretenimiento y la verdad es que me gusta la calidad visual que tienen, aunque a la hora de navegar me sea mucho más cómodo y sencillo la interfaz de BMW.
En esta unidad no hay grillos como si había en aquel AMG GT azul que conduje meses atrás, no suena un molesto “ñiñiñiñi” al moverme en el asiento, pero aún así, a pesar del buen diseño y de numerosos buenos detalles, como los bonitos asientos deportivos, echo en falta una mayor solidez en la constitución de este habitáculo, ajustes entre piezas mejor terminados… Sí, un Porsche 911 en este sentido me parece mejor resuelto.
Hemos decidido recorrer la misma ruta que atravesamos preparando la prueba del Abarth 595 Yamaha Factory Racing, pero recorriendo el tramos a la inversa, buscándole así un nuevo sentido al espectacular paisaje de Puebla de la Sierra en las fotos.
La travesía por autopista, por una A1 con un tráfico denso por culpa del puente que se avecina, se solventa con un confortable tránsito, bien aislado y que sólo se ve interrumpido por el retumbar del sistema de escape cuando le exigimos al V8 algún que otro leve petardeo intencionado. Un botón en el puente central, que desata todo el potencial sonoro del sistema de escape, nos invita al pecado y cualquier hueco entre el tráfico es bueno para escuchar su deliciosa melodía.
Aún recuerdo cuando dos, quizá tres, años atrás, también en Sierra Nevada, nos topábamos con un grupo de ingenieros de AMG, nosotros con un Jaguar F-Type Coupé. Nos pedían entonces amablemente y con bastante curiosidad si podíamos acelerar el coche para escucharlo… “¿el Mercedes AMG GT va a sobar más?” les preguntaba. “Más no, mejor”, me respondía uno de ellos.
Es cierto que suena de fábula este V8 biturbo de 4 litros, un V8 que, recordemos, cuenta en este caso con 510 caballos entregados al eje posterior. Suena realmente bien sí, contundente, con algún que otro petardeo esporádico, gordo, grave, un delicioso “grogrogrogro” a ralentí… pero para mi gusto el Jaguar F-Type V8 suena mejor y es que deportivo británico, que bien podría batirse con este AMG por unos cuantos miles de euros menos, ha marcado un antes y un después en esto del sonido de los coches.
Recordemos que bajo la sinuosa carrocería de este deportivo hay un chasis de aluminio, con una distribución mecánica transaxle, un chasis que hereda ciertos elementos del SLS y que nos deja con un conjunto que sobre la báscula no es excesivamente liviano, coqueteando con los 1.600 kg. Nuestros asientos, las dos plazas de su habitáculo, quedan bien retrasadas, cercanas al eje trasero para favorecer su distribución de pesos.
No, no consigo escuchar sonido alguno de los turbos, parece que en Mercedes se han preocupado bastante de conseguir un toque un tanto atmosférico para la acústica del propulsor y sobre todo con mucha personalidad.
Enfilo la carretera a Puebla de la Sierra desde su parte norte. Alguna primera foto, giro el mando del selector de modos de conducción hasta la S y gas a fondo. Retumba su escape entre los árboles.
Lo que días atrás era una carretera perfecta con el Abarth 595 se torna ahora en una estrecha montaña rusa en la que notas que el vagón, nuestro Mercedes AMG GT, sobrepasa al trazado, devorando las rectas en un suspiro, fulminando las curvas más amplias e inevitablemente sintiéndose algo brusco en las más cerradas y lentas. Culpa de su tamaño. Bueno, de su tamaño y de como impone la entrega de potencia.
Las primeras décimas de segundo, los primeros milímetros en los que la aguja trepa por el tacómetro, llegan con un leve, muy muy leve retardo, insignificante, dando paso seguidamente a un V8 biturbo que te catapulta con virulencia, con alguna pérdida de tracción por culpa de su desmesurado par de 650 Nm.
Reconozco que en los primeros virajes me cuesta sacarle todo el potencial al AMG GT. Su desmesurada entrega me pide cautela. El sonido de su escape guerra.
Además sientes que estas ante un coche grande, impone ese morro infinito…
“Grooooom”. Un tono grave sale desde el escape. Golpeo la leva, sube una marcha. Me vuelve a pegar al asiento.
Las transiciones del cambio son absolutamente inmediatas, muy rápidas, instantáneas, suaves, como si mecánicamente no pasara nada bajo la moqueta. En el rato que has leído la frase anterior podría haber insertado ya las siete marchas de su caja de cambios. También podría haber fulminado desde parado los 100 km/h. La teoría dice que tarda sólo 3.8 segundos.
Un par de horquillas casi enlazadas, una pequeña recta las une, aún más pequeña al volante del AMG GT, al volante de sus 510 caballos. Golpe de dirección. Precisa e informativa, reconozco que tenía un pero recuerdo de su tarado, de su tacto, cuando lo probé en Sierra Nevada. Sí, ahora me ha gustado, es directa y tiene un buen peso.
La suspensión me parece realmente firme. Las curvas son cortadas con convicción, sintiendo que la amortiguación es realmente dura y que hay, acompañando a todo el chasis de aluminio, un montón de elementos que están trabajando al unísono y de manera precisa y rápida para hacer de este AMG GT una auténtica “tabla”, una “tabla” muy tecnológica.
Los frenos resuelven con grato tacto y eficacia cada apurada. Empiezo a pensar en que estas carreteras, en que un tramo de montaña, se le queda pequeño a este superdeportivo alemán, necesito un circuito para ver donde se encuentra realmente el límite. Acelero, el culo se insinúa. Voy en el modo S+, con los guardarrailes tan cerca, con los acantilados de este tramo, no veo demasiado apropiado girar el “manettino” hasta el modo Race.
Un par de fotos, unas cuantas curvas más…
Me estoy quedando con dos sensaciones muy marcadas. Por un lado el V8 biturbo me ha demostrado que tiene un potencial enorme, que tiene caballos y par para abrumarnos unas cuantas veces antes de empezar a conocer los límites. El Mercedes AMG GT es un coche realmente rápido, eficaz y sí, divertido y la entrega de potencia de su V8 biturbo es para mí uno de los puntos más destacados.
El segundo, esa otra sensación marcada de la que hablaba, viene desde todo el derroche tecnológico con el que viene cargado este AMG GT. Y no, no hablo de controles de crucero adaptativos, sistemas multimedia con lo último en conectividad o cámaras de 360º. No. Hablo de un chasis cargado de “gadgets” listos para hacer que podamos llevar con eficacia los 510 caballos de este deportivo en curva, ¿filtrado?¿artificial?
No, no me refiero a eso, es divertido, como he mencionado, se siente salvaje y te puede comprometer y poner en algún que otro apuro fácilmente si no mides, como se merece, la forma en la que le pides gas en curva. Simplemente notas que a tu disposición tienes todo un buen repertorio de tecnología dedicada a convertir al AMG en un deportivo aún más eficaz.
La noche se abalanza sobre nosotros, es hora de volver a casa, de cederle el testigo a Pepe Giménez para que acuda el sábado con los amigos de 6to6. Paso por la gasolinera. Yo me volveré a ver las caras con el AMG GT el domingo para terminar la sesión de fotos…
Me voy a quedar con ganas de entrar a pista con él y sacarle todo el jugo a esa zaga que se muestra juguetona cada vez que le exigimos gas al V8 con más ansia de la que deberíamos.
¿Es fácil acostumbrarse a andar por el centro de una gran ciudad con un coche así?
Atardece. Domingo. Quedo con Juanma, volvemos a cargar el material en el maletero del Mercedes AMG GT S y nos ponemos en marcha. Vamos a aprovechar los últimos rayos de sol para hacer alguna foto en exteriores, pero se nos ha ocurrido emplear las últimas fotos de esta sesión en una serie de túneles del centro, perfecto para darle un toque “underground” y buscar romper la sombría red de túneles con el amarillo del Mercedes.
Arranco. Lleno el depósito y reseteo un indicador de consumo medio que se ha alzado por encima de los 14 l/100 km. Autopista y Madrid. Tráfico, calles pequeñas, maniobras, más maniobras, un morro que no se acaba…
Si algo nos han demostrado los deportivos, los superdeportivos, actuales es que se llevan perfectamente con la convivencia más mundana, con el ir a cenar al último restaurante de moda y no tener grandes problemas en lo que a confort se refiere. El Mercedes AMG GT está bien insonorizado y aunque sus suspensiones se sienten algo duras incluso en el modo más confortable no ofrece frente a badenes o baches tacha reseñable alguna.
El equipo de sonido Burmester suena de maravilla (vale, no tan bien como sus escapes) y sobre nosotros el cielo de Madrid se cuela por el techo panorámico mientras comienza a tornarse naranja. Su color y su sonido llaman mucho la atención. Normal claro. Pelear con el tráfico tiene la pequeña dificultad añadida de su morro, un largo frontal que parece no tener fin desde nuestra baja banqueta, tampoco cuesta demasiado acostumbrarse a él y las reacciones, en el modo más confortable, se dulcifican notablemente.
Empezamos con las fotos. Por suerte el puente parece darnos un respiro y la ciudad se siente más tranquila que de costumbre. Menos gente arremolinándose en cada disparo, menos coches…
El Mercedes AMG GT posa espectacular bajo la ya tenue luz de sol.
Los túneles nos reciben con el estruendo de los escapes. Me encantan como se ven las luces traseras, como se ve la silueta lateral bajo la mala luz anaranjada de los florescentes. El destello del flash, buscamos una localización más…
¿Por qué comprar un Mercedes AMG GT y no un Porsche 911 Turbo?
Lunes festivo. Primera hora de la mañana. Entro en Mercedes, aparco el AMG GT y devuelvo las llaves. Veo al fondo al nuevo Mercedes Clase C Coupé, qué bonita también su línea. Sí, es la hora de despedirse del AMG GT y de hacernos la pregunta obligatoria, ¿por qué comprar un Mercedes AMG GT en lugar de un Porsche 911?
Vale, soy Porschista y yo buscaría antes un Porsche 911 (991) Targa GTS, puestos a pedir un GT3 claro (habrá que ver que pasa cuando llegue el AMG GT R), pero al Mercedes no le faltan precisamente argumentos para conquistarnos, para tentarnos incluso siendo fieles seguidores de Porsche.
Por ejemplo tenemos su línea. Es realmente bonito y me gusta el proceso de dulcificación al que se ha visto sometido su diseño respecto al impetuoso aspecto del SLS. Echaré de menos las alas de gaviota sí, pero ese paso de rueda posterior…
Sin duda creo que su aspecto va a ser el valor determinante para aquel que este dudando. El AMG GT nos ofrece un aspecto más llamativo que el del 911, sin duda alguna. Su sonido también está dispuesto a hacer que pases menos desapercibido.
También tenemos su sonido y un habitáculo con un diseño más atrevido, aunque en este punto reconozco que a mi juicio gana Porsche por ofrecernos ajustes superiores, pero ¿qué hay de su dinámica?
El comportamiento de este AMG GT no tiene nada que ver con lo que nos ofrece un 911. De hecho no tiene nada que ver con lo que nos encontramos en cualquier otro deportivo. Su V8 empuja, empuja mucho y me gusta la puesta a punto de su chasis, ¿más divertido que un 911? Simplemente diferente. En mi caso me siento más confiado corriendo con un 911, algo que creo que viene dado simplemente por costumbre, pero estoy seguro de que con los dos me lo podría pasar igual de bien.
Mercedes ha hecho un coche con mucha personalidad. Un coche que en cada reacción, toques lo que toques y hagas lo que hagas, te deja un huella cargada de detalles propios. Las redondeadas formas de su trasero, su sonido, la entrega del V8, la tecnológica puesta a punto del chasis de aluminio… Ha sido un placer reencontrarme con el Mercedes AMG GT. Me alegro de haberme reconciliado contigo.
Galería de imágenes de la prueba del Mercedes AMG GT
Fotografías por Juanma G. Cámara.